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Juicio a los Principales Criminales de Guerra Alemanes

En Nuremberg, Alemania
21 de enero a 1 de febrero de 1946

Cuadragésimo Día: Martes, 22 de enero de 1946
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Estas diversas medidas no satisfacieron a las autoridades de ocupación, así que llevaron a cabo un cierto número de campañas de recuperación de material que llamaron "acciones especiales" (Sonderaktionen) según el método que aplicaron en todos los territorios de Europa Occidental. No entraré en los detalles de estas acciones, que se describen en la página 63 y siguientes del informe; es la campaña de recuperación de campanas, plomos de impresión, plomo y cobre. Según la información dada por el Gobierno Belga, que será la prueba RF 146, página 65 del informe, en otros campos, pero sin admitirlo, los alemanes llevaron a cabo una política dirigida a eliminar o restringir la competencia belga, para que en caso de victoria alemana las ramas económicas afectadas se tuvieran que restringir al mercado belga, que habría quedado así completamente abierto para las empresas alemanas. Estos intentos de una supresión inmediata o futura de la competencia fueron claramente evidentes en ciertos sectores industriales: fundición, trabajo con metales, textil, construcción, montaje de coches, construcción de material para ferrocarriles de vía estrecha, y especialmente la industria de fabricación de zapatos, prohibiéndose sistemáticamente la reconstrucción de fábricas destruidas.

Pero además, tanto en la industria textil como en numerosos sectores,

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especialmente en la industria del metal, el debilitamiento de la economía no se puede medir sólo por el tamaño de las entregas obligatorias, sino que además está en relación con las prácticas políticas del ocupante. La industria belga, en especial la del carbón y el hierro, sufrió pérdidas considerables como resultado de directrices impuestas para financiar las necesidades bélicas.

Pasaré a la cuestión de los precios del carbón. El control de la industria del carbón se logró con el nombramiento de un plenipotenciario para el carbón y con la centralización de todas las ventas en las manos de un único órgano, el "vendedor único", bajo dirección belga pero con un comisionado alemán, me refiero a la Oficina del Carbón belga, único vendedor para un único comprador, Rheinisch Westphalisches Kohlensyndikat, que hacía pedidos a enviar al Reich, Alsacia-Lorena y Luxemburgo.

Según el mismo informe alemán, página 67 de los intérpretes, a pesar de las subidas del precio del carbón acordadas el 20 de agosto de 1940, el 1 de enero de 1941 y el 1 de enero de 1943, la industria del carbón sufrió durante los años de la ocupación pérdidas considerables. En febrero de 1943, tras haber acordado la Oficina del Carbón un incremento del precio de venta, el precio por tonelada pasó a ser mayor que el del mercado interior alemán. El comisionado alemán para la industria minera obligó a la industria belga a pagar la diferencia de precio en las exportaciones al Reich por medio de primas de compensación.

El Tribunal puede obtener de las cifras indicadas en las pruebas RF 176 y 178, página 69, información sobre las pérdidas financieras causadas por la explotación. El informe de la administración militar da en su sección decimoprimera detalles sobre la industria del metal: sufrió tanto como la industria del carbón durante la ocupación. En la industria del metal, los talleres Thomas en particular, las pérdidas fueron resultado del incremento del precio de coste y de las fluctuaciones de precios con respecto a ciertos elementos relativos a la manufactura.

En este sector, según el memorándum del Gobierno Belga, las pérdidas respectivas se pueden estimar en unos tres mil millones de francos belgas. Y según este mismo informe, de una producción total de 1,400.000 toneladas, 1,300.000 de diversos productos fueron exportados a Alemania, sin incluir el metal enviado a fábricas belgas que trabajaban exclusivamente para Alemania.

Según la información dada por el Gobierno Belga, los alemanes se llevaron en bloque y transportaron a Alemania material de gran valor: el expolio industrial total es estimado por el Gobierno Belga en una suma de dos mil millones de francos belgas, por supuesto según la tasa de 1940.

Estos traslados son una verdadera pérdida material, y según las indicaciones fragmentarias dadas al Tribunal, esta suma de dos mil millones de francos es la cifra de la que quiero que el Tribunal tome nota.

