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Juicio a los Principales Criminales de Guerra Alemanes

En Nuremberg, Alemania
21 de enero a 1 de febrero de 1946

Cuadragésimo Día: Martes, 22 de enero de 1946
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CUADRAGÉSIMO DÍA

MARTES, 22 DE ENERO DE 1946

Sr. MOUNTER: El representante de la acusación francesa está aquí. Comparecerá ante el Tribunal y tomará la palabra.

Sr. HENRI DELPECH: Sr. Presidente, Señorías: tuve el honor ayer de comenzar a explicar ante el Tribunal los métodos empleados por los alemanes para el expolio económico de Bélgica durante su ocupación del país.

Volviendo a lo que se dijo durante las consideraciones generales sobre el pillaje económico, y sobre el comportamiento de los alemanes en Noruega, Dinamarca y Holanda, he podio demostrar que en todas partes se había manifestado la determinación del nacionalsocialismo de dominar la economía. Los métodos fueron los mismos en todas partes, al menos en sus aspectos generales. Por tanto, respondiendo inmediatamente al deseo expresado ayer por el Tribunal, y para llevar a cabo la misión confiada a la acusación francesa por el Gobierno belga, exponer su caso ante su alta jurisdicción, me limitaré a los puntos principales de los acontecimientos, y me tomaré la libertad de remitirles para los detalles de la toma alemana de la productividad belga al texto del informe presentado ante el Tribunal, y a los numerosos documentos citados.

He tenido anteriormente el honor de llamar su atención sobre la existencia del mercado negro en Bélgica, su organización por parte de las tropas de ocupación, y su decisión final de suprimir este mercado negro. En este aspecto se podría concluir, como ya se ha indicado durante las observaciones generales, que a pesar sus afirmaciones, no fue para evitar la inflación en Bélgica por lo que las autoridades alemanas llevaron a cabo una campaña contra el mercado negro.

El día que los alemanes decidieron suprimir el mercado negro, proclamaron bien alto su ansiedad por ahorrarle a la economía belga y a la población belga las muy graves consecuencias de la amenazante inflación. En realidad, las autoridades alemanas intervinieron contra el mercado negro, que aumentaba cada día en su alcance, para evitar una extensión hasta el punto en el que absorbiera toda la mercancía disponible y estrangulara completamente el mercado oficial. En pocas palabras, la supervivencia del mercado oficial, con sus precios más bajos, fue finalmente algo que daba muchos más beneficios al ejército de ocupación.

Paso ahora, caballeros, a la página 46 de mi presentación, al tercer capítulo; las adquisiciones, que eran aparentemente regulares, tenían un único objetivo, subyugar el poder productivo belga.

Aplicando su programa de dominación de los países de Europa Occidental, como se ha demostrado incluso antes de 1939, desde el primer momento en que los alemanes entraron en Bélgica en mayo de 1940 tomaron todas las medidas que consideraron apropiadas para conseguir subyugar la productividad belga.

No se salvaría ningún sector de la economía belga. Si el pillaje parece más sorprendente en el dominio económico, esto es sólo la consecuencia del muy marcado carácter industrial de la economía belga.

Los sectores de la agricultura y el transporte no se escaparon de la presa alemana, y me propongo discutir primero las confiscaciones en especie en la industria.

La industria belga fue la primera atacada. Así, el comandante militar en Bélgica, de acuerdo con las diversas oficinas del Reich para materias primas, y de acuerdo con la Oficina del Plan de Cuatro Años y el Ministerio de Economía, creó un programa completo cuyo efecto fue transformar

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casi toda la productividad belga en favor de los belicosos fines del Reich.

Ya el 13 de diciembre de 1940 pudo dar a conocer a las autoridades superiores una serie de planes para el hierro, el carbón, los textiles y el cobre. Presento la prueba RF 162 para demostrar esta declaración.

