The Nizkor Project: En Memoria del Holocausto (Shoah)

Nuremberg, crimenes de guerra, crimenes contra la humanidad

Juicio a los Principales Criminales de Guerra Alemanes

En Nuremberg, Alemania
12 de marzo a 22 de marzo de 1946

Octogésimo Día: Miércoles, 13 de marzo de 1946
(8 de 10)


[el Dr. STAHMER continúa el interrogatorio de HERMANN WILHELM GORING]

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P: ¿A quién acusaron?

R: Se acusó principalmente a Hitler, y naturalmente a todos los demás presentes que fueron detenidos. Estuve en la Alta Baviera durante varios días en estado crítico, y después me llevaron a la frontera, me arrestaron allí, y la Policía Bávara me trajo de vuelta. Le pregunté a Hitler si debía comparecer en el juicio; me rogó encarecidamente que no lo hiciera, y eso fue bueno. El proceso no se pudo hacer a puerta cerrada porque declaré que si se hacía así, tenía intención de hacer declaraciones públicas sobre el juicio.

Tras mi recuperación, pasé un año en Italia, y después en otros países. En el año 1926 ó 1927 se declaró una amnistía general para todas las personas implicadas en los diferentes incidentes ilegales, si es que tengo que denominarlos así, provocados no sólo por nosotros, sino también por los izquierdistas y los campesinos. Pude así volver a Alemania.

La siguiente vez que vi a Hitler fue en 1927, cuando mantuvimos una breve conversación en Berlín. En ese momento yo no era un miembro activo del Partido; quería primero

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hacerme de nuevo con una situación que me permitiera no depender de nadie. No volví a ponerme en contacto con Hitler hasta pasados unos meses. Poco antes de las elecciones de mayo de 1928 al Reichstag, Hitler me llamó y me dijo que quería que figurara entre los primeros puestos de la lista del candidatos al Reichstag del Partido Nacionalsocialista, y me preguntó si estaba de acuerdo, y le dije que sí. También me preguntó si mi actividad en el Partido en un grado mucho mayor...

P: Una pregunta, ¿se había unido usted mientras tanto a las SA?

R: No, por aquel entonces ya no tenía ninguna relación con las SA. Durante ese tiempo hubo nuevos nombramientos en las SA, y el nuevo líder de las SA, von Pfeffer, lógicamente, quería conservar su puesto, y no le habría gustado verme tener una relación cercana con ese organismo.

P: Entonces, después de 1923, ¿usted ya no ejerció ningún cargo en las SA?

R: Dejé de tener un cargo activo en las SA después de 1923. Hasta que tuvo lugar la toma del poder, en una fecha posterior, cuando se crearon los llamados cargos honoríficos, no recibí como nombramiento honorífico el rango máximo de las SA. Pero volviendo a 1928, fui elegido para el Reichstag y a partir de entonces recorrí el país como portavoz del Partido.

Se habían vuelto a crear las SA en no recuerdo qué año, y ya no se limitaban a Baviera, tenían presencia en todo el Reich.

P: ¿Las prohibieron en 1923?

R: En 1923 quedaron prohibidas indefinidamente.

P: ¿Cuándo se anuló esta prohibición?

R: No lo sé con exactitud, pero sea como sea, fue antes de que volviera a Alemania. En cualquier caso, se habían extendido por toda Alemania y ahora eran urgentemente necesarian. Todos los grandes partidos del momento tenían sus así llamadas unidades de lucha. Recuerdo que era especialmente activo el Frente Rojo, una agrupación de las unidades de combate de los comunistas, nuestros más duros oponentes, con los que teníamos frecuentes choques y que muy frecuentemente trataban de reventar nuestros mitines. Existía también la Reichsbanner, la organización de los socialdemócratas del Partido Democrático; y también la Stahlhelm, una organización nacionalista de la derecha. Y entonces, estaban nuestras SA.

