[an error occurred while processing this directive] Nuremberg, crimenes de guerra, crimes contra la humanidad

Juicio a los Principales Criminales de Guerra Alemanes

En Nuremberg, Alemania
14 de febrero a 26 de febrero de 1946

Quincuagésimo Noveno Día: Jueves, 14 de febrero de 1946
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[continúa el CORONEL POKROVSKY]

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Permítanme presentarle al Tribunal al Fiscal Jefe L. N. Smirnov, que presentará al Tribunal la documentación relacionada con los crímenes cometidos contra la población civil de la URSS, Yugoslavia, Polonia y Checoslovaquia.

CORONEL SMIRNOV: Señorías, mi trabajo de hoy consiste en presentarles los documentos escritos y otras pruebas judiciales que demuestran los muy graves crímenes cometidos por los conspiradores hitlerianos contra la población pacífica de los territorios de la URSS, Yugoslavia, Polonia y Checoslovaquia durante la ocupación temporal.

El número de pruebas de esa clase a disposición de la Fiscalía Soviética es inusualmente grande.

Basta con decir que en los informes de la Comisión Estatal Extraordinaria para la Determinación e Investigación de los Crímenes de los Invasores Fascistas Alemanes y sus Cómplices hay 54.784 informes de los delitos de los criminales hitlerianos dirigidos contra los pacíficos ciudadanos de la Unión Soviética.

Pero ni siquiera estos documentos abarcan ni de lejos la totalidad de los crímenes perpetrados por estos criminales de guerra contra población inocente.

La Fiscalía Soviética afirma, y presento al Tribunal pruebas a tal efecto, que a lo largo de todo el extenso frente, del Mar de Barents al Mar Negro, y por todos los lugares en los que se infiltraron las hordas alemanas en mi Madre Patria, dondequiera que un soldado alemán o los hombres de las SS pusieron pie, se cometieron crímenes de una crueldad inenarrable, y las víctimas de estos crímenes fueron mujeres, niños y ancianos.

Los crímenes de los criminales fascistas alemanes se descubrieron cuando las unidades del Ejército Rojo avanzaron hacia el oeste. Los informes sobre estos crímenes hitlerianos contra la población inocente fueron elaborados por oficiales de las unidades de avanzadilla del Ejército Rojo, autoridades locales y organizaciones públicas.

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El pueblo soviético no tuvo noticias al principio de los crímenes de los invasores fascistas alemanes a través de circulares del Mando Alemán, avisos publicados por los líderes del Reich, o directrices promulgadas por los Obergruppenführers de las SS en boletines de las cancillerías alemanas competentes, aunque las unidades de avanzadilla del Ejército Rojo capturaron grandes cantidades de esos documentos, que están ahora en poder de la acusación soviética.

Sus fuentes de información fueron muy distintas. Al volver a sus lugares de origen, los soldados del Ejército de Liberación vieron la multitud de pueblos y ciudades que habían sido reducidos a un páramo.

Al pie de las fosas comunes donde yacían los cuerpos de los soviéticos asesinados con "típicos métodos alemanes" (presentaré más adelante al Tribunal pruebas de estos métodos y de la regularidad de su aplicación); al pie de los cadalsos en los que bailaban en el aire los pies de adolescentes; ante los hornos de los gigantescos crematorios en los que se incineraba a los internos asesinados en los campos de exterminio; a la vista de las mujeres y chicas muertas, víctimas de algún capricho sádico de los bandidos fascistas; y a la vista de niños que habían sido partidos por la mitad. Ante todas estas pruebas, el pueblo soviético descubrió cómo la poderosa cadena del crimen se extendía, como dijo el Fiscal Jefe de las URSS tan apropiadamente, "desde el sillón ministerial hasta las manos del verdugo".

