[an error occurred while processing this directive] Nuremberg, crimenes de guerra, crimenes contra la humanidad

Juicio a los Principales Criminales de Guerra Alemanes

En Nuremberg, Alemania
14 de febrero a 26 de febrero de 1946

Sexagésimo Octavo Día: Martes, 26 de febrero de 1946
(4 de 7)


[Continúa el interrogatorio del Dr. Eugene Alexandrovich Kivelisha hecho por el CORONEL POKROVSKY]

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P: ¿Qué sabe del trato que daban los alemanes a los soldados del Ejército Rojo capturados por las tropas hitlerianas? ¿Cuál era la situación de estos prisioneros de guerra?

R: Conozco muy bien todas las clases de bárbaro maltrato aplicado a los prisioneros de guerra soviéticos por las autoridades hitlerianas y el Ejército porque yo mismo fui prisionero de guerra durante mucho tiempo. El día que fui capturado fui enviado en un largo convoy de prisioneros de guerra a uno de los campos de tránsito. En el camino, hablando con los prisioneros con los que caminaba (señalo de nuevo que esto fue el primer día), me enteré de que la mayor parte de los prisioneros habían sido capturados tres o cuatro días antes que el pequeño grupo al que pertenecía yo. Durante estos tres o cuatro días se había mantenido a los prisioneros en un cobertizo, bajo fuerte vigilancia alemana, y sin darles nada de comer o beber. Más tarde, cuando pasábamos por pueblos, al ver pozos y agua los prisioneros se pasaban la lengua

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por sus labios cuarteados y tragaban involuntariamente. Terminamos la marcha al anochecer, y la columna de prisioneros, 5.000, fue alojada en una granja donde no teníamos posibilidad de descansar tras el largo camino. Se nos obligó a pasar la noche al raso.

Esto siguió siendo así al día siguiente, y ese día también se nos privó de comida y agua.

P: ¿No se dio ningún caso en el que los prisioneros, al pasar por depósitos de agua o pozos, dieran dos o tres pasos fuera de la línea para tratar de hacerse con agua?

R: Sí, recuerdo unos pocos casos y les expondré los detalles de un incidente en particular que ocurrió el primer día de nuestra marcha. Ocurrió lo siguiente: estábamos pasando por las afueras de un pueblo pequeño. Los civiles del pueblo vinieron a vernos, y trataron de darnos agua y pan. Pero los alemanes no nos dejaban acercarnos a los ciudadanos, ni les dejaban acercarse a ellos. Uno de los prisioneros se separó cinco o seis metros de la columna y sin advertencia previa un soldado alemán lo mató disparándole con su ametralladora. Varios de sus camaradas corrieron a ayudarle pensando que aún estaba vivo, pero también les dispararon de inmediato y sin previo aviso. Algunos fueron heridos y dos de ellos murieron.

P: ¿Es el único incidente del que fue testigo, o durante su traslado de un lugar a otro observó casos de características similares?

R: No, no fue un caso aislado. Casi cada traslado de un campo a otro iba acompañado de la misma clase de fusilamientos y asesinatos.

P: ¿Disparaban sólo a los prisioneros de guerra, o hubo medidas represivas contra los civiles también, contra los ciudadanos que trataron de dar agua y pan a los prisioneros?

R: Hubo medidas represivas no sólo contra los prisioneros de guerra, sino también contra los civiles. Recuerdo que durante uno de nuestros traslados un grupo de mujeres y niños trataron de darnos pan y agua, como los demás, y los alemanes no les dejaban acercarse a nosotros. Entonces una mujer mandó a una niña pequeña, de unos cinco años, evidentemente su hija, a la columna de prisioneros. Esta niña pequeña se acercó mucho al lugar por el que acababa de pasar yo, y cuando estaba a cinco o seis pasos de la columna, la mató un soldado alemán.

P: Pero quizás los prisioneros de guerra no necesitaban la comida que la gente trataba de darles. Quizás las autoridades alemanas les alimentaban suficientemente bien.

R: ¡No! Pasaban mucha hambre. Los alemanes no proporcionaban ningún alimento en los traslados de un campo a otro.

P: Estos regalos de la población local eran por tanto la única forma práctica de mantener las fuerzas de los soldados capturados por los alemanes.

R: Sí.

