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Juicio a los Principales Criminales de Guerra Alemanes

En Nuremberg, Alemania
Del 7 de enero al 19 de enero de 1946

Trigésimo Sexto Día: Jueves, 17 de enero de 1946
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Cuando decidió el 7 de marzo de 1936 renunciar al Tratado de Lucerna y reocupar de inmediato el área desmilitarizada de Renania, quebrantando los artículos 42 y 43 del Tratado de Versalles, el Gobierno Alemán alegó que al hacerlo respondía al pacto alcanzado y firmado el 2 de mayo de 1935 entre Francia y la URSS y ratificado el 27 de febrero de 1936 por la Cámara de Diputados Francesa. Alegaba que este pacto era contrario al Tratado de Lucerna. Fue un mero pretexto que nadie se tomó en serio. Los líderes nazis querían comenzar a construir la Línea Sigfrido lo antes posible en el área desmilitarizada de Renania para impedir una intervención militar de Francia en ayuda de sus aliados orientales. La decisión del 7 de marzo de 1936 fue el preludio a las agresiones dirigidas contra Austria, Checoslovaquia y Polonia.

Internamente, se logró el rearme gracias a un plan de medidas económicas y financieras que afectó a todos los aspectos de la vida nacional. Todo el sistema económico fue dirigido hacia los preparativos para la guerra. Los miembros del Gobierno proclamaron la prioridad de la fabricación de armamento sobre cualquier otra rama de producción. La política se puso por delante de la economía. El Führer declaró: "El pueblo debe resignarse durante algún tiempo a tener racionada la mantequilla, la manteca y la carne para que el rearme pueda proceder al ritmo deseado". El pueblo alemán no protestó en contra de esta orden. El Estado intervino para incrementar la producción de sucedáneos que pudieran ayudar a aliviar la insuficiencia de materias primas y que permitieran al Reich, en caso de guerra, mantener el nivel de producción necesario para el Ejército y la Fuerza Aérea, incluso si las importaciones se convertían en algo difícil o imposible. El acusado Goering inspiró en septiembre de 1936 la planificación del Plan de Cuatro Años, y dirigió su aplicación, poniendo el sistema económico de Alemania en pie de guerra. Se garantizaron los gastos que conllevaba este rearme gracias al nuevo sistema de tratados de trabajo. El acusado Schacht, durante los tres años y medio que estuvo al frente del Ministerio de Economía del Reich, creó esta maquinaria financiera, y jugó así un papel muy destacado en los preparativos militares, como él mismo recordó, después de dejar el Ministerio, en un discurso que dio en noviembre de 1938 en el Consejo Económico de la Academia Alemana.

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Alemania logró así en tres años volver a tener un gran ejército y formar en el plano técnico una organización totalmente dedicada a la guerra futura. El 5 de noviembre de 1937, al exponer su plan de política interior a sus colaboradores, Hitler estuvo en condiciones de declarar que el rearme prácticamente se había completado.

(Se hizo un receso)

Sr. FRANCOIS DE MENTHON: A la vez que el Gobierno de Hitler daba al Reich los medios económicos y financieros para una guerra de agresión, llevaba a cabo los preparativos diplomáticos para esa guerra tratando de tranquilizar a las naciones amenazadas durante el periodo que era indispensable para rearmarse, y tratando también de mantener a sus eventuales adversarios separados unos de otros.

En un discurso del 17 de mayo de 1933, Hitler, pidiendo una revisión del Tratado de Versalles, declaró que no tenía intención de conseguirlo por medio de la fuerza. Declaró que admitía "las exigencias legítimas de todos los pueblos" y afirmó que no quería "germanizar a los que no son alemanes". Deseaba "respetar los derechos de otras nacionalidades".

El Pacto de No Agresión Germano-Polaco alcanzado el 26 de enero de 1934, que mantendría tranquilo durante un tiempo al Gobierno de Varsovia y lo llevaría a una sensación de falsa seguridad, tenía como objetivo principal bloquear cualquier acción de la política francesa. En una obra publicada en 1939 y titulada "Deutschlands Aussenpolitik 1933-39", un autor oficial, el Profesor Von Freytag-Loringhoven, escribió que el objetivo esencial de este pacto era paralizar la acción de la alianza franco-polaca y "echar abajo todo el sistema francés".

El 26 de mayo de 1935, diez días después de renunciar a las cláusulas militares del Tratado de Versalles, Alemania comenzó negociaciones con Gran Bretaña que tendrían como resultado el Acuerdo Naval del 18 de junio de 1935, negociaciones que tenían como objetivo tranquilizar a la opinión pública británica mostrando que, aunque el Reich deseaba volver a ser una gran potencia militar, no tenía intención de volver a construir una flota poderosa.