En vista de la información disponible en este momento, no es fácil estimar la extensión de lo obtenido de la industria; es aún más difícil evaluarla en el sector agrícola, que presentaré brevemente.

Aparte de las necesidades admisibles de las tropas de ocupación, las autoridades alemanas se esforzaron en obtener un suplemento a los lotes de alimentos obtenidos en Bélgica con el fin de incrementar la cantidad de alimentos del Reich y otros territorios ocupados por sus tropas. Tras haber empleado métodos directos de captación, los alemanes recurrieron a los servicios de agentes sin escrúpulos cuyo trabajo consistía en comprar a cualquier precio en los mercados secretos, y el mercado negro en este campo alcanzó unas proporciones tales que las autoridades de ocupación se preocuparon en varias ocasiones, y a lo largo de 1943 tuvieron que suprimirlo.

Aparte del daño al ganado, el daño a los bosques -que juegan un papel importante en Bélgica- resultado de talas anormales provocó un exceso de deforestación, y con una cifra de 2,000.000 toneladas, el daño al capital causado por estas talas prematuras se puede estimar en unos 200 millones de francos.

Las operaciones militares de por sí causaron daños por un valor de cien

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millones de francos belgas, y según el memorándum del Gobierno Belga el daño total causado a los bosques alcanza la cifra de 460 millones de francos belgas. Teniendo en cuenta el daño causado por talas anormales en los bosques y por la construcción de aeródromos, el Gobierno Belga calcula en aproximadamente mil millones de francos belgas las pérdidas sufridas por su agricultura durante la ocupación.

Se debe señalar, sin ir más allá en esta cuestión, que son pérdidas netas de capital, constituyendo un verdadero agotamiento de lo esencial, y una consecuente reducción y real consumo de los recursos de la nación. Con esto termina mi presentación sobre agricultura.

Transporte: el desarrollo de la guerra llevó a los alemanes a utilizar al máximo la red de ferrocarril y los sistemas de canales y ríos de Bélgica. El resultado fue que los ferrocarriles y la flota fluvial han de incluirse en esos sectores de la economía belga que sufrieron más durante la ocupación y las hostilidades que tuvieron lugar en territorio belga. El tráfico alemán era tanto tráfico de personal requerido por las operaciones militares como tráfico de mercancías, carbón, minerales, madera, alimentos, por no hablar de las considerables cantidades de material de construcción requeridas para la fortificación de la costa del Mar del Norte.

Ferrocarriles: el informe del Gobierno Belga indica que el daño sufrido por los ferrocarriles fueron tanto pérdidas de capital como de beneficios. Las pérdidas de capital fueron resultado principalmente de confiscaciones y traslados de material, que los alemanes llevaron a cabo en bloque desde el momento en el que entraron en Bélgica. Así, por ejemplo, agotaron de inmediato el parque de locomotoras con el pretexto de recuperar locomotoras alemanas entregadas a Bélgica tras la guerra de 1914-1918 en concepto de reparaciones.

Además de confiscaciones de locomotoras, la Sociedad Nacional de Ferrocarriles fue sometida a numerosas confiscaciones de material, a veces bajo la forma de un alquiler; estas confiscaciones se estiman en cuatro mil millones y medio de francos según el valor de 1940.

Aparte de las pérdidas de capital, las pérdidas en beneficios fueron resultado principalmente del servicio de transporte gratuito exigido por la Wehrmacht, además de la política de precios aplicada por la potencia ocupante. Estas confiscaciones y costes excepcionales sólo pudieron ser soportados por la organización afectada a base de exprimir sus fondos.

En cuanto a automóviles, apenas diré nada (página 79). Las pérdidas ascienden a unos 3.111 millones de francos belgas, y los individuos afectados recibieron como compensación por la confiscación aproximadamente sólo mil millones.

Pasamos ahora al transporte fluvial. La ejecución del plan de expolio económico de Bélgica supuso para la potencia ocupante serios problemas de transporte que ya he comentado. En esta cuestión, la administración militar belga impuso al tráfico fluvial belga cargas muy pesadas.