P: ¿Les disparaban los alemanes?

R: Me ha entendido bien.

P: ¿En qué campos de prisioneros de guerra estuvo internado? Nombre algunos.

R: El primer campo en el que estuve estaba al raso, en un campo, en el distrito de la pequeña aldea de Tarnovka.

El segundo estaba ubicado en un lugar en el que había una cantera de arcilla y una granja de pollos, a las afueras de la ciudad de Uman.

El tercer campo estaba en los suburbios de Ivan-Gora.

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El cuarto campo estaba en un terreno que pertenecía a los establos de una unidad militar, en la región de la ciudad de Giessen.

El quinto campo estaba en la región de la pequeña plaza fuerte de Vinnitza.

El sexto campo estaba en los suburbios de la pequeña ciudad de Dzemerinka, y el último campo, en el que estuve más tiempo, estaba a siete kilómetros de la ciudad de Proskurov, en el distrito de Kamenetz-Podolsk.

P: ¿Pudo ver entonces por su experiencia personal lo que solía pasar en esos campos??

R: Sí, en todos esos campos pude conocer personal y completamente todas las condiciones habituales.

P: ¿Su profesión es la de médico?

R: Sí.

P: Dígale al Tribunal cuál era la situación de la atención médica y la comida de los prisioneros de guerra en los campos que acaba de nombrar.

R: Cuando fui trasladado en un convoy a la aldea de Tarnovka, estuve por primera vez, en compañía de otros médicos rusos, separado del resto de la columna de prisioneros, y fui enviado a la supuesta Enfermería. Esta enfermería estaba en un cobertizo con el suelo de cemento, sin ningún tipo de equipamiento para la atención de los heridos. Sobre este suelo de cemento yacía un gran número de prisioneros soviéticos heridos, la mayoría oficiales. La mayoría habían sido capturados 10 ó 12 días antes de mi llegada a Tarnovka. Durante todo ese tiempo no habían recibido ninguna atención médica, aunque muchos de ellos necesitaban cirugía, un cuidado frecuente de sus heridas, y medicinas. Se les dejaba sin agua sistemáticamente. La comida se proporcionaba también sin ningún sistema. Como mínimo, cuando llegué al campo no había ningún utensilio o cacharro que demostrara que se había preparado o cocinado alguna comida para estos soldados heridos.

Había entre 15.000 y 20.000 prisioneros en el campo de Uman, en el que me encontré al segundo día de mi llegada a Tarnovka. Todos yacían en el suelo, vestidos con sus uniformes de verano, y un gran número de ellos no podía moverse. Se les proporcionaba comida y agua de la misma manera que al resto de prisioneros del campo. Allí yacían, sin atención médica, sus vendas cubiertas de polvo y empapadas de sangre, con frecuencia también de pus. No existían en aquel campo ni vendas, ni instrumental quirúrgico, ni equipo de quirófano.

En Heissen los prisioneros de guerra enfermos y heridos fueron amontonados en un establo. Este establo tenía suelo de madera, carecía de toda infraestructura y era totalmente inadecuado para alojar a personas. Los prisioneros de guerra yacían en el suelo de tierra, y aquí, al igual que en el campo de Uman, carecían de toda atención médica. Al igual que antes, era imposible hacerse con vendas, medicinas e instrumental quirúrgico.

P: Ha mencionado el campo de Uman. Observe esta fotografía y dígame si es una fotografía de uno de los campos en los que usted estuvo internado.

R: Veo en esta fotografía el campo que estaba en los terrrenos de la cantera de arcilla de Uman. Conozco este campo muy bien.

CORONEL POKROVSKY: Debo informar al Tribunal de que la fotografía que acabo de mostrarle al testigo es una fotografía del campo de Uman, y que la he presentado al Tribunal como prueba URSS 345. En ella se ve el campo sobre el que ha declarado el testigo Bingel.

CORONEL POKROVSKY:

P: ¿Eso quiere decir que reconoce en esta fotografía el campo de Uman, situado en los terrenos de la cantera de arcilla?

R: Sí, en los terrenos de la cantera de arcilla. Es una parte del campo.

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P: ¿Cómo era el régimen del campo de Uman? Expóngamos muy brevemente los puntos principales.