Inmediatamente después del plebiscito del 13 de enero de 1935 que decidió la vuelta del territorio del Sarre al Reich, Hitler declaró formalmente que "no haría ni una sola demanda territorial más a Francia".

Utilizaría la misma táctica con Francia hasta finales de 1938. El 6 de diciembre de 1938 Ribbentrop fue a París a firmar la Declaración Franco-Alemana que acordaba "las fronteras definitivas" entre los dos países y que declaraba que los dos Gobiernos estaban decididos "con la reserva de sus relaciones particulares con terceras potencias, a consultarse mutuamente en cuestiones donde hubiera intereses comunes que pudieran tener algún riesgo de provocar dificultades internacionales"; esperaba entonces aún, citando al embajador francés en Berlín, "estabilizar la paz en el Oeste para tener las manos libres en el Este".

¿No hizo Hitler las mismas promesas a Austria y Checoslovaquia? Firmó el 11 de julio de 1936 un acuerdo con el Gobierno de Viena que reconocía la independencia de Austria, una independencia que destruiría 20 meses después. Por medio del Pacto de Munich del 29 de septiembre de 1938, prometió posteriormente garantizar la integridad del territorio checo... ¡territorio que invadió menos de seis meses después!

De todas formas, ya el 5 de noviembre de 1937, en una reunión secreta mantenida en la Cancillería del Reich, Hitler había dado a conocer a sus colaboradores que había llegado la hora de resolver por la fuerza el problema del espacio vital requerido por Alemania. La situación diplomática era favorable para Alemania. Había adquirido una superioridad armamentística que corría el riesgo de ser solamente temporal. Se debía pasar a la acción sin mayor demora.

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Comenzó así la serie de agresiones que ya se han detallado ante este Tribunal. También se les ha explicado que estas agresiones se cometieron quebrantando tratados internacionales y los principios de la Ley Internacional. De hecho, la propaganda alemana no negó esto en aquel tiempo. Simplemente decía que esos tratados y esos principios "habían perdido cualquier sentido de la realidad con el paso del tiempo". En otras palabras, negaba el valor de la palabra dada, y afirmaba que los principios que eran la base de la Ley Internacional habían quedado obsoletos. Es un razonamiento coherente con las doctrinas nacionalsocialistas, que como hemos visto no reconocen ninguna Ley Internacional y dicen que cualquier medio es justificable si sirve a los intereses de la raza alemana.

Sin embargo, es interesante examinar los diversos argumentos que empleó la propaganda alemana para justificar la agresión planeada mucho tiempo atrás.

Alemania expuso en primer lugar sus intereses vitales. ¿No se le podía excusar que ignorara las normas sobre los derechos de los pueblos cuando acometía una lucha por la supervivencia de su pueblo? Necesitaba la expansión económica. Tenía el derecho y el deber de proteger a las minorías alemanas en el extranjero. Estaba obligada a liberarse del cerco que las Potencias Occidentales estrechaban en torno al Reich.

La expansión económica fue una de las razones que Hitler planteó incluso a sus colaboradores más cercanos en las reuniones secretas que mantuvo en 1937 y 1939 en la Cancillería del Reich. Dijo: "las necesidades económicas son la base de la política de expansión de Italia y Japón. También guían a Alemania".

¿No habría podido la Alemania de Hitler haber tratado de satisfacer estas necesidades por medios pacíficos? ¿Consideró abrir nuevas opciones para su comercio exterior a través de negociaciones comerciales? A Hitler no le bastaban esas soluciones. Para resolver los problemas económicos alemanes, sólo vio una vía, hacerse con territorio agrícola, sin duda porque era incapaz de concebir estos problemas bajo alguna forma que no fuera la de la "economía de guerra". Si afirmó la necesidad de obtener este "espacio agrícola", por emplear sus propias palabras, fue porque vio en ello la forma de obtener para la población alemana los recursos alimentarios que la protegerían de las consecuencias de un bloqueo.

El deber de proteger a "las minorías alemanas en el extranjero" era el tema favorito al que recurrió la diplomacia alemana de 1937 a 1939. Obviamente, esto no podía servir como excusa para la destrucción del Estado Checoslovaco o para la creación del "Protectorado Alemán de Bohemia-Moravia". El destino de los "alemanes de los Sudetes", el de los "alemanes de Danzig", era el tema principal de la prensa alemana, de los discursos del Führer y de las publicaciones de la propaganda de Ribbentrop. ¿Es necesario recordar que en la reunión secreta del 5 de noviembre de 1937 en la que Hitler expone a sus asociados el plan de acción a llevar a cabo contra el Estado Checoslovaco, no dice ni una palabra sobre los "alemanes de los Sudetes", y recordar que en la reunión del 23 de mayo de 1939 declara que Danzig no es "el punto principal" de la controversia germano-polaca? El "derecho de las nacionalidades" era, por tanto, en su mente tan sólo un método propagandístico diseñado con el fin de enmascarar el objetivo real, la conquista de "espacio vital".