Según el informe del Gobierno Belga, las pérdidas sufridas por la flota fluvial belga adoptaron tres formas:

1. Confiscaciones y traslados de material por parte de los alemanes;

2. Daños totales o parciales debidos a operaciones militares;

3. Deterioro excesivo del material.

Estas tres formas de daño ascienden a 500 millones de francos, de los que sólo hay cien millones en la compensación. El daño a canales navegables (página 81), ríos, arroyos y canales se puede evaluar en entre mil quinientos y dos mil millones de francos (valor de 1940), especialmente debido a las confiscaciones y traslados de material portuario público o privado.

Se requisaron barcas de pesca para delimitar el río Scheldt, y después desaparecieron sin dejar rastro. Otras sufrieron daños debido a confiscaciones o a su alquiler para maniobras militares.

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Antes de terminar este capítulo dedicado a las confiscaciones en especie, se puede mencionar brevemente la custión del traslado de material industrial (página 82).

Ya se ha señalado que la política de producción y reorganización de la esfera industrial seguida por la administración militar tuvo como resultado el cierre de numerosas empresas, permitiendo a los alemanes como contramedida requisar un gran número de máquinas con el pretexto de que habían dejado de ser útiles.

No hubo rama industrial que no fuera expoliada de esta forma. La industria metalúrgica parece ser una de las que más sufrieron. Aunque no queremos poner a prueba la paciencia del Tribunal, parece especialmente pertinente llamar su atención brevemente sobre la técnica usada en la organización de las confiscaciones, detalles que fueron decididos incluso antes de la entrada de tropas alemanas en los territorios. Había organizaciones que introdujeron destacamentos militares, organizaciones surgidas del departamento de economía del Estado Mayor del Ejército, y dirigidas por el acusado Keitel como Jefe del OKW.

La existencia de estos destacamentos militares, verdaderos destacamentos de pillaje, está demostrada en varios documentos alemanes. Con el nombre de destacamentos económicos, "Wirtschaftstruppen", o comandos especiales, estas unidades de pillaje llevaron a cabo actividades malignas e ilegales en todos los países de Europa Occidental.

Las instrucciones secretas para el "destacamento económico J", acuartelado en Amberes, se encuentran en el archivo como prueba RF 183. Son un documento muy importante, que hace irrefutable la intención alemana de saquear, y son una prueba adicional del desprecio de los líderes nacionalsocialistas por las reglas de la Ley Internacional.

Estas instrucciones son de los últimos días de mayo de 1940. Querría leer unos pocos fragmentos de estas instrucciones al Tribunal (prueba RF 183, página 1).

"Los destacamentos económicos son organizados por la oficina de armamento económico del Alto Mando de la Wehrmacht. Se ponen a disposición del Alto Mando del Ejército para su empleo en los países a ocupar".
Pasaré al final de la página 1 del documento alemán.
"Su misión consiste en localizar rápida y completamente en sus distritos los bienes escasos y racionados (materias primas, productos semimanufacturados, etc.) y las máquinas de importancia más vital para los fines de la defensa nacional, y hacer un inventario correcto de estas reservas.

En el caso de las máquinas, la confiscación se hará efectiva con una etiqueta; en el caso de bienes escasos y racionados, se protegerá tanto con una etiqueta como con guardias.

Además, los destacamentos económicos tienen la misión de preparar y, por orden del Grupo de Ejércitos, llevar a cabo la retirada de bienes escasos y racionados, aceites minerales, y las máquinas más importantes. Estas misiones son responsabilidad exclusiva de los destacamentos económicos.

Los destacamentos económicos comenzarán sus actividades en territorios recién ocupados tan pronto como la situación del combate lo permita".

Habiendo así encontrado e identificado maquinaria y materias primas, las nuevas organizaciones entraban en acción para desmantelar y usar estas máquinas y materias primas en Alemania.

El documento antes citado, que es la prueba RF 183, da información precisa y muy interesante sobre la dirección y la fuerza del destacamento J en Amberes. Los ocho oficiales son todos oficiales en la reserva, ingenieros, comerciantes al por mayor, directores de minas, importadores de materias primas, ingenieros consultores. Sus nombres y profesiones se mencionan en el documento. Estos

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hombres son por tanto todos especialistas en comercio e industria. La elección de estos técnicos no puede atribuirse a la mera casualidad.