R: Casi todos los internos del campos estaban al raso. La comida era extremadamente mala. En los terrenos del campo de Uman, donde pasé ocho días, se encendían unos pocos fuegos dos veces al día en campo abierto, y se cocinaba una poco espesa sopa de guisantes en cubas puestas sobre ellos. No había ninguna rutina especial para distribuir la comidad a los prisioneros de guerra, así que dejaban la sopa hervida entre la masa de todos ellos, sin ejercer ningún control sobre la distribución. Los hambrientos prisioneros corrían con la esperanza de obtener al menos una pequeña ración de esta sopa ligera y sin sal, cocinada sin grasa y servida sin pan. El resultado era desorden y aglomeraciones, y los guardias alemanes, todos armados con porras, rifles y armas automáticas, golpeaban a todo el que se ponía a su alcance, en un intento de mantener el orden. Los alemanes con frecuencia dejaban intencionadamente un recipiente pequeño de sopa entre un gran número de personas y después, para restablecer el orden, golpeaban a esas absolutamente inocentes personas a la vez que se burlaban de ellos, los insultaban y los amenazaban.

P: Por favor, dígame, testigo: en el campo situado en el pueblo de Rakovo, ¿la calidad de la comida fue mejor o fue más o menos igual que la de los otros campos? ¿Y cómo afectaba la situación de la comida a la salud de los prisioneros?

R: En el campo de Rakovo la calidad de la comida era exactamente la misma que en los demás campos en los que estuve internado. Consistía en remolachas, repollos y patatas, habitualmente servidos a medio cocer. Debido a esta mala calidad de la comida, los prisioneros sufrían problemas gástricos graves, acompañados de disentería, que les agotaba rápidamente, teniendo como resultado una alta tasa de mortalidad debida a la inanición.

P: Ha dicho que los guardias solían golpear a los prisioneros a la menor provocación, y muchas veces sin haber la más mínima provocación.

R: Sí.

P: ¿Qué clase de lesiones sufrían los prisioneros debido a estas palizas? ¿Hubo algún caso de lesiones graves causadas por fuertes golpes, o se trataba sólo de unas pocas patadas?.

R: En el campo de Rakovo estuve en el supuesto hospital trabajando en la sección de Cirugía. Era frecuente que después de la comida o la cena en el hospital se trajera a prisioneros con graves lesiones físicas. Tuve muchas veces que hacer todo lo que pude para ayudar a personas que estaban tan gravemente heridas por estos golpes que morían sin recobrar la conciencia. Recuerdo un caso el que dos prisioneros fueron golpeados en la cabeza con un objeto contudente hasta que el cerebro se les empezó a salir por la herida de la cabeza. Recuerdo otro incidente en el que a un atleta de Moscú le sacaron un ojo con un látigo. El atleta contrajo meningitis y murió poco después.

P: ¿Cuál era la tasa de mortalidad entre los prisioneros de guerra del campo de Rakovo?

R: La historia del campo de Rakovo puede dividirse en dos periodos. El primero duró unos dos años y acabó en noviembre de 1941. En aquella época el número de prisioneros no era muy alto y por tanto la tasa de mortalidad no era tan alta. Después tuvo lugar el segundo periodo, de noviembre de 1941 a marzo de 1942, época en la que estuve en Rakovo. Durante este segundo periodo la tasa de mortalidad fue excepcionalmente alta: había días en los que morían 700, 800 o incluso 950 personas en el campo.

P: ¿Qué medidas disciplinarias se aplicaban en el campo de Rakovo y por qué razones se castigaba a los prisioneros? ¿Lo sabe?

R: Sí. Sé que en el campo había una celda para prisioneros condenados a aislamiento. Los prisioneros de guerra que trataban de escapar de las terribles condiciones creadas para ellos en el campo, o que robaban comida de la cocina, eran encerrados en esta celda. Estaba en el sótano, el suelo era de cemento y las ventanas tenían barrotes de hierro en lugar de cristales. Desnudaban al prisionero, le privaban de comidad y agua y lo encerraban aislado

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durante 14 días. No sé de ni un solo caso en el que un prisionero sobreviviera a este aislamiento. Todos morían en esa celda.

P: Evidentemente, las condiciones que usted ha descrito al Tribunal incrementaban el número de personas que sufrían agotamiento.

R: Sí.

