The Nizkor Project: En Memoria del Holocausto (Shoah)

Nuremberg, crimenes de guerra, crimenes contra la humanidad

Juicio a los Principales Criminales de Guerra Alemanes

En Nuremberg, Alemania
12 de marzo a 22 de marzo de 1946

Octogésimo Segundo Día: Viernes, 15 de marzo de 1946
(7 de 7)


[el Dr. STAHMER continúa con el interrogatorio de HERMANN WILHELM GORING]

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P: El testigo von Brauchitsch declaró el otro día que en mayo de 1944 el Führer decretó medidas muy estrictas contra los llamados aviadores terroristas. ¿Dio usted, de acuerdo con este decreto del Führer, instrucciones de disparar a los aviadores terroristas enemigos o entregarlos al SD?

R: En el concepto "aviadores terroristas" había mucha confusión. Parte de la población, y también de la prensa, llamaba más o menos a todo lo que atacara ciudades, "aviadores terroristas". Había una gran agitación entre la población alemana debido a los muy duros y continuados ataques a las ciudades alemanas, en los que la población vio en parte que los objetivos industriales realmente importantes eran alcanzados con menos frecuencia que las casas y los objetivos no militares. Así, algunas ciudades alemanas tenían grandes daños en sus distritos residenciales, mientras que las industrias de esas ciudades apenas tenían daños.

Entonces, con el aumento de vuelos de fuerzas enemigas sobre Alemania, llegaron los aviones que volaban bajo y atacaban objetivos tanto militares como no militares. Llegaron repetidas veces al Führer informes, y yo también supe de estos informes, según los cuales se estaba atacando a población civil con ametralladoras y cañones, y vehículos individuales que se podían identificar fácilmente como vehículos civiles, así como ambulancias marcadas con cruces rojas, eran atacados. Llegó un informe, lo recuerdo especialmente porque el Führer se alteró mucho debido a él, que decía que habían disparado a un grupo de niños. También se había disparado a hombres y mujeres que hacían cola frente a tiendas. Y estas accciones se denominaban ahora acciones de aviadores terroristas.

El Führer estaba muy alterado. El populacho, en su nerviosismo, recurrió primero al linchamiento, y al principio tratamos de tomar medidas para frenarlo. Me enteré entonces de que se habían dado instrucciones a través de la policía y de Bormann de no tomar medidas contra esto. Aumentaron los informes, y el Führer decretó entonces que se debía fusilar a estos aviadores terroristas, o más bien lo dijo.

Yo había confirmado de antemano, interrogando a los aviadores, la creencia de que a estos aviadores sus superiores les habían prohibido hacer esos ataques, y con sus armas sólo podían atacar objetivos reconocibles como militares.

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Pero, como suele ocurrir en asuntos de esta índole, se convocó a todos los oficiales que tenían algo que ver con esto, y éramos conscientes, como ya ha declarado Brauchitsch, no sólo los que estábamos en la Fuerza Aérea, sino también los del OKW y otros departamentos militares, que sería muy difícil redactar y apoyar una orden sobre este asunto. En primer lugar se tenía que definir de forma concluyente el concepto de "aviador terrorista". Por ello, se fijaron cuatro puntos, y ya se han leído aquí estos puntos.

El debate en este asunto se fue alargando. En general, expresé la opinión de que estos aviadores, ya que sus superiores les habían prohibido hacer estas cosas, podían ser procesados por un tribunal militar. En cualquier caso, no llegamos a ninguna orden concreta tras mucho discutir; y nunca se ordenó a ningún departamento de la Fuerza Aérea que hiciera algo en este sentido.

El documento que dice que el 6 de junio de 1944 nos reunimos Himmler, Ribbentrop y yo en Klessheim y que firma Warlimont, afirma que Warlimont dijo que Kaltenbrunner le había dicho que se había enterado de que había tenido lugar esa reunión. No dice que realmente tuviera lugar. Ese día, el 6 de junio de 1944, es un día muy importante, como ya ha explicado Brauchitsch, ya que es el día en que se invadió Francia. No recuerdo ya exactamente quién vino a Klessheim. Klessheim es un castillo cercano a Berchtesgaden, y se usaba cuando delegaciones aliadas o extranjeras venían de visita.

Durante mucho tiempo había sido costumbre cuando tenían lugar esas visitas de aliados que yo, como Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, no estuviera presente, ya que todos estos visitantes querían por encima de todo, lógicamente, en ocasión de estas conversaciones, la ayuda de la Fuerza Aérea Alemana, y siempre pedían material de combate de la Fuerza Aérea Alemana; es decir, aparatos, todos ellos, Bulgaria, Rumanía, Hungría, Finlandia o Italia, u otros. Asumí el no estar presente en esos casos para que el Führer tuviera ocasión de dar evasivas y decir: "debo consultar primero con el Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea".