Querría destacar que en aquella época las SA sufrieron mucho con frecuencia. La mayoría de los hombres de las SA procedían de las masas; eran empleados de bajo rango, hombres que participaban tan sólo por idealismo y que tenían que trabajar tardes y noches sin recibir ninguna paga, y que lo hacían tan sólo por su fe real en la Madre Patria. Era frecuente que acabaran heridos graves, y a varios los dispararon en los enfrentamientos. El Gobierno les perseguía. No podían ser funcionarios; un funcionario no podía pertenecer a las SA. Tenían que aguantar una presión terrible. Querría señalar que sentía el máximo afecto y respeto por estos hombres, estos hombres de las SA, que no estaban motivados, como se ha dicho aquí, simplemente a hacer algo cruel, siendo más bien hombres que se expusieron voluntariamente a las pruebas y vejaciones más duras debido a su idealismo y a sus objetivos, y que renunciaron a muchas cosas para llevar a cabo sus ideales.

P: ¿Cuál fue el cargo que ejerció en el Partido en el periodo que va de 1928 a la toma del poder?

R: No tenía ningún cargo en el Partido. Nunca fui un líder político del Partido, aunque parezca extraño, ni en la dirección del Partido del Reich ni en ningún otro sitio. Fui principalmente, como dije, un miembro del Reichstag y por tanto un miembro del grupo parlamentario del Partido en el Reichstag, y a su vez, el portavoz del Partido, es decir, viajaba de ciudad en ciudad y hacía todo lo posible para hacer crecer al Partido, reforzarlo, conseguir y convencer a nuevos miembros, y especialmente, ganarme a seguidores del comunismo y el marxismo para crear en el Partido una base amplia de todos los sectores del pueblo.

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A mediados de 1932, después de que tuvieran lugar numerosas elecciones que supusieron una enorme cantidad de actividad electoral y la celebración de muchos mitines, dos o tres diarios, que con frecuencia duraban toda la noche, nos convertimos en el Partido más fuerte, y fui elegido Presidente del Reichstag, y asumí así una función política concreta.

Poco antes, a finales de 1931, cuando vi que el Partido había crecido enormemente y seguía ampliándose, el Führer me dijo que le gustaría mucho tener un representante directo que no dependiera de un cargo en el Partido y que pudiera llevar a cabo negociaciones políticas. Esta persona no debía estar vinculada a ningún cargo del Partido concreto. Me preguntó si quería asumir esta función, especialmente teniendo en cuenta que vivía en la capital del Reich.

Asumí este encargo, no era un cargo, más bien un encargo de carácter general. Con unas pocas frases me dio la libertad de negociar con todos los Partidos, desde los comunistas hasta la extrema derecha, para, digamos, llevar a cabo una acción conjunta específica en el Reichstag u otros pasos políticos adecuados, naturalmente también, a la vez, trabajando para diseminar e introducir nuestros ideales en todos los círculos.

Entre estos círculos había, como ya se ha mencionado, grupos industriales y clericales. Dado que tenía conexiones y acceso a todos estos círculos, era evidente que el Führer me consideraba especialmente preparado para esta tarea, ya que podía confiar plenamente en mi en este aspecto y sabía que emplearía todas mis fuerzas para llevar a cabo nuestras ideas. Como Presidente del Reichstag, mi trabajo en este aspecto se convirtió en algo muy fácil, ya que ahora estaba, por así decir, legalmente autorizado, e incluso obligado, a participar en hechos políticos.

Si, por ejemplo, dimitía un Gobierno en el Reichstag o caía por una moción de confianza, era mi deber, como Presidente del Reichstag, sugerirle al Presidente del Reich, tras negociar con los partidos, las posibilidades que existían en mi opinión de crear un nuevo gobierno de coalición. Así, el Presidente del Reich siempre tenía que recibirme ejerciendo esta función para tratar estos asuntos. Por tanto, pude establecer una conexión muy estrecha entre el Presidente del Reich y yo, aunque debo destacar que esta conexión ya existía antes; era un hecho que el Mariscal de Campo von Hindenburg siempre iba a estar dispuesto a recibirme si lo pedía, ya que me había conocido durante la Primera Guerra Mundial.

