The Nizkor Project: En Memoria del Holocausto (Shoah)

Nuremberg, crimenes de guerra, crimenes contra la humanidad

Juicio a los Principales Criminales de Guerra Alemanes

En Nuremberg, Alemania
12 de marzo a 22 de marzo de 1946

Octogésimo Primer Día: Miércoles, 13 de marzo de 1946
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[el DR. STAHMER continúa con el interrogatorio de HERMANN WILHELM GORING]

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P: He hecho que le pasen un registro de esa conversación. Lo ha presentado la fiscalía... Ustedes ya han presentado el contenido. ¿Podría por favor examinarlo?

R: Sí. Le doy importancia a que se lea de este documento sólo esos fragmentos, no los puedo encontrar con tanta rapidez, en los que me refiero al hecho de que

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consideraba importante que el Gobierno Inglés enviara a Austria lo antes posible a personas en las que confiara para que pudieran ver por si mismas la situación real; y en segundo lugar, los fragmentos en los que menciono que íbamos a celebrar un plebiscito de acuerdo con el Estatuto del Plebiscito del Sarre y que, fuera cual fuera el resultado, lo aceptaríamos. Podía prometer eso porque sabía personalmente y tenía claro que una mayoría aplastante votaría en favor del Anschluss.

Llego ahora a la parte decisiva, la marcha de las tropas. Ese era el segundo punto en el que el Führer y yo no opinábamos lo mismo. El Führer quería que la marcha sobre Austria se hiciera en respuesta a una petición del nuevo Gobierno de Seyss-Inquart, es decir, el Gobierno que deseábamos, que debía pedir la venida de las tropas para mantener el orden en el país. Yo estaba en contra de esto, no en contra de la marcha sobre Austria, estaba en favor de la marcha bajo cualquier circunstancia, tan sólo en contra de las razones a aducir. Aquí teníamos una diferencia de opinión. Ciertamente existía la posibilidad de disturbios en Viena y en Wiener-Neustadt porque algunos de los marxistas austriacos, que ya anteriormente había iniciado un alzamiento armado, tenían armas. Eso, sin embargo, no tenía una importancia decisiva. Lo que era de una importancia absoluta era que entraran tropas alemanas de inmediato en Austria con efectivos suficientes para evitar que algún país vecino cayera en la tentación de aprovechar la ocasión para reclamar territorio, aunque fuera un solo pueblo austriaco.

Querría señalar que en ese momento aún no estaba clara la actitud de Mussolini hacia la cuestión austriaca, aunque el año anterior había hecho todo lo posible para que fuera así. Los italianos seguían mirando con ansia el Tirol Oriental. No había olvidado las cinco divisiones del Paso del Brénero. Los húngaros hablaban mucho de Burgenland. Los yugoslavos habían mencionado alguna vez Carintia, pero creo que les había dejado claro que eso era una locura. Para cortar de raíz esas esperanzas, quería sin lugar a dudas que las tropas alemanas entraran en Austria con el lema: "Ha tenido lugar el Anschluss; Austria es una parte de Alemania y por tanto está automática y completamente bajo la protección del Reich Alemán y sus Fuerzas Armadas".

El Führer no quería remarcar con tanta fuerza esta manifestación extranjera y política y finalmente me dijo que le indicara a Seyss-Inquart que enviara un telegrama a tal efecto. El hecho de que estuviéramos de acuerdo en el punto decisivo, la marcha sobre Austria, ayuda a explicar la conversación telefónica en la que le dije a Seyss-Inquart que no hacía falta que enviara un telegrama, que podía hacerlo por teléfono. Esa fue la razón. La aprobación de Mussolini no llegó hasta las 11:30 de la noche. Es conocido el alivio que eso supuso para el Führer.