Por tanto, ya me había marchado de Berchtesgaden el 3 o el 4, y que yo recuerde, estaba en mis propiedades cerca de Nuremberg. El oficial de Estado Mayor que me acompañaba, el médico y otras personas podrán corroborar esto si es necesario. En las primeras horas de la mañana me enteré de la invasión. Brauchitsch se equivoca en un punto al decir que ya se había informado de esto como una invasión. Por el contrario, en respuesta a mi petición de más información, me dijeron que no se podía saber aún si se trataba de una maniobra de distracción o de la verdadera invasión. Volví por la noche o por la tarde... Lo recuerdo bien, volví después del almuerzo y son unas cuatro horas y media de aquí a Berchtesgaden. Por tanto, no asistí a la reunión sobre este asunto con Ribbentrop o Himmler ni en Klessheim ni en ningún otro sitio, y quiero destacar esto especialmente. Esta reunión la convocó mi asistente, von Brauchitsch, es decir, mi oficial de Estado Mayor, y es él el que le dijo al OKW, sin consultarme antes, que yo opinaba que era correcto un proceso judicial en esos casos. Sin embargo, la cuestión decisiva es que no se dio ninguna orden, ni del Führer ni mía, a ningún departamento de la Fuerza Aérea, ni al campo de tránsito, ni al campo de interrogatorios de Oberursel ni a ninguna sección de las tropas.

Se ha leído aquí un documento referente a un informe del Distrito Aéreo nº 11 que menciona el fusilamiento de aviadores americanos. Creo que eran americanos, y esto se menciona en relación a este asunto porque habla del Distrito Aéreo 11. Examiné el documento, y hay dos apéndices muy detallados. Dice aquí muy clara y concretamente que el Distrito Aéreo nº 11 informó de que una tripulación que se había lanzado en paracaídas y que había sido rescatada del lago por tropas que no pertenecían a la Fuerza Aérea fue fusilada por la policía de camino a la base aérea, se indica el nombre exacto de la comisaría de policía, y que por tanto no llegaron allí, ya que habían sido ejecutados por la

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policía. El Distrito Aéreo 11 informa de estos hechos. En el informe adjunto se indica el nombre de todos los hombres y qué le pasó a cada uno de ellos. A algunos los llevaron a hospitales, otros, como se ha dicho, fueron fusilados. Y todos estos informes y cada hoja individual de informe se puede explicar por el hecho de que se ordenó a las oficinas de los Distritos Aéreos, al igual que a las oficinas competentes, elaborar informes siguiendo un formulario impreso indicando si se trataba de un accidente o un aterrizaje forzoso de un avión nuestro o enemigo, a qué hora, si la tripulación se lanzó o no en paracaídas, si la tripulación murió o murieron sólo algunos, si fueron llevados al campo o al hospital. Y en este caso se informa correctamente de lo siguiente: "La policía le disparó al tratar de escapar, enterrado en tal sitio".

Llegaban a centenares informes de este tipo de aviones nuestros y de aviones hostiles que habían sido derribados con sus tripulaciones en esta gran guerra del aire, y eran distribuidos desde el Distrito Aéreo hacia las oficinas competentes. La Fuerza Aérea no tenía nada que ver en esto; se ve muy claramente en el documento original alemán que se trataba de un mero informe.

Hubo acaloradas discusiones sobre este asunto. Todos los caballeros que hayan participado en las sesiones de informe diarias del Führer recordarán con exactitud que el Führer me dijo repetidas veces de una manera muy hostil que quería saber los nombres y el castigo aplicados a los oficiales que una y otra vez habían protegido a tripulaciones de la ira de la población. No hice que buscaran o arrestaran a estas personas, ni hice que les castigaran. Siempre señalé al Führer que ya había habido varios casos de aviadores nuestros que se habían lanzado en paracaídas y habían sido duramente agredidos por nuestra gente al haberlos confundido, y que por tanto debía insistir repetidamente en nombre de la Fuerza Aérea que se pararan estas cosas.

Hubo una última dura controversia, de nuevo en presencia de muchos caballeros, en la sesión informativa, en la que, cuando volví a referirme a estas cosas, el Führer me interrumpió diciendo: "Sé muy bien que ambas Fuerzas Aéreas han llegado a un acuerdo mutuo de cobardía". A lo que contesté: "No hemos llegado a un acuerdo de cobardía, pero en cierta forma nosotros los aviadores siempre somos camaradas, sin importar lo mucho que luchemos unos contra otros". Todos los caballeros presentes recordarán esto.