P: ¿Qué papel ejerció usted en el nombramiento de Hitler como Canciller del Reich?

R: Querría tan sólo explicar primero que, aunque he dicho que no ejercí ningún cargo en el Partido, ningún cargo político, mi posición en él se había vuelto cada vez más fuerte de una forma natural, especialmente desde finales de 1931, momento a partir del cual empecé a trabajar cada vez más y más con el Führer, siendo considerado su mano derecha, pero sólo sobre la base de una autoridad normal y natural que se incrementó enormemente tras la toma del poder. En cuanto a mi papel en el nombramiento de Hitler, para explicar esto al Tribunal, debo describir primero brevemente la situación. El equilibrio entre los partidos con representación parlamentaria se había visto alterado ya a finales de 1931 o principios de 1932. Las cosas iban mal en Alemania y no se podía conseguir ninguna mayoría parlamentaria adecuada y duradera, y ya entonces la Ley de Autorización en vigor había causado una anulación en parte de la Constitución. Recuerdo el Gabinete Bruning, que tuvo que trabajar en su mayor parte con la Ley de Autorización y que en aquel tiempo estaba también grandemente afectado por el Artículo 48 de la Constitución del Reich. Después vino el Gabinete de von Papen, que tampoco pudo establecer una base más firme o más duradera con el Parlamento. Herr von Papen trató en ese momento de hacerlo posible y, para lograr una base parlamentaria, pidió a los nacionalsocialistas, el partido más fuerte en ese momento que, junto con los demás Partidos, establecieran

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esa base. Hubo conversaciones, se había indicado el nombre de von Papen al Presidente como candidato a Canciller del Reich, y se decía que Hitler tenía que ser el Vicecanciller de este Gabinete. Recuerdo que le dije a Herr von Papen en aquel momento que Hitler podía ser muchas cosas, pero nunca un "Vice". Fuera lo que fuese, tenía que estar en el cargo supremo, y sería insoportable e inconcebible poner a nuestro Führer en cualquier cargo de "Vice". En ese caso, tendría que haber sido dirigido, algo imposible para nosotros. Y Hitler, como representante del partido más fuerte, habría tenido que encubrir estas cuestiones. Declinamos categóricamente la oferta. No quiero insistir en esto porque Herr von Papen se sienta en el banquillo conmigo y sabe que siempre le respeté personalmente, pero le dije entonces, después de que esta sugerencia no llevara a nada, que no sólo no le apoyaríamos, sino que nos opondríamos a su Gabinete en el Reichstag con todas nuestras fuerzas, al igual que nos enfrentaríamos por coherencia a cualquier Gabinete que no nos ofreciera una influencia líder en la Cancillería.

Entonces tuvo lugar, no recuerdo exactamente cuántos meses gobernó Herr von Papen, el famoso choque entre él y yo, él como Canciller del Reich, yo como Presidente del Reichstag, con el que tenía intención de derribar su Gobierno, y sabía que los comunistas iban a presentar una moción de confianza en la que participaría prácticamente todo el mundo. Era simplemente necesario convocar esta moción de confianza bajo cualquier circunstancia para mostrarle al Presidente del Reich que no se podía gobernar con Gabinetes que no tuvieran alguna clase de fuerte reserva. Vi el portafolios rojo, y sabía que en él estaba la orden de disolución, pero permití primero que se llevara a cabo la votación. von Papen recibió treinta y dos votos, y quinientos en contra. El Gabinete von Papen dimitió.