El cerco dirigido por las Potencias Occidentales contra el Reich es el argumento que Hitler usó cuando el 28 de abril de 1939 renunció al Acuerdo Naval que había firmado en 1935 con Gran Bretaña. La tesis del cerco ocupó mucho espacio en el Libro Blanco Alemán de 1939, sobre los orígenes de la guerra. ¿Es posible hablar de cerco cuando Alemania firmó en mayo de 1939 la alianza con Italia y cuando el 23 de agosto de 1939 firmó el Pacto Germano-Soviético? ¿Y podemos olvidar que los esfuerzos diplomáticos de Francia y Gran Bretaña con respecto a

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Grecia, Rumanía, Turquía y Polonia son posteriores a la destrucción del Estado Checoslovaco y al comienzo del conflicto diplomático germano-polaco? ¿No declaró el Primer Ministro Británico el 23 de marzo de 1939 ante la Cámara de los Comunes que la política británica tenía sólo dos objetivos: evitar que Alemania dominara Europa y "oponerse a un método que con la amenaza del uso de la fuerza obligaba a los Estados débiles a renunciar a su independencia"? Lo que la Alemania de Hitler llamaba "cerco" era simplemente una valla construida con retraso para tratar de contener ambiciones desmedidas.

Pero la propaganda alemana no se limitó a esto. Vimos a uno de sus portavoces destacar el contraste entre la pasividad de Francia y Gran Bretaña en septiembre de 1938 y la resistencia que mostraron en 1939 a la política de Hitler, concluyendo que la paz se habría mantenido si las potencias occidentales hubieran presionado a Polonia para que aceptara las demandas alemanas, al igual que presionaron el año antes a Checoslovaquia. Un argumento extraño, equivalente a decir que Alemania habría estado dispuesta a no ir a la guerra si todas las potencias se hubieran sometido a su voluntad. ¿Es una excusa para los perpetradores de estas violaciones que Francia y Gran Bretaña durante mucho tiempo se opusieran a las violaciones de los derechos de los pueblos por parte de Alemania tan sólo con protestas inefectivas?

La opinión pública en Francia y Gran Bretaña, engañada por las declaraciones de Hitler, puede haber creído que los planes del nacionalsocialismo contemplaban sólo resolver la cuestión de las minorías alemanas. Puede que esperara que hubiera un límite a las ambiciones alemanas, ya que, ignorantes como eran de los planes secretos de los que hoy tenemos pruebas, Francia y Gran Bretaña permitieron a Alemania rearmarse y reocupar Renania en el mismo momento en el que, según el testimonio de Ribbentrop, una respuesta militar por su parte, en marzo de 1936, habría puesto al Reich en una situación crítica. Permitieron las agresiones de marzo y septiembre de 1938, e hizo falta la destrucción del Estado Checoslovaco para que los Aliados vieran claro el alcance de los planes alemanes. ¿Cómo puede alguien sorprenderse de que su actitud cambiara entonces y decidieran resistirse a los planes alemanes? ¿Cómo se puede aún afirmar que se podría haber "comprado" la paz por medio de concesiones en agosto de 1939, si los documentos secretos alemanes demuestran que Hitler estaba decidido a atacar Polonia ya en mayo de 1939, y que se habría sentido "profundamente decepcionado" si hubiera cedido, y que quería una guerra general?

En realidad, la guerra estaba implícita en la llegada al poder de los nacionalsocialistas. Su doctrina llevaba inevitablemente a ella.

Como demostró convincentemente Sir Hartley Shawcross ante este Alto Tribunal, una guerra de agresión es evidentemente un quebrantamiento de la Ley Internacional y, más concretamente, una violación del Tratado General para la Renuncia a la Guerra del 27 de agosto de 1928, con el nombre de Pacto de París, o Pacto Briand-Kellog, del que Alemania es uno de los firmantes. Este Pacto sigue siendo una parte de la Ley Internacional.

¿Puedo volver a leer el Artículo I de este Tratado?

"Las Partes Firmantes declaran solemnemente en nombre de sus respectivos pueblos que condenan el recurso a la guerra para la solución de controversias internacionales y renuncian a ella como instrumento de política nacional en sus relaciones mutuas".
Así pues, las guerras de agresión dejaron en 1928 de ser legales.