P: ¿Cuál fue su actitud, como máxima autoridad judicial de la Fuerza Aérea, hacia los actos punibles cometidos por soldados a sus órdenes en territorio ocupado?

R: Como autoridad judicial suprema, me remitían todos los casos, y pasé muchas horas estudiándolos. Es por ello por lo que le doy una importancia especial al hecho de que testifique aquí el representante legal máximo de la Fuerza Aérea. En muchos casos modifiqué sentencias por ser demasiado blandas, sobre todo si se trataba de casos de violación. En estos casos siempre confirmé la pena de muerte aplicada por el tribunal, a no ser que en casos excepcionales la parte ofendida hiciera una petición de clemencia. Confirmé así la condena a muerte de varios miembros de la Fuerza Aérea que participaron en el asesinato de habitantes de los territorios ocupados, tanto del Este como del Oeste.

No quiero malgastar el tiempo del Tribunal citando varios casos detallados que probarían esto. Aparte de esto, yo era la autoridad judicial para los habitantes de territorios ocupados que comparecían ante un Tribunal de la Fuerza Aérea, como por ejemplo cuando en Francia, Holanda, Rusia u otro país la población civil nativa ayudaba a aviadores enemigos a escapar o cometía actos de sabotaje contra aviones, o llevaba a cabo acciones de espionaje relacionadas con la Fuerza Aérea; es decir, actos punibles que tuvieran relación con la Fuerza Aérea. La situación de guerra exigía, por supuesto, que por lo general aplicáramos medidas estrictas.

Pero querría destacar en esta cuestión que por supuesto, los tribunales nunca aplicaron condenas de muerte a mujeres. En

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todos los casos en los que hubo implicadas mujeres, nunca, a lo largo de todos los años de la guerra, confirmé con mi firma una condena a muerte contra una mujer, ni siquiera en casos de ataques, o colaboración con éstos, que terminaran provocando la muerte de miembros de mi Fuerza Aérea. No confirmé la condena ni siquiera en los peores casos.

P: En las medidas militares y económicas en los territorios ocupados, ¿tuvo en cuenta el que estas medidas respetaran la Convención de La Haya sobre Guerra Terrestre?

R: Estudié las Normas para la Guerra Terrestre de la Convención de La Haya por primera vez justo antes del estallido del conflicto polaco. Al leerlas entonces lamenté no haberlas estudiado mucho más cuidadosamente tiempo atrás. En ese caso le habría dicho al Führer que, en vista de estas Normas para la Guerra Terrestre de la Convención de La Haya, según se habían prescrito párrafo a párrafo, en ningún caso se podía llevar a cabo una guerra moderna, ya que debido a los avances tecnológicos de la guerra moderna era inevitable chocar con las condiciones fijadas en 1906. O se anulaban éstas, o se introducían puntos de vista modernos acordes con los desarrollos técnicos. Mi razonamiento es el siguiente:

Las Normas para la Guerra Terrestre de la Convención de La Haya existentes entonces, las había estudiado, en mi opinión muy correcta y lógicamente, como Normas para la Guerra Terrestre, 1907. Pero de 1939 a 1945 hubo no sólo guerra terrestre. Hubo también guerra área, que no había sido tenida en cuenta, lo que en parte creó una situación totalmente nueva que transformó las Normas para la Guerra Terrestre de la Convención de La Haya en muchos aspectos. Pero eso no es el punto decisivo. Lo importante es que la guerra total moderna se desarrolla, en mi opinión, a lo largo de tres líneas: la guerra de armamento en tierra, mar y aire, la guerra económica, que se ha convertido en una parte integral de toda guerra moderna, y en tercer lugar, la guerra de propaganda, que también es una parte esencial de esta guerra.