Llegados a este punto, todos los Partidos, a excepción de los muy pequeños, habían formado Gabinetes. Ya se había presentado al pueblo a todos los hombres disponibles. En los últimos tiempos el Ministro de Defensa del Reich, von Schleicher, se había convertido cada vez más en la figura política que actuaba tras el escenario. Había por tanto sólo dos posibilidades: o se tenía en cuenta la proporción real de poder y como era lo acostumbrado se convocaba al líder del Partido más fuerte y se le otorgaba este poder, o se presentaba al hombre que estaba actuando tras el escenario, la única otra posibilidad. Ocurrió esto último. Herr von Schleicher asumió la cancillería debido especialmente, y esto es importante, al cargo de Ministro de Defensa del Reich. Y teníamos claro, y no sólo nosotros, sino también el resto de partidos, que dado que Herr von Schleicher tenía muchos menos simpatizantes que Herr von Papen y no podría reunir una mayoría, estaba buscando establecer una dictadura militar. Mantuve negociaciones con Herr von Schleicher y le dije que en ese momento podía ser posible formar una mayoría parlamentaria. A través de diversas reuniones logré unir a los nacionalistas alemanes, a los nacionalsocialistas, al Centro, al Partido del Pueblo Alemán y a grupos de apoyo más pequeños, para formar una mayoría. Tenía claro que esa mayoría era temporal porque los conflictos de intereses eran demasiado grandes. Pero me resultaba indiferente la manera en la que llevar a nuestro Partido al poder. Si se conseguía con negociaciones parlamentarias, muy bien; si se conseguía por medio de un nombramiento del Presidente del Reich, mucho mejor.

Herr von Schleicher abandonó las negociaciones, ya que sabía que de esta forma no llegaría a Canciller. De nuevo se aprobaron Leyes de Emergencia y Leyes de Autorización. Así, ya antes de nuestra toma del poder el Reichstag había sido más o menos excluido.

De inmediato le lancé a Herr Schleicher en el Reichstag el mismo desafío que había lanzado a von Papen, pero con mucha más energía. Mientras tanto, habían tenido lugar las elecciones presidenciales, y después unas elecciones al Reichstag en las que, tras la disolución del Gabinete von Papen, perdimos varios escaños, pasando

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de 232 a 196. En enero hubo más elecciones, que indicaron un extraordinario aumento en favor de nuestro partido y probaron que la breve crisis había sido superada, y que el Partido era más fuerte que nunca.

El domingo 22 de enero de 1933 estaba en Dresde en un gran mitin político cuando el Führer me llamó por la mañana y me dijo que fuera a Berlín de inmediato. Llegué esa tarde, y me dijo, aunque ya lo sabía, que el Presidente del Reich ya no estaba contento con von Schleicher y veía que la situación política no podía continuar de esta manera; nunca se conseguía nada; el Presidente del Reich había llegado por su cuenta a la conclusión de que de alguna forma se debía confiar ahora la responsabilidad al partido más fuerte. Hasta ese momento, de una manera muy ingeniosa, se había creado una equivocada mala impresión del Führer en la mente del anciano caballero, y tenía prejuicios hacia él; probablemente le ofendía la palabra socialismo, porque la entendía de una manera diferente.

Entonces Hitler me reveló brevemente que esa noche yo iba a ir a hablar con el hijo del Mariscal de Campo en la casa de Herr von Ribbentrop. Creo que también se esperaba la presencia de Herr von Papen y, no estoy seguro de esto, de Meissner, que era el Secretario de Estado del Presidente del Reich. El hijo del Mariscal de Campo quería averiguar en nombre de su padre cuáles eran las posibilidades de que Hitler fuera Canciller y de la inclusión del Partido en el gobierno. En una conversación más bien larga le dije al hijo que debía decirle a su padre que de una manera u otra, von Schleicher llevaría a un naufragio. Le expliqué las nuevas condiciones básicas para formar un nuevo Gobierno, y entonces supe de la disposición del Mariscal de Campo a confiar a Hitler la cancillería, considerando así al partido como la base principal para una futura mayoría de gobierno, si Adolf Hitler lograba también en esta ocasión convencer a los nacionalistas alemanes y al Stahlhelm para que se unieran, ya que quería una base nacionalista bien definida. El Stahlhelm no era un partido con representación parlamentaria, pero tenía muchos seguidores. Los nacionalistas alemanes de Hugenberg eran un partido con representación parlamentaria.