La noche de ese mismo día, después de haber aclarado todo y cuando se podía ver de antemano el resultado, fui al Club Flieger, a donde había sido invitado varias semanas antes a un baile. Menciono esta invitación porque esto se ha descrito aquí como una maniobra de distracción. Pero la invitación habia sido enviada, creo, incluso antes de que tuviera lugar la conferencia de Berchtesgaden. Allí vi a casi todos los diplomáticos. Nada más llegar me llevé a un lugar más tranquilo a Sir Neville Henderson, el Embajador británico. Hablé con él durante dos horas y le expuse todas las razones, y le expliqué todo, y también le pedí que me dijera, esa misma pregunta le hice después a Ribbentrop, si alguna nación del mundo entero se vería perjudicada de alguna manera por nuestra unión con Austria. ¿A quién le estábamos quitando algo y a quién estábamos causando un daño? Dije que esto era una pura restitución, que ambas partes habían estado unidas bajo el Imperio Alemán durante siglos y que habían sido separadas sólo por los acontecimientos políticos.

Cuando el Führer voló a Austria a la mañana siguiente, me ocupé de todos los asuntos del Reich en su ausencia, como es sabido. Prohibí por el momento la vuelta de la llamada Legión Austrica, era un

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grupo de personas que habían salido de Austria durante los primeros tiempos del periodo de lucha, porque no quería disturbios de ninguna clase. En segundo lugar, sin embargo, también me aseguré de que al norte del Danubio, es decir, entre la frontera checoslovaca y el Danubio, sólo marchara un batallón a través de los pueblos, para que Checoslovaquia viera con eso que era un asunto meramente germano-austriaco. Ese batallón tenía que marchar por allí para que las ciudades al norte del Danubio también participaran en la alegría general.

En relación a esto quiero destacar dos puntos como conclusión:

(1) El Sr. Messersmith dice en su extensa declaración jurada que antes del Anschluss hice varias visitas a Yugoslavia y Hungría para ganarme el apoyo de estas naciones al Anschluss, y que le había prometido a Yugoslavia una parte de Carintia. En respuesta a estas declaraciones, sólo puedo decir que no entiendo en absoluto estas declaraciones. Mis visitas a Yugoslavia y los demás países balcánicos tenían como fin mejorar las relaciones, en particular las relaciones comerciales, que eran muy importantes para mi debido al Plan de Cuatro Años, y si en algún momento Yugoslavia hubiera exigido aunque fuera un solo pueblo de Carintia, habría dicho que ni siquiera respondería a esa cuestión, porque si hay un país que sea alemán hasta la médula, es Carintia.

(2) En la Acusación se habla de una "guerra de agresión contra Austria". La guerra de agresión se lleva a cabo disparando, arrojando bombas... Pero sólo se lanzó una cosa; flores. Quizás, sin embargo, la fiscalía se refería a otra cosa, y en eso estoy de acuerdo. Yo personalmente siempre había declarado que haría todo lo posible para asegurarme de que el Anschluss no perturbara la paz, pero que a la larga, si siempre se nos negaba esto, personalmente estaba dispuesto a recurrir a la guerra para alcanzar este objetivo: devolver a estos alemanes a la Madre Patria. Era una guerra por Austria, no contra Austria.

Creo que he expuesto brevemente los hechos relativos a Austria, y concluyo declarando que en este asunto soy más bien yo, y no el Führer, quien ha de asumir una responsabilidad total y completa por todo lo ocurrido.

P: La noche anterior a la marcha de las tropas sobre Austria usted habló también con el Dr. Massny, el Embajador checoslovaco. En esa ocasión se supone que usted hizo unas declaraciones dando su palabra de honor. ¿Qué puede decirnos de esa conversación?

R: Le agradezco que finalmente pueda dar una explicación clara de esta "palabra de honor" que se ha mencionado con tanta frecuencia en los últimos meses y que ha sido tan incriminatoria para mi.

