The Nizkor Project: En Memoria del Holocausto (Shoah)

Nuremberg, crimenes de guerra, crimenes contra la humanidad

Juicio a los Principales Criminales de Guerra Alemanes

En Nuremberg, Alemania
12 de marzo a 22 de marzo de 1946

Octogésimo Día: Miércoles, 13 de marzo de 1946
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EL PRESIDENTE: Dr. Stahmer, el Tribunal considera que debe volver a interrogar al testigo ahora, y que si quiere hacer una solicitud para volver a llamar a declarar al testigo, tendrá que fundamentar muy sólidamente su petición. Puede presentar por escrito una solicitud para volver a llamar a declarar al testigo en un momento posterior, pero debo señalarle que el interrogatorio de este testigo no ha sido relevante sólo para el caso del acusado Goering. Es un miembro del Estado Mayor, y como se le ha indicado al comienzo de una parte del interrogatorio de la acusación, es una de las personas acusadas, y por tanto su testimonio puede ser relevante para Goering, pero también para el Estado Mayor. ¿Lo tiene claro?

Dr. STAHMER: Sí, lo entiendo. Pero lógicamente, sólo puedo hacerle preguntas a un testigo si conozco los hechos. No estoy en esa situación en este momento, debido a que los documentos citados eran completamente desconocidos para mi, y que yo sepa, la fiscalía tiene intención de ofrecernos este material.

EL PRESIDENTE: Los documentos se los presentaron al testigo, y como digo, el Tribunal estudiará cualquier solicitud que haga después pidiendo que se vuelva a llamar a declarar a este testigo, pero puede continuar ahora con su interrogatorio y terminar con este testigo.

Dr. STAHMER: En este momento no tengo más preguntas para el testigo.

EL PRESIDENTE: Muy bien. Entonces el testigo puede retirarse.

Dr. LATERNSER (abogado del Estado Mayor y el OKW): Sr. Presidente, he observado esta mañana que se ha llamado acusado dos veces al testigo. La primera vez ha sido un miembro de la fiscalía, y ahora lo ha hecho usted. En primer lugar, ha comparecido aquí como testigo, y en segundo lugar, no se ha acusado a los miembros individuales del grupo, sino al grupo en sí, así que no es correcto llamar acusado al testigo.

EL PRESIDENTE: Dr. Laternser, posiblemente ha sido una inexactitud llamarle acusado, pero es un miembro del Estado Mayor. Creo que Sir David Maxwell Fyfe dejó claro que sólo quería indicar que era miembro del grupo que la Acusación pide al Tribunal que declare criminal. Eso es todo lo que quería decir, y sólo le estaba señalando al Dr. Stahmer que las preguntas formuladas no eran necesariamente relevantes para el caso del acusado Goering, pero podían ser relevantes, y sólo relevantes, para el caso del Estado Mayor.

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Dr. LATERNSER: Sr. Presidente, entiendo a la perfección la situación individual de los generales. Tan sólo quería evitar que se llame ahora acusados a los generales, ya que no lo son. Por eso he querido intervenir.

EL PRESIDENTE: Muy bien.

Dr. STAHMER: Si el Tribunal está de acuerdo, quiero que suba al estrado a declarar el antiguo Reichsmarschall, el acusado Hermann Goering.

(HERMANN WILHELM GOERING, acusado, subió al estrado y declaró lo siguiente):

EL PRESIDENTE: ¿Puede por favor decir su nombre?

R: Hermann Goering.

EL PRESIDENTE: Repita este juramento.

Juro por Dios el Todopoderoso y Omnisciente que diré toda la verdad y que no me guardaré ni añadiré nada.

(El testigo repitió el juramento).

EL PRESIDENTE: Puede sentarse si lo desea.

Dr. STAHMER:

P: ¿Cuándo y dónde nació?

R: Nací el 12 de enero de 1893 en Rosenheim, Baviera.

P: Relate al Tribunal brevemente su vida hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial, pero por favor, brevemente.

R: Educación normal, primero educado en casa; después en el cuerpo de cadetes, después oficial en activo. Unos pocos puntos importantes y relacionados con los hechos posteriores de mi vida: el hecho de que mi padre fue el primer Gobernador de África del Suroeste; sus contactos de aquel entonces, en especial con dos estadistas británicos, Cecil Rhodes y Chamberlain padre; el fuerte sentimiento de lealtad de mi padre hacia Bismarck; las experiencias de mi juventud, de la que pasé la mitad en Austria, haciéndome sentir un estrecho vínculo, como un pueblo hermano. Al comienzo de la Primera Guerra Mundial, era teniente en un regimiento de infantería.