No hablamos de muchas más cosas esa noche. Le dije al hijo de von Hindenburg que le podía decir a su padre que sin duda me pondría a trabajar en esto, y el Führer me ordenó encargarme de las negociaciones durante la semana siguiente con estos partidos por un lado y con el Presidente del Reich por otro. Había dificultades aquí y allá. Vi que nuestra concesión...

EL PRESIDENTE: Creo que haremos un descanso ahora.

(Se hizo un receso).

Dr. STAHMER:

P: Estaba usted hablando de su participación en el nombramiento de Hitler como Canciller del Reich. Continúe.

R: Había llegado al periodo decisivo final. Las negociaciones se habían vuelto algo difíciles porque el Mariscal de Campo, el Presidente del Reich von Hindenburg, que hasta entonces sólo conocía al Führer personalmente por dos conversaciones y que aún no había superado su desconfianza hacia él, instigada y nutrida durante muchos años por diversas influencias, simplemente porque no le conocía, exigió en ese momento restricciones más duras, por lo que nosotros, como el partido más fuerte y ahora el principal, el que tenía que hacerse cargo de la nación y aplicar medidas en el futuro, nos íbamos a ver relativamente muy restringidos en nuestro margen de maniobra, y con una representación muy débil en el Gobierno en relación a nuestra fuerza.

No hay que olvidar que en este momento Alemania había llegado al punto más bajo de su caída. 8,000.000 parados; todos los programas habían fracasado; ya nadie confiaba en los partidos; había un crecimiento muy fuerte del sector revolucionario izquierdista; e inseguridad política. En consecuencia, eran necesarias las medidas que el pueblo esperaba de nosotros si llegábamos al Gobierno, y que teníamos que defender, y era una carga muy pesada

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asumir esa responsabilidad con esas restricciones políticas tan duras. Von Hindenburg marcó las siguientes condiciones:

(1) Fueran cuales fuesen las circunstancias, Herr von Papen tenía que ser el Vicecanciller de este Gabinete. Aparte de su simpática personalidad, Herr von Papen no nos aportaba nada, ya que no había ningún partido que lo apoyara. El Presidente del Reich exigió sin embargo que además Herr von Papen estuviera presente cuando el Führer, tras ser nombrado Canciller del Reich, hiciera el acostumbrado informe al Presidente del Reich. Sin embargo, el propio Presidente del Reich desistió muy rápidamente de esta exigencia.

(2) El Ministerio de Exteriores, independiente de todos los partidos, tenía que estar en manos de Herr von Neurath. Herr von Neurath tampoco nos aportaba ningún poder político, aunque sí sus conocimientos y habilidades.

(3) El cargo de Ministro Presidente de Prusia, que después del de Canciller del Reich, fue siempre el más importante en Alemania en el periodo de posguerra, debía ser asumido también por Herr von Papen. Antes de la Guerra Mundial, como es sabido, los cargos de Canciller del Reich y Ministro Presidente de Prusia siempre se otorgaban por estas razones a la misma persona.

(4) El cargo de Ministro del Reich de Defensa tenía que estar también en manos de un independiente, un soldado. El Presidente del Reich escogió al General von Blomberg, en aquel tiempo miembro de la Conferencia de Desarme de Ginebra, para ejercer ese cargo, y no expresamos ninguna opinión. Ni el Führer ni yo conocíamos personalmente a Herr von Blomberg por aquel entonces.