También un informe del Teniente Coronel Helder titulado "Cambio en la Orientación Económica" señala que desde el 14 de septiembre de 1940 la Sección de Ordenanza del Ejército estaba enviando a sus formaciones subordinadas las siguientes instrucciones, que se encuentran en el libro de documentos en la prueba RF 163. Leo el último párrafo de la página 41 del texto alemán:

"Doy la importancia máxima al hecho de que las fábricas en los territorios ocupados, Holanda, Bélgica y Francia, sean utilizadas todo lo posible para aligerar la carga de la producción de armamento alemana, y para incrementar el potencial bélico. Se utilizarán también empresas ubicadas en Dinamarca como subcontratistas en un grado mayor. Se observarán estrictamente las normas para la ejecución de la ordenanza del Mariscal del Reich, así como las ordenanzas sobre la economía de materias primas en los territorios ocupados".
Todos estos planes permitieron pronto a los alemanes controlar y dirigir todas las instalaciones de producción y distribución belgas y usarlas para el esfuerzo de guerra alemán.

El decreto del 27 de mayo de 1940, V.O.B.E.L nº 2, presentado como prueba RF 164, creó oficinas de control de materias primas cuya misión era, y cito el tercer párrafo:

"elaborar, de acuerdo con las directrices del Grupo de Ejércitos, normativas y ordenanzas especiales para las empresas que produzcan, traten y consuman materias primas controladas, con el fin de dirigir la producción y asegurar una distribución justa y una utilización racional, con lo cual, los puestos de trabajo deberían estar garantizados en la medida de lo posible".
El Artículo 4 del mismo texto indicó en detalle los poderes de estas oficinas de control de materias primas, y en concreto se les daba derecho a:
"obligar a las empresas a vender sus productos a determinados compradores; y a prohibir o requerir la utilización de ciertas materias primas. Toda venta o compra de materias primas estaba sujeta a su aprobación".
Para ocultar mejor su objetivo real, los alemanes dieron a estas oficinas de control de materias primas independencia y el rango de una corporación. Así, se crearon 11 oficinas de control de materias primas que abarcaban toda la economía excepto el carbón, cuya dirección quedó bajo la Oficina Belga del Carbón. La prueba RF 165 demuestra esto.

La ejecución de las normativas fue garantizada por una serie de textos promulgados por las autoridades belgas en Bruselas. Promulgaron en particular un decreto del 3 de septiembre de 1940 en virtud del cual las organizaciones belgas recuperaban las oficinas que los alemanes habían abandonado.

Las funciones de estas oficinas correrían distintas suertes: aunque surgidas del Ministerio de Economía belga, eran controladas estrechamente por el mando militar alemán. En esta dirección, se completó el control de la producción belga con el nombramiento de "Comisionados de Explotación", según la ordenanza del 29 de abril de 1941, presentada como prueba RF 166. El Artículo 2 de este texto define los poderes de los Comisionados.

" ...El deber del Comisionado es hacer que funcione o mantener funcionando la empresa bajo su cargo, garantizar el cumplimiento de las órdenes según el plan, y tomar todas las medidas que incrementen la producción de la empresa".
El declive de las oficinas de control de materias primas comenzó con una ordenanza del 6 de agosto de 1942 que promulgaba un principio que prohibía la fabricación de ciertos productos y ordenaba el uso de ciertas materias primas. Esta ordenanza se encuentra en el libro de documentos como prueba RF 167.

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La supervisión de las oficinas de control de materias primas se organizó pronto con el nombramiento para cada una de ellas de un Comisionado alemán, seleccionado por el Reichs-stelle competente.

A partir de los últimos meses de 1943, la Oficina Rustungsobmann del Ministerio de Armamento, dirigido por el Ministro Speer, adoptó el hábito de pasar sus órdenes directamente sin recurrir al canal de las oficinas de control de materias primas.

Antes incluso de esta fecha se habían tomado medidas para prevenir cualquier iniciativa que no estuviera de acuerdo con los objetivos bélicos alemanes. Además, incluso antes de la ordenanza anterior del 6 de agosto de 1942 es adecuado mencionar la ordenanza del 30 de marzo de 1942 que hace que la creación o ampliación de empresas comerciales queden sujetas a autorización previa del comandante militar.

En el informe de la administración militar en Bélgica que ya se ha citado, el Jefe del Estado Mayor, Raeder, especifica que sólo en el periodo de enero a marzo de 1943, de 2.000 fundiciones, 400 fueron cerradas por trabajar irracionalmente o por ser inútiles para los objetivos bélicos. El cierre de estas factorías parece haber sido causado no tanto por la preocupación por una producción racionalizada como por el malicioso deseo de obtener por poco precio herramientas y máquinas valiosas.