He mencionado que esa noche casi todos los diplomáticos estaban en el baile. Después de hablar con Sir Neville Henderson y volver a la sala de baile, vino hacia mi el Embajador checoslovaco, el Dr. Massny, muy alterado y temblando, y me preguntó qué estaba pasando esa noche y si teníamos intención también de marchar sobre Checoslovaquia. Le di una breve explicación y le dije: "No, se trata tan sólo de la anexión de Austria; no tiene absolutamente nada que ver con su país, sobre todo si ustedes se mantienen apartados de este asunto".

Me dio las gracias y al parecer se fue a hablar por teléfono. Pero poco después volvió aún más agitado, y tuve la impresión de que debido a su agitación, difícilmente iba a ser capaz de entenderme. Le dije entonces en presencia de otras personas: "Su Excelencia, escúcheme atentamente. Le doy mi palabra de honor de que se trata tan sólo de la anexión de Austria, y que no habrá ni un solo soldado alemán que ni siquiera se acerque a la frontera checoslovaca. Ustedes deben asegurarse de que no haya ninguna movilización por parte de Checoslovaquia que pueda causar dificultades en este preciso instante". Dijo estar de acuerdo.

En ningún momento le dije: "Le doy mi palabra de honor de que nunca tendremos ningún interés en Checoslovaquia". Lo único que él quería era

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una explicación de este hecho en particular, en este momento en particular. Le di esta explicación en particular porque ya había declarado claramente antes que la solución del problema de los alemanes de los Sudetes sería necesaria en algún momento y de alguna manera. Nunca le ofrecí una declaración dando mi palabra de honor sobre una solución final, y además no habrá podido hacerlo, ya que antes había hecho declaraciones en otro sentido. Por el momento, se trataba de dar una explicación relativa a los hechos en Austria. Le podía garantizar por mi honor que no se tocaría Checoslovaquia en ese momento, ya que aún no habíamos tomado ninguna decisión, al menos en lo que respecta al momento, sobre Checoslovaquia o sobre la solución al problema de los Sudetes.

P: El 15 de marzo de 1939 Hitler y el Presidente Hacha mantuvieron una conversación. ¿Estuvo usted presente en esa conversación, y qué papel ejerció usted?

R: Eso fue el comienzo del establecimiento del Protectorado en Checoslovaquia. Después de Munich, es decir, después del Pacto de Munich y de la solución del problema de los alemanes de los Sudetes, el Führer y algunos de sus colaboradores habían tomado una decisión militar según la cual, en caso de que surgieran nuevas dificultades tras el Pacto de Munich o que surgieran de la ocupación de estas zonas, las autoridades militares tendrían que tomar ciertas medidas de precaución, ya que tras la ocupación de las zonas las tropas que habían estado preparadas para el "Caso Verde" habían sido desmovilizadas. Pero en cualquier momento podía tener lugar algún acontecimiento que se volviera extremadamente peligroso para Alemania.

Basta recordar la interpretación que hizo entonces la prensa y radio rusas del Pacto de Munich y la ocupación de los Sudetes. El lenguaje difícilmente habría podido ser más duro. Había habido una conexión entre Praga y Moscú desde hacía tiempo. Praga, decepcionada por el Pacto de Munich, podía ahora reforzar sus lazos con Moscú. Vimos señales que apuntaban a eso, en especial entre el Cuerpo de Oficiales checos, y nos informaron de ellos. Por tanto, en caso de que esto acabara siendo peligroso para Alemania, se habían dado instrucciones a los diversos departamentos militares para que tomaran medidas preventivas, como era su deber. Pero esa orden no tiene nada que ver con ninguna intención de ocupar el resto de Checoslovaquia.

Fui a la Riviera a finales de enero, mis primeras vacaciones largas, y durante ese tiempo me aparté de todas las cuestiones de trabajo. A primeros de marzo, para mi sorpresa, llegó un mensajero del Führer con una carta en la que el Führer me informaba que el desarrollo de los acontecimientos en Checoslovaquia era tal que no podía dejar que las cosas siguieran impunemente como estaban. Se estaban volviendo cada vez más una amenaza para Alemania, y estaba decidido a resolver la cuestión al momento eliminando Checoslovaquia como fuente de peligro justo en el centro de Alemania, y que estaba por tanto considerando la ocupación de ese país.