Si se reconocen estos principios en base a la lógica, tendrán lugar ciertas desviaciones que, de acuerdo con la letra, pueden ser una violación de la lógica, pero no de acuerdo con el espíritu. Si las Normas para la Guerra Terrestre de la Convención de La Haya indican que las armas del oponente han de ser consideradas botín, debo decir que hoy en día en una guerra moderna las armas del oponente bajo determinadas circunstancias sólo tienen valor como chatarra, y que en cambio ciertos bienes, materias primas, acero, aluminio de alta calidad, cobre, plomo, estaño, son mucho más esenciales como botín de guerra que las armas obsoletas que se puedan capturar al enemigo. Pero aparte de eso, no es sólo una cuestión de materias primas, sin importar la propiedad de éstas. Las Normas para la Guerra Terrestre de la Convención de La Haya indicaban en un punto, no lo recuerdo ahora mismo, que se pueden confiscar las cosas que sean necesarias, pero sólo si se ofrece una compensación. Eso no es el factor decisivo, como se podría creer. Lo decisivo es el hecho de que en esta guerra moderna y en esta guerra económica, que es la base para cualquier avance en el conflicto, los suministros deben considerarse algo absolutamente necesario para la guerra, y deben estar disponibles para su uso para la guerra, primero de todo en el sector alimentario, como base de cualquier acción de la guerra, y después de eso, las materias primas para el área industrial. Pero los lugares de producción y la maquinaria son también parte de la guerra económica. Si hasta el momento han servido al oponente en la industria directamente relacionada, o en la indirecta, o en la de apoyo, deben pasar a servir al que ahora tenga en su poder estos medios de producción, aunque sólo sea temporalmente durante el armisticio o en los territorios ocupados. En este aspecto, la cuestión de la mano de obra ejerce naturalmente un papel mucho mayor en la guerra económica que el que ejercía en las guerras que sirvieron como referencia para las Normas para la Guerra Terrestre de la Convención de La Haya. En

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1907 las guerras más recientes, la Guerra Ruso-Japonesa, y quizás las Guerras Bóer, que tuvieron lugar sin embargo bajo circunstancias completamente distintas, guerras que a fines prácticos están décadas atrás, pudieron servir como ejemplo. Una guerra por aquel entonces, entre dos ejércitos, en el que la población apenas se veía implicada, no se puede comparar con la guerra total de hoy, en la que todos, hasta los niños, se ven arrastrados a experimentar la guerra a través de la introducción de la guerra aérea.

En mi opinión, la mano de obra, y por tanto, los trabajadores y su uso al momento son también una parte integral de la guerra económica. Así, la intención no es explotar al trabajador para que sufra daños físicos, sino aprovechar plenamente su capacidad de trabajo.

Uno de los testigos mencionó recientemente lo que supone estar en un territorio ocupado donde todavía se combate y donde se permanece durante años mientras crecen una, dos, tres, cuatro y cinco nuevas quintas y permanecen en casa sin trabajar.

EL PRESIDENTE: Dr. Stahmer, ¿existe la posibilidad de que el acusado acabe esta noche?

Dr. STAHMER: Esta es la última pregunta.

EL PRESIDENTE: Por favor, continúe.

EL TESTIGO:

R: La cuestión de la deportación de trabajadores, por tanto, se tiene que examinar también desde este punto de vista, es decir, que nos vimos obligados a introducirla como medida de seguridad. También tuvimos que utilizar mano de obra, y además, había que llevarse especialmente a los que no tenían trabajo en su país y suponían un peligro ya que podían unirse a la resistencia clandestina que se estaba alzando contra nosotros.

Se reclutó a estas quintas para trabajar en Alemania por cuestiones básicas de seguridad, para que no se quedaran ociosos en su país y estuvieran así a disposición del trabajo y de la lucha contra nosotros, y porque además había que usarlos en beneficio nuestro en la guerra económica.

En tercer lugar, quiero mencionar estas cosas muy brevemente y para terminar, la guerra de propaganda. En un punto de la Acusación también se menciona que requisamos radios, y eso es un hecho. La guerra de propaganda ha tenido una gran importancia, y ningún país experimentó tan fuertemente como Alemania la propaganda enemiga que se difundía por medio de la radio hasta el último rincón del territorio. Todos los grandes peligros de los movimientos clandestinos, la guerra partisana, los movimientos de resistencia y los sabotajes, y todo lo relacionado con esto, y finalmente también esta guerra, este rencor y este ambiente, han sido llevados al extremo por esta lucha mutua a través de la radio.

Asimismo, todas las atrocidades y actos similares que ocurrieron, que no se deberían tolerar, son a fin de cuentas, si se piensa con calma, atribuibles principalmente a la guerra de propaganda.

Por tanto, las Normas para la Guerra Terrestre de la Convención de La Haya no son en mi opinión un instrumento que se pueda usar como base para una guerra moderna, ya que no tienen en cuenta los principios esenciales de esta guerra, la guerra aérea, la guerra económica y la guerra de propaganda.

Y en este punto querría decir las mismas palabras que pronunció uno de nuestros más grandes, importantes y duros oponente, el Primer Ministro británico Winston Churchill: "En la lucha entre la vida y la muerte, en el fondo, no hay ninguna legalidad".

EL PRESIDENTE: Se levanta la sesión.

(Se levantó la sesión hasta el 16 de marzo de 1946 a las 10:00).


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