En relación a esto es apropiado analizar la creación de la Oficina del Fondo de Máquinas. El informe antes citado de la administración militar en Bélgica, en su sección 11, páginas 56 y siguientes, es especialmente importante en este aspecto. He aquí un fragmento del texto alemán, el último párrafo de la página 56 en la traducción al francés, las últimas líneas de la página 56.

EL PRESIDENTE: Ese fragmento que leyó sobre el acusado Raeder, ¿es de la prueba RF 169 o de la 170?

Sr. DELPECH: Sr. Presidente, hablé ayer del jefe de la sección de admnistración, Raeder. Era jefe de sección en Bruselas. No tiene nada que ver con el acusado aquí presente.

EL PRESIDENTE: Ya veo, muy bien.

Sr DELPECH: prueba RF 171, segundo párrafo del texto francés. El párrafo habla de: transacciones del Fondo de Máquinas.

"Queda probado con un rápido vistazo a las operaciones del fondo que se han estudiado y las que se han llevado a cabo. Se han gestionado quinientas sesenta y siete demandas por un valor total de 4,5 millones de Reichsmark".
Raeder proporcionó varias cifras.

Las saltaré, y paso al final del primer párrafo, página 57 del texto alemán.

"La base legal para la confiscación de estas máquinas fue la Convención de La Haya de 1907, Artículos 52 y 53. El texto de la Convención de La Haya, que permite las confiscaciones sólo para el beneficio y necesidades de la potencia ocupante, era aplicable a las circunstancias de 1907, es decir, un tiempo en el que las acciones bélicas se limitaban a áreas estrechamente definidas en la práctica y sólo el frente militar sufría operaciones bélicas. En vista de las limitaciones especiales de la guerra, era evidente que lo dicho en la Convención de La Haya estipulando que las confiscaciones se hicieran solamente para satisfacer las necesidades de la potencia ocupante eran suficiente para las necesidades de la guerra. Sin embargo, la guerra moderna, que con su expansión hasta la guerra total ya no tiene limitaciones espaciales, convirtiéndose más bien en una guerra de pueblos y espacios económicos que luchan unos contra otros, requiere que las normas de la Convención de La Haya se mantengan y sus principios se interpreten análogamente según las necesidades de la guerra moderna".
Paso al final de esta cita:

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"Cuando al requisar algo se hizo referencia a la ordenanza del comandante militar del 6 de agosto de 1942, fue para dar a conocer a la población belga la interpretación análoga necesaria de las normas de la Convención de La Haya en la que se basó la confiscación".
Tal interpretación puede dejar a los juristas preguntándose si no habían sido formados en la escuela del nacionalsocialismo. Puede justificar en cualquier caso el pillaje de la industria y la subyugación de la producción belga.

Estas pocas consideraciones demuestran lo sutiles y variados que eran los métodos empleados por los alemanes para lograr sus objetivos en la esfera económica. De la misma forma que en las declaraciones anteriores sobre operaciones de compensación y la utilización de los costes de ocupación, hacen posible especificar los métodos usados para recaudar cuantiosas contribuciones de la economía belga.

Mientras que en ciertos sectores como la agricultura y el transporte ha sido posible evaluar el alcance del pillaje económico con una cierta exactitud, hay por otro lado numerosos sectores industriales donde aún no se puede hacer esa evaluación. Es cierto que una parte considerable de las pérdidas industriales es debida a las operaciones de compensación, especialmente por la confiscación de suministros. Será por tanto necesario limitarnos a las directricas de la política aplicada por los alemanes.

Podemos examinar brevemente la forma en la que el expolio económico tuvo lugar en tres sectores: industria, agricultura y transporte.

Primero el sector industrial: las estadísticas de la compensación en primer lugar proporcionan indicaciones sobre las obligaciones totales impuestas a las diversas ramas industriales.