Durante mis vacaciones había conocido a muchos ingleses en San Remo, y me di cuenta de que habían aceptado Munich y lo encontraban muy satisfactorio, pero que cualquier otro incidente o exigencia sobre Checoslovaquia causaría una agitación considerable.

Envié una respuesta por carta con el mensajero. Quizás esté entre las toneladas de documentos en poder de la fiscalía. Entiendo muy bien que no lo presenten, ya que sería un documento que me serviría de atenuante. En esta carta expuse mis puntos de vista al Führer y le escribí más o menos lo siguiente: que si esto ocurría ahora, sería una grave pérdida de prestigio para el Primer Ministro Británico, Chamberlain, y creía que difícilmente sobreviviría a eso. Entonces, lo más probable sería que el Sr. Churchill llegaría al poder, y el Führer ya conocía la actitud de Churchill hacia Alemania. En segundo lugar,

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nadie lo entendería, debido a que había pasado tan poco tiempo desde que habíamos fijado las bases de un apaciguamiento general. En tercer lugar, consideraba que podía calmarle diciéndole lo siguiente: que creía que el peligro que quería eliminar por medio de la ocupación de Checoslovaquia se podría eliminar con métodos menos apresurados, que evitarían cualquier cosa que pudiera agitar Checoslovaquia y otros países. Estaba convencido, principalmente, de que desde que se habían separado los Sudetes y desde que Austria era parte de Alemania, lograr una penetración económica en Checoslovaquia era sólo cuestión de tiempo. Es decir, esperaba que por medio de unos lazos económicos fuertes llegaríamos a una unión en comunicaciones, aduanas y moneda, que satisfaría los intereses económicos de ambos países. Si esto tenía lugar, la Checoslovaquia soberana estaría tan estrechamente vinculada políticamente a Alemania y a los intereses alemanes que yo no creía que pudiera volver a surgir ningún peligro.

Sin embargo, si Eslovaquia expresaba su deseo de ser independiente muy bruscamente, no debíamos impedirlo, todo lo contrario, podíamos apoyarlo, ya que entonces, por supuesto, la cooperación económica se volvería aún más estrecha, porque si Eslovaquia se secesionaba, ambos países tendrían que mirar hacia Alemania en cuestiones económicas, y con estos asuntos, ambos países se interesarían por Alemania y podrían vincularse muy estrechamente con Alemania.

Esa carta, de la que acabo de indicar lo esencial, se la llevó el mensajero.

EL PRESIDENTE: ¿Es buen momento para hacer un descanso?

(Se hizo un receso).

Dr. STAHMER: ¿Puede continuar, por favor?

EL TESTIGO: Me indicaron que fuera a Berlín lo antes posible. Llegué a Berlín por la mañana, y el Presidente Hacha llegó esa misma noche. Le expuse verbalmente al Führer los puntos que había indicado en mi carta. El Führer me mostró ciertas pruebas que tenía en su poder de que la situación en Checoslovaquia había empeorado.

Este Estado se había desintegrado debido a la secesión de Eslovaquia, pero no era la cuestión decisiva. Me mostró documentos del Servicio de Inteligencia que indicaban que había comisiones de aviación rusas en los aeródromos, o al menos en algunos, y que esas cosas no respetaban lo acordado en el Pacto de Munich. Dijo que temía que Checoslovaquia, más aún ahora si Eslovaquia se separaba, sería usada como base aérea rusa contra Alemania.

Dijo que estaba decidido a eliminar este peligro. El Presidente Hacha había solicitado una entrevista, o eso me dijo entonces, y llegaría por la noche, y quería que yo estuviera presente en la Cancillería del Reich.


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