Según las instrucciones anteriores, y más especialmente las instrucciones halladas con la fecha del 10 de mayo de 1940 procedentes del General Hannecke, que serán la prueba RF 184, una vez se identificaban las máquinas o los materiales, las oficinas se ponían a trabajar: por un lado el R.O.G.E.S., por otro lado el departamento de compensación; ya se han analizado sus actividades en relación al pillaje de metales no ferrosos de Holanda y de la industria belga.

Otro documento, que se presenta también como prueba RF 184, dice que la composición de los destacamentos económicos es decidida por el Alto Mando. Citando en la página 6:

"Los destacamentos económicos ya mencionados en la Sección 1, que están formados por expertos en las ramas de la industria existentes en las áreas respectivas, localizarán y se harán con reservas de materias primas y maquinaria especial para la producción de munición y equipo bélico que sean importantes en este momento".
EL PRESIDENTE: ¿Está esa cita en su dossier?

Sr. DELPECH: La cita está en la página 84, bis.

EL PRESIDENTE: ¿Es buen momento para hacer un descanso?

(Se hizo un receso).

Sr. DELPECH: Además de los destacamentos económicos de los que ya he hablado al Tribunal, enviados para retirar y redistribuir maquinaria, tanto a factorias que trabajaban en el país ocupado para el ocupante, o a fábricas en Alemania, la Oficina del Fondo de Máquinas también dirigió estas operaciones. Estas oficinas fueron creadas en todos los territorios ocupados de Europa Occidental durante los últimos meses de 1942, por orden del Ministro de Armamentos, es decir, el acusado Speer, y de la Oficina del Plan de Cuatro Años, es decir, el acusado Goering.

La Oficina del Fondo de Máquinas para Bélgica y el Norte de Francia fue creada por decisión del Jefe de la Sección Económica Militar en Bruselas, con fecha del 18 de febrero de 1943. Su actividad ha sido ya expuesta al Tribunal al hablar del saqueo de las industrias de metales no ferrosos. Su actividad no se detuvo aquí, se la encuentra en todas las ramas de la industria. Esta actividad continuó hasta los últimos días de la ocupación. Las confiscaciones de maquinaria e instrumentos no se limitaron a la industria: las pruebas RF 193 y 194 muestran el número de confiscaciones de instrumentos científicos.

He terminado con las confiscaciones de material industrial.

Presentaré brevemente en el cuarto capítulo la cuestión de los servicios, en primer lugar el alojamiento de tropas.

1. Según una ordenanza del 17 de diciembre de 1940, página 88, los alemanes impusieron los costes de alojar sus tropas a Bélgica. Tras hacer esto, las autoridades de ocupación se justificaron con una interpretación bastante liberal del Artículo 52 de la Convención de La Haya, según el cual la potencia ocupante puede realizar confiscaciones en especie y de servicios.

El informe Wetter, prueba RF 186, afirma erróneamente que la Convención no especifica quién debería compensar; el Artículo 49 da el derecho a hacer que el país ocupado asuma los gastos.

Así, Bélgica tuvo que asumir gastos por valor de 5.900,000.000 francos por costes de alojamiento, equipamiento y mobiliario. Los pagos del Tesoro belga para el alojamiento se estiman en 5.423,000.000 francos.

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Es evidente que con el pretexto de los costes de alojamiento, se introdujeron otros gastos en detrimento de la economía belga, notablemente, como en otros países ocupados, las compras de mobiliario que se enviaba a Alemania.

2. Transporte y Comunicaciones.

Para garantizar el transporte y las comunicaciones, el Tesoro belga tuvo que adelantar 8.000,000.000. Como ya se ha señalado al Tribunal, la confiscación llevada a cabo por las autoridades de ocupación cubría incluso la flota fluvial, al igual que los planes de transporte restringían el uso de los ferrocarriles a las tropas operativas.

Según el Artículo 53 de la Convención de La Haya, la potencia ocupante tiene derecho a hacerse con los medios de transporte y las comunicaciones a condición de que los devuelva y pague una indemnización. Sin embargo, este ejército no tiene derecho a hacer que el país ocupado pague los gastos del transporte puesto a disposición del ejército.

Pero eso es lo que el Ejército Alemán hizo en Bélgica.


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