Sobre este asunto el informe de la administración militar en Bélgica, que citaré una y otra vez, da los siguientes detalles, brevemente resumidos. Desde el primer momento de la ocupación los alemanes exigieron un inventario de sumininistros a los que iban a imponer considerables impuestos, en especial textiles y metales no ferrosos.

Me limitaré a algunas breves observaciones sobre textiles y metales no ferrosos. El ejemplo de la industria textil es especialmente revelador: justo antes de la invasión la industria textil belga, con sus 165.000 trabajadores, era la segunda más importante del país, después de la metalúrgica. Con el pretexto de evitar el agotamiento de los muy importantes suministros aún disponibles entonces, una ordenanza del 27 de julio de 1940 prohibió a la industria textil trabajar a más del treinta por ciento de su capacidad de 1938. Sólo en el periodo de enero a mayo de 1940, las confiscaciones fueron de no menos de mil millones de francos belgas; afectaron notablemente en particular a cerca de la mitad de la reserva de lana disponible en el país el 10 de mayo de 1940, y a cerca de un tercio de la reserva de algodón bruto.

Por otro lado, el cierre forzoso de fábricas fue para los alemanes una excusa excelente para llevarse, con el pretexto de contratos de alquiler, equipo sin uso; si no, era requisado a bajo precio. La ordenanza del 7 de septiembre de 1942, que se encuentra en el libro de documentos y es la prueba RF 174, expuso la forma en la que se cerrarían las fábricas ejerciendo el derecho concedido a las autoridades de ocupación; y también daba el derecho a disolver ciertos negocios y grupos industriales y ordenar su liquidación. La consolidación de empresas fue el pretexto dado. En el mes de enero de 1944 se había parado el sesenta y cinco por ciento de las fábricas textiles.

No entraré en los detalles de esta operación, y paso a la página 58 del informe. El informe de la administración militar alemana citado antes da cifras particularmente significativas sobre la producción. De una producción total de la industria de la lana de 72.000 toneladas en el periodo de mayo de 1940 a finales de junio de 1944, con un valor de 397 millones de Reichsmark, las entregas al mercado alemán y al belga fueron las siguientes:

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El mercado alemán, 64.700 toneladas, 314 millones de Reichsmark. El mercado belga, 7.700 toneladas, 83 millones de Reichsmark.
En esas cifras se encuentra el expolio completo de la industria textil.

El consumo belga sufrió obviamente mucho debido a la política alemana de dirigir el mercado textil. El mismo informe de la administración militar proporciona otros detalles, declarando que en 1938 las necesidades de productos textiles ascendían en Bélgica a una media mensual de 12 kilos. Las cifras para los años de la ocupación son las siguientes:

1940 a 1941 - 2,1 kilos por persona
1941 a 1942 - 1,4
1942 a 1943 - 1,4
1943 a 1944 - 0,7
El agotamiento del consumo belga bajo los alemanes se puede ver en estas dos cifras: 12 kilos por persona en 1938; 0,7 kilos al final de la ocupación.

El Gobierno Belga da desde otro ángulo los siguientes detalles sobre el pillaje de esta producción. Las entregas obligatorias a Alemania durante la ocupación ascendieron a:

Hilo de algodón, alrededor del 40 por ciento de la producción.
Lino, 75 por ciento.
Rayón, 15 por ciento.
Finalmente, un gran porcentaje de las reservas textiles que quedaron en Bélgica se lo terminó llevando los alemanes a través de compras en el mercado belga, compras de productos acabados o manufacturados. El equivalente de estas entregas forzosas se puede encontrar generalmente en las estadísticas de la compensación, a no ser que se correspondan con costes de ocupación tergiversados.

He terminado con los productos textiles. En cuanto a la industria de metales no ferrosos, Bélgica era en 1939 el mayor productor en Europa de metales no ferrosos, de cobre, plomo, zinc y estaño. Las estadísticas incluidas en el informe del mando militar, que se encuentran en la prueba RF 173, proporcionarán pruebas al Tribunal.

El 18 de febrero de 1941, en relación con el Plan de Cuatro Años, la Oficina de Metal del Reich y el Mando Supremo del Ejército elaboraron un plan sobre el metal que planificaba:

El consumo belga;
Los pedidos alemanes;
Las exportaciones al Reich.


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