P: ¿Cuál fue su rango en la Primera Guerra Mundial?

R: Como acabo de mencionar, al comienzo era teniente de un regimiento de infantería, durante las llamadas batallas fronterizas. En octubre de 1914 me uní a la Fuerza Aérea como observador. En junio de 1915 me convertí en piloto, al principio con un avión de reconocimiento, después, durante un breve tiempo, con un bombardero, y en otoño de 1915 pasé a ser piloto de caza. Me hirieron gravemente en un combate aéreo. Tras mi recuperación, me nombraron líder de un escuadrón de caza, y después de la muerte de Richthofen, pasé a ser el comandante del famoso "Escuadrón Richthofen".

P: ¿Qué condecoraciones de guerra obtuvo?

R: Primero la Cruz de Hierro de Segunda Clase, después la Cruz de Hierro de Primera Clase, después el León de Zaehring con Espadas, la Orden de Karl Friedrich, la Hohenzollern con Espadas de Tercera Clase, y finalmente la Orden al Mérito, la condecoración más alta posible.

P: Cuéntele al Tribunal cuándo y en qué circunstancias conoció usted a Hitler.

R: Querría mencionar de antemano un hecho básico. Tras el colapso en la Primera Guerra Mundial, tuve que desmovilizar mi escuadrón. Rechacé la petición de ingresar en el Reichswehr porque desde el primer momento me opuse totalmente a la república que había llegado al poder por medio de la revolución. No podía casar esto con mis convicciones. Poco después me fui al extranjero para buscar trabajo. Pero unos años después sentí la necesidad de volver a mi país. Al principio pasé bastante tiempo en una cabaña de caza en las montañas y me dediqué a estudiar. Quería participar de alguna manera en el destino de mi país. No podía y no quería hacer eso como oficial por las razones mencionadas. Tenía primero de todo que poner las bases necesarias, y asistí a la Universidad de Munich para estudiar Historia y Ciencias Políticas. Me afinqué en las cercanías de Munich y compré una casa

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para mi mujer allí. Un día, un domingo de noviembre u octubre de 1922, volvió a saltar a un primer plano la petición de extradición de nuestros líderes militares debido a una manifestación de protesta en Munich. Fui a esta manifestación como espectador, sin tener ninguna relación con ella.

Hablaron allí varios portavoces de partidos y organizaciones. Al final, también se pidió a Hitler que hablara. Había oído su nombre mencionado brevemente alguna otra vez, y quería oír lo que tenía que decir. Declinó hablar, y por la pura coincidencia de que yo estaba cerca, pude oír las razones por las que se negó. No quería alterar la unanimidad de la manifestación: no se veía en situación de hablar, según dijo él, a estos "dóciles piratas burgueses". Consideraba que no tenía sentido lanzar protestas sin nada que las sustentara. Esto me creó una profunda impresión; yo opinaba lo mismo.

Hice averiguaciones y me enteré de que la noche del lunes siguiente podría oír hablar a Hitler, ya que celebraba un mitin todas las noches de lunes. Fui, y Hitler habló de esa manifestación, de Versalles, del Tratado de Versalles, y de la ruptura de ese tratado.

Dijo que las protestas vacías como la del domingo no tenían sentido, que una protesta sólo tiene éxito si hay un poder apoyándola y dándole peso. Mientras Alemania siguiera siendo débil, este tipo de cosas no conseguirían nada.

Esta convicción concordaba palabra por palabra con lo que yo sentía. Unos días después fui a la oficina del NSDAP. En aquel momento no sabía nada del programa del NSDAP, y tan sólo sabía que era un pequeño partido. También había investigado otros partidos. Cuando tuvieron lugar las elecciones a la Asamble Nacional, había votado a los demócratas con una actitud totalmente apolítica. Después, cuando vi a quién había votado, dejé de interesarme por la política. Ahora, finalmente, veía a un hombre que tenía un objetivo claro y definido. Quería al principio simplemente hablar con él para ver si podía ayudarle de alguna manera. Me recibió de inmediato, y después de presentarme, me dijo que era un acontecimiento extraordinario el que nos conociéramos. Nos pusimos a hablar de las cosas que más nos afectaban, como la derrota de nuestra Madre Patria, y de que nadie podía alegrarse de eso.