P: ¿Provocaron estas condiciones que hubiera menos prisioneros capacitados para trabajar? ¿Que hacían con los prisioneros que no podían trabajar?

R: En el campo de Rakovo se mantenía a un número inmenso de prisioneros es establos totalmente inadecuados como vivienda para seres humanos en invierno. Al principio se hizo trabajar a todo el mundo. Puedo decir con seguridad que la mayoría de estos trabajos eran totalmente inútiles, ya que consistían en demoler casas y después pavimentar el terreno del campo con ladrillos de los edificios demolidos. Pasado un tiempo, cuando comenzaron los problemas gástricos graves, los problemas que he mencionado antes, cada vez menos prisioneros fueron a trabajar. Muchos de ellos, que habían perdido todo control de sus movimientos, ni siquiera salían de los establos a las horas fijadas para las comidas, y si se encontraba a un gran número de personas que hubiera perdido las fuerzas, se decretaba una cuarentena. En un establo en cuarentena, se bloqueaban todas la entradas y las salidas, y los pacientes quedaban totalmente aislados del mundo exterior. Tras dejarlos encerrados cuatro o cinco días, se abría el establo y se sacaban los centenares de muertos.

P: ¿Puede decirnos, testigo, qué trabajo médico o sanitario le fue encomendado por los alemanes en el campo a usted y a los demás médicos?

R: En los campos los alemanes no nos encomendaron ningún trabajo relacionado con los prisioneros. Los alemanes sólo estaban interesados en la separación de las personas que podían trabajar de las que no podían. No podíamos proporcionar a los prisioneros ninguna atención puramente médica debido a nuestras condiciones.

P: ¿Su trabajo en alguno de estos campos incluyó la supervisión sanitaria? ¿Y qué quería decir exactamente esa expresión?

R: Nos encomendaron el trabajo de supervisión sanitaria en el campo de la ciudad de Gaisli. Sólo significaba que nosotros, los médicos militares capturados, teníamos que permanecer cerca de la letrina del campo, que no era más que una zanja excavada para este fin, y cuando la zanja se llenaba de excrementos, se nos obligaba a limpiar el terreno.

P: ¿A ustedes, los médicos?

R: Sí, a los médicos.

P: ¿Consideraba realmente que esta función era una forma de supervisión sanitaria, o lo consideraba una burla flagrante de los alemanes a costa de los médicos militares soviéticos capturados?

R: Considero que era una burla flagrante a costa de los médicos militares soviéticos capturados

CORONEL POKROVSKY: Sr. Presidente, no tengo más preguntas para este testigo.

EL PRESIDENTE: ¿Tiene alguna pregunta que hacerle alguno de los otros fiscales?

CORONEL POKROVSKY: No, Señoría.

EL PRESIDENTE: ¿Quiere algún abogado de la defensa hacer alguna pregunta?

Dr. LATERNSER:

P: Testigo, usted ha dicho que en agosto de 1941...

EL PRESIDENTE: ¿Tendría la amabilidad de decir su nombre y a quién representa?

Dr. LATERNSER:

Dr. Laternser, abogado del Estado Mayor y del Alto Mando.

INTERROGATORIO DE LA DEFENSA

Dr. LATERNSER:

P: Testigo, acaba de decir que en agosto de 1941 le llevaron como prisionero al distrito de Uman. ¿Sabe si los alemanes habían hecho muchos prisioneros en aquel momento?

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R: Sí, lo sé. Capturaron a unos 100.000 prisioneros en aquel momento.

P: ¿Sabe si las tropas alemanas habían avanzado muy rápidamente sobre territorio ruso en aquel momento?

R: No sabría decirlo. Los ejércitos alemanes se movían muy rápidamente, pero antes de que nuestras unidades fueran rodeadas, luchamos obstinadamente y nos retiramos combatiendo hasta el 9 de agosto.

P: ¿Cuál era el número de prisioneros en la columna en la que marchaba usted?

R: De 4.000 a 5.000.

P: ¿Cuándo recibió por primera vez comida proporcionada por las tropas alemanas?

R: Yo recibí por primera vez comida de las tropas alemanas cuando llegué a la ciudad de Uman.

P: ¿Cuánto tiempo pasó entre el momento en el que usted fue capturado y su primera comida?

R: Cuando me dieron de comer por primera vez, había sido prisionero durante cuatro o cinco días.


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