Sir Hartley Shawcross les dijo con elocuencia que el Pacto de París, una ley nueva para las naciones civilizadas, era la base de un orden europeo mejor. El Pacto de París, que sigue siendo el estatuto fundamental de la ley de la guerra, marca un paso esencial en la evolución de las relaciones entre Estados. La Convención de La Haya había regulado la "ley sobre ejecución de la guerra". Había instituido la obligación de recurrir al arbitraje como fase previa a cualquier conflicto. Básicamente, estableció una distinción entre los actos de guerra

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a los que permite recurrir la Ley Internacional y la costumbre, y aquellos que prohibe. La Convención de La Haya ni siquiera tocó el principio de la guerra, que permaneció fuera de la esfera legal. Esto es lo que pasó a tener vigencia con el Pacto de París, que regular "el derecho a la declaración de guerra".

Desde 1928 ha ido emergiendo una Ley Internacional de la guerra a partir de su marco de regulaciones. Ha ido más allá del empirismo de la Convención de La Haya para fijar los fundamentos legales del recurso a la fuerza. Toda guerra de agresión es ilegal, y los hombres responsables de provocarla se ponen por voluntad propia fuera de la ley.

¿No significa esto que todos los actos cometidos como consecuencia de esta agresión para llevar a cabo la lucha así comenzada dejan de tener el carácter jurídico de actos de guerra?

¿Puedo citar este bien conocido fragmento de Pascal?

"¿Por qué me matas? ¿No vives al otro lado del agua? Amigo mío, si vivieras en este lado, yo sería un asesino, y sería injusto matarte de la forma en la que lo estoy haciendo, pero como vives en el otro lado, soy un hombre honorable y esto es justo".
Los actos cometidos durante una guerra son ataques a personas y bienes que de por sí están prohibidos, pero aprobados en todas las legislaciones. El estado de guerra puede convertirlos en actos legítimos sólo si la guerra en sí es legítima. Dado que este ya no es el caso, desde la aprobación del Pacto Briand-Kellogg, estos actos pasan a ser pura y simplemente delitos comunes. Como ha argumentado el Juez Jackson ante ustedes con una lógica irrefutable, cualquier recurso a la guerra es un recurso a medios que son de por sí criminales.

Este es el espíritu del Pacto Briand-Kellogg. Su intención era privar a los Estados que lo firmaran del derecho a recurrir, en su interés nacional, a una serie de actos dirigidos contra las personas físicas o contra las propiedades de ciudadanos de una potencia extranjera. Dado este compromiso formal, los que lo han ignorado han ordenado cometer actos prohibidos por la ley de Estados civilizados, y aquí no se aplica ninguna regla especial de la Ley Internacional como las que existían anteriormente y que dejaban estos actos de guerra sin ningún tipo de calificación criminal.

Una guerra perpetuada como quebrantamiento de la Ley Internacional deja de tener el carácter jurídico de guerra. Es en realidad un acto de gangsterismo, una acción sistemáticamente criminal.

Esta guerra, o supuesta guerra, es de por sí no sólo un quebrantamiento de la Ley Internacional, sino también un crimen, ya que supone el comienzo de esta empresa sistemáticamente criminal.

Dado que no podían recurrir legalmente a la fuerza, los que la ordenaron, y que eran los órganos del Estado vinculados a los tratados, deben ser considerados la fuente de las numerosas agresiones contra la vida y las propiedades que castigan severamente todos los códigos penales.

Por supuesto, no se puede deducir de lo anterior la responsabilidad individual de todos los perpetradores de actos de violencia. Es obvio que en un Estado organizado moderno la responsabilidad se limita a aquellos que actúan directamente para el Estado, estando sólo ellos en situación de estimar la legalidad de las órdenes dadas. Sólo ellos pueden y deben ser procesados. La Ley Internacional es tan poderosa que el prestigio de la soberanía de los Estados no la puede reducir a la impotencia. No es posible sostener que los crímenes contra la Ley Internacional deben evitar recibir un castigo porque, por un lado, el Estado es una entidad a la que no se le pueden imputar intenciones criminales y no se le puede castigar, y por otro lado, ningún individuo puede ser considerado responsable de los actos del Estado.

Por otro lado, no se puede objetar que, a pesar de la ilegalidad del principio del recurso a la fuerza por parte de Alemania, otros Estados han admitido la existencia de la guerra, y hablan de la aplicación de la Ley Internacional en tiempo de guerra. Se

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debe de hecho señalar que incluso en el caso de guerra civil las partes han recurrido con frecuencia a estas normas que, hasta cierto punto, canalizan el uso de la fuerza. Esto no implica de ninguna forma que se acepte el principio de su uso. Además, cuando Gran Bretaña y Francia comunicaron a la Liga de Naciones el hecho de que existía el estado de guerra entre ellos y Alemania el 3 de septiembre de 1939, también declararon que al cometer un acto de agresión contra Polonia, Alemania había quebrantado sus compromisos, asumidos no sólo con Polonia, sino también con los demás firmantes del Pacto de París. A partir de ese momento Gran Bretaña y Francia reconocían, de alguna forma, que Alemania había comenzado una guerra ilegal.


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