El tema central de esta conversación fue de nuevo Versalles. Le dije que estaba completamente a su disposición, así como todo lo que poseía, para este, en mi opinión, esencial y decisivo asunto: la lucha contra el Tratado de Versalles.

El segundo punto que me impresionó enormemente en aquella época, y que sentía muy profundamente, y que consideraba realmente una condición básica, era el hecho de que me explicaba extensamente que era imposible, en las condiciones predominantes, a través de la cooperación con los únicos elementos que en aquel momento se consideraban nacionales, ya fueran los llamados partidos políticos nacionalistas, o los que aún se llamaban Nacionales, o los clubes existentes entonces, las organizaciones de combatientes, los Cuerpos Libres, etc., con sólo estas personas no era posible llevar a cabo una reorganización en la dirección de un fuerte impulso nacional por parte del pueblo alemán, al menos no mientras las masas obreras alemanas se opusieran a esta idea. Sólo se podía levantar de nuevo Alemania reclutando a las masas obreras alemanas. Esto sólo se podía lograr haciendo sentir de verdad el deseo de liberarse de las insoportables cadenas del Tratado de Versalles a las masas populares, y eso sólo se podía lograr a través de la unión de la idea nacional y de un objetivo social.

En aquella ocasión me ofreció por primera vez una maravillosa y profunda explicación del concepto de nacionalsocialismo; la unión del concepto de nacionalismo por un lado, y del de socialismo por otro, que demostraría ser el portador absoluto tanto del socialismo como del nacionalismo, el nacionalismo, si se me permite decirlo así, del mundo burgués, y el socialismo del

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mundo marxista. Teníamos que aclarar estos conceptos, y además de la unión de las dos ideas teníamos también que crear un nuevo vehículo para estos pensamientos.

Pasamos entonces al aspecto práctico, en el que me pidió por encima de todo que le apoyara en un punto. Dentro del partido, aun siendo pequeño, había hecho una selección especial de las personas que eran seguidores convencidos, y que estaban dispuestos en cualquier momento a dedicarse completamente y sin reservas a la difusión de nuestra idea. Dijo que yo mismo sabía lo fuertes que eran el marxismo y el comunismo en todas partes en aquel momento, y que había podido exponer sus puntos en el mitin sólo gracias a que se había enfrentado a una fuerza física que estaba causando altercados en el mitin recurriendo a otra fuerza física que protegía el mitin. A tal fin había creado las SS. Los líderes de aquel entonces eran muy jóvenes, y durante mucho tiempo había estado buscando un líder que se hubiera distinguido de alguna manera en la última guerra, que había ocurrido hacía muy pocos años, para poder ejercer así la autoridad necesaria. Siempre había intentado encontrar para este trabajo a un aviador o tripulante de submarinos con la Medalla al Mérito, y le parecía un golpe de suerte que yo, el último comandante del "Escuadrón Richthofen", me pusiera a su disposición.

Le dije que no me resultaría muy agradable ejercer un cargo de liderazgo desde el primer momento, ya que podría parecer que me había unido simplemente por el cargo. Finalmente llegamos a un acuerdo: durante uno o dos meses permanecería oficialmente en la sombra, y sólo asumiría el liderazgo pasado ese tiempo, pero haciendo sentir mi influencia inmediatamente. Acepté esto, y de esta forma uní mis fuerzas a las de Adolf Hitler.

P: ¿Y cuándo ocurrió eso?

R: A finales de octubre o primeros de noviembre de 1922.

P: ¿A finales de octubre?

R: A finales de octubre o primeros de noviembre de 1922.

P: ¿Y se afilió entonces oficialmente al Partido?

R: Sí, en esa misma fecha. Me inscribí pocos días después.

P: ¿Qué tareas le asignó Hitler entonces, y hasta noviembre de 1923?

R: Las tareas que correspondían a mi cargo, que en ese momento era el de "Comandante de las SA". Al principio era importante convertir a las SA en una organización estable, introducirle una disciplina y convertirla en una unidad totalmente fiable que tenía que llevar a cabo las órdenes que Adolf Hitler o yo le diéramos. Hasta entonces no había sido más que un club con mucha actividad, pero al que aún le faltaba una necesaria organización y disciplina.