Aunque los cargos esenciales, decisivos y más importantes del Gabinete quedaron así ocupados por personas en cuya elección no habíamos tenido ninguna influencia, surgieron aún más exigencias a lo largo de la semana. Se exigió que el Ministerio de Hacienda quedara en manos del Conde Schwerin-Krosigk, nuevamente un hombre carente del apoyo de un partido político. El Ministerio de Transportes tenía que quedar en manos de Herr von Eltz, del que se podía decir lo mismo. El líder del Stahlhelm, Seldte, tenía que formar parte del Gabinete. No hay duda de que el Stahlhelm era un movimiento grande y con numerosos miembros, pero no lo era políticamente, y no tenía ni un solo diputado en el Reichstag.

Quedaba sólo como partido político real el Partido Nacional Alemán, con 36 escaños, nuestro único aliado parlamentario, por así decir. También se hicieron exigencias extraordinarias, que no se correspondían en absoluto con la pequeñez de ese partido.

Finalmente, y siendo el partido más fuerte del momento con 232 escaños, sólo recibimos lo siquiente, que yo recuerde: el cargo de Canciller del Reich, por supuesto; el Dr. Frick como Ministro del Reich de Interior; y yo, como tercer miembro del Gabinete del Reich, con el cargo de Comisario del Reich para Aviación, es decir, una sección subordinada muy pequeña, una rama insignificante de un pequeño departamento de aviación del Ministerio de Transporte, no un departamento como tal. Pero después logré convertirme, sin condiciones, en el Ministro de Interior de Prusia, y por tanto, en un Ministro del Estado alemán más grande, ya que Prusia fue realmente el lugar en el que comenzó la toma del poder interno.

Era por tanto un asunto extremadamente difícil. La formación del Gabinete estuvo a punto de fracasar en el último momento debido a dos factores. El Führer había exigido incondicionalmente que poco después del nombramiento del nuevo Gabinete tuvieran lugar nuevas elecciones al Reichstag, sabiendo que el partido se iba a ver enormemente reforzado e iba a tener la posibilidad de formar él solo una mayoría y estar en situación de formar una plataforma de gobierno por medios parlamentarios.

Hugenberg, el líder del Partido Nacional Alemán, se opuso rotundamente a esto, sabiendo que su partido probablemente desaparecería en esas

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elecciones. Incluso cinco minutos antes de la primera reunión del Gabinete hubo peligro de que se rompiera por esta razón. Fue una suerte que en ese momento el Presidente del Reich tomara juramento a los nuevos ministros. Y así se formó el Gabinete.

El segundo peligro provenía de Schleicher, que, a través de su confidente, nos hizo el domingo la siguiente oferta al Führer y a mi: quería señalar que el Presidente del Reich no era un factor seguro para el nuevo Gobierno. Consideraba que los objetivos se cumplirían mejor si él, aunque se había retirado del cargo el día antes, se unía a nosotros para formar gobierno, claramente sin una base parlamentaria de ninguna clase, sino en base a una situación totalmente nueva, una coalición del Reichswehr y el NSDAP.

El Führer rehusó, viendo que era imposible y que las intenciones no eran honestas.

Cuando el lunes por la mañana llegó Herr von Blomberg a la estación de tren desde Ginebra, recibió dos órdenes, una de Herr von Hammerstein, Jefe del Estado Mayor del Ejército y su superior, de presentarse ante él de inmediato, y la otra de Hindenburg, su Comandante en Jefe, en términos similares.

En aquel momento existía la amenaza, conocida por pocos, de un golpe de Schleicher y Hammerstein, utilizando a la guarnición de Potsdam.

El domingo por la noche le señalé esto al Presidente del Reich von Hindenburg, y esa es la razón por la que Herr von Blomberg fue nombrado Ministro de Guerra, o en aquel momento Ministro del Reich de Defensa, dos horas antes que el resto del Gabinete, evitando así movimientos del Reichswehr.

El Gabinete se formó a las 11 de la mañana del 30, y Hitler fue nombrado Canciller del Reich.


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