Traté desde el primer momento de introducir en las SA a los miembros del Partido que eran suficientemente jóvenes e idealistas como para dedicarle todo su tiempo libre y toda su energía. Eran tiempos difíciles para estos valientes hombres, ya que éramos muy pocos y nuestros oponentes, muchos. Incluso en aquellos días estos hombres estaban expuestos a problemas considerables, y tenían que sufrir toda clase de cosas.

A continuación traté de reclutar a obreros, ya que quería introducir a muchos obreros como miembros de las SA.

A su vez, lógicamente teníamos que encargarnos de que los mitines del Partido, limitados por aquel entonces a Munich, la Alta Baviera y Franconia, se pudieran llevar a cabo de una manera satisfactoria y que se evitara toda clase de disturbios. Lo logramos la mayoría de las veces, pero a veces nos encontrábamos con una fuerte concentración de nuestros oponentes. Algunas facciones aún poseían armas de la guerra, y a veces se dieron situaciones críticas, y hubo ocasiones en las que tuvimos que enviar a las SA como refuerzo a otras localidades.

Durante el año 1923, las diferencias entre Baviera y el Reich se volvieron aún mayores. Se podía ver que el Gobierno Bávaro quería seguir un camino diferente al del Gobierno del Reich. El Gobierno del Reich estaba fuertemente influido por el marxismo, y el Gobierno Bávaro estaba libre de eso, era burgués.

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Entonces, de repente, el Gobierno Bávaro quedó completamente transformado cuando se nombró en Baviera un Gobernador General, creo que así se llamaba... o algo de esa clase, se llamaba von Kahr, al que estaba subordinado el Gobierno Bávaro, y al que el Gobierno Bávaro delegó toda su autoridad. Poco después surgió el conflicto del Reichswehr. La 7ª División del Reichswehr, acuartelada en Baviera, quedó liberada de su juramento al Reich, y de su juramento a la Constitución del Reich, e hizo juramento de lealtad al nuevo Gobierno Bávaro... no recuerdo ahora el nombre, ah, sí, von Kahr. Esto provocó el conflicto del General von Seeckt y de Lossow. Pasó lo mismo con la Policía Bávara.

A su vez, el Gobierno Bávaro mostró su apoyo a las llamadas asociaciones nacionales, que en parte se organizaban en líneas militares o paramilitares y poseían también armas. Todo esto iba dirigido contra Berlín y, como decíamos nosotros, contra la "República de Noviembre". En ese punto estábamos de acuerdo.

El domingo anterior al 9 de noviembre hubo un gran desfile en Munich. Asistió el Gobierno Bávaro en pleno. Desfilaron el Reichswehr, la policía, y las asociaciones por la Madre Patria. De repente, en ese acto, vimos que quien estaba en primera fila ya no era Herr von Kahr, sino el Príncipe heredero de la Corona de Baviera, Rupprecht. Este hecho no nos gustó en absoluto. Surgió entre nosotros la sospecha de que Baviera quería seguir un camino que podía llevar a una desintegración considerable, provocando la separación de Baviera de la estructura del Reich. Pero no estábamos dispuestos a permitirlo. Queríamos un Reich fuerte, un Reich unido; y sin duda, queríamos limpiarlo de los Partidos y autoridades que lo dirigían en ese momento.

Desconfiábamos de la llamada "Marcha sobre Berlín". Cuando se convirtió en una certeza y Herr von Kahr convocó el conocido mitin de la Buerger-braeukeller, vimos que era el momento de frustrar esos planes y de orientar todo el plan en la dirección del concepto de la "Gran Alemania". Así se materializaron los hechos del 9 de noviembre de 1923 en muy breve tiempo. Pero por lo que a mi respecta, estaba, y nunca lo hice secreto, dispuesto a tomar parte en cualquier revolución contra la llamada "República de Noviembre", sin importar dónde ni quién la originara, a no ser que la originara la izquierda, y siempre ofrecí mis servicios a estos fines.

Entonces me hirieron gravemente en la Feldherrnhalle, estos hechos son conocidos por todos, y con este incidente cierro el primer capítulo.

P: Pasado ese tiempo, ¿cuándo volvió a unir sus fuerzas a las de Hitler?

R: Al principio estuve en un hospital en Austria. Se celebró un juicio en el Tribunal Popular de Baviera por los hechos del 9 de noviembre.


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