Todos estos crímenes monstruosos tenían un sistema concreto propio; había uniformidad en los métodos de asesinato. Hubo un sistema común que guió la construcción de cámaras de gas y la producción masiva de las latas cilíndricas que contenían las sustancias tóxicas "Ciclón A" y "Ciclón B". Los hornos de los crematorios fueron todos construidos con el mismo diseño, y hubo un solo plan dominando todos los campos de destrucción. Hubo uniformidad en la construcción de las pestilentes máquinas de la muerte que los alemanes llamaban "Gaswagen" y nuestro pueblo las "Destructoras de Almas", y se siguió el mismo procedimiento técnico en la construcción de molinos móviles para el triturado de huesos humanos. Todo esto indica una maligna y única voluntad que unía a todos los asesinos y verdugos.

Es obvio que técnicos expertos en termodinámica y químicos, arquitectos, toxicólogos, mécanicos y médicos alemanes se implicaron en esta racionalización del asesinato en masa siguiendo instrucciones recibidas del Gobierno de Hitler y del Mando Supremo de las Fuerzas Armadas Alemanas.

También es evidente que las "fábricas de muerte" provocaron la creación de toda una serie de industrias auxiliares.

Pero la unidad de este mal deliberado no sólo se vio aquí, donde había evolucionado una técnica especial para ponerse al servicio del asesinato más abominable posible.

La unidad de este mal deliberado también se vio en la similaridad de los métodos empleados por los asesinos, en la uniformidad de las técnicas de asesinato, así como que en los casos donde no empleó una técnica especial, se usaron armas convencionales de las Fuerzas Armadas Alemanas.

En las pruebas que presentaré más adelante, verán que los lugares en los que los alemanes enterraron a sus víctimas fueron abiertos por doctores soviéticos en el norte y el sur del país. Estos lugares estaban separados unos de otros por miles de kilómetros, y es evidente que los crímenes fueron perpetrados por personas completamente distintas. Sin embargo, los métodos empleados fueron absolutamente idénticos. Las heridas eran invariablemente infligidas en las mismas partes del cuerpo. Idénticos eran también los preparativos hechos para camuflar las gigantescas fosas como fosas antitanques y trincheras. En todas partes se ordenó a personas desarmadas e indefensas a su llegada al punto de ejecución en prácticamente los mismos términos, desnudarse y tumbarse boca abajo en fosas preparadas previamente. En cuanto se fusilaba a la primera línea,

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ya fuera en los pantanos de Bielorrusia o en las colinas del Cáucaso, se echaba cal sobre la fila y se ordenaba a la segunda fila de personas desarmadas e indefensas desnudarse y tumbarse sobre esa masa corrosiva y manchada de sangre que cubría a la primera fila de víctimas.

Esto lo atestiguan no sólo la uniformidad de las instrucciones y órdenes recibidas de los altos mandos, sino también la similaridad de los métodos empleados, que dejaron claro que los escuadrones de ejecución eran adiestrados en escuelas especiales que habían sistematizado y previsto toda eventualidad, desde la orden de desnudarse antes de la ejecución, hasta la ejecución en sí. Estas conclusiones, basadas en un análisis del conjunto de hechos, fueron confirmadas posteriormente por documentos capturados por el Ejército Rojo y por el testimonio de prisioneros de guerra.

Ya en los primeros meses de guerra el Gobierno Soviético tuvo claro que los innumerables crímenes de los agresores fascistas alemanes contra los pacíficos ciudadanos de mi Madre Patria eran no los excesos de unidades militares indisciplinadas o los crímenes aislados de oficiales y soldados individuales, sino un sistema preparado de antemano, no simplemente aprobado por el Gobierno criminal nazi, sino planeado concienzudamente y promovido por este Gobierno.

Presento al Tribunal como prueba, según el Artículo 21 del Estatuto, una de las notas oficiales de V. M. Molotov, Comisario Nacional de Asuntos Exteriores de la URSS, de una fecha tan temprana como el 6 de enero de 1942. Este documento queda registrado como prueba URSS 51. Está en la primera página de su libro de documentos, comenzando por el tercer párrafo tras el título:

"Cuando el Ejército Rojo, durante su continuada y victoriosa contraofensiva, liberó numerosas ciudades y comunidades rurales que durante algún tiempo habían estado en manos del invasor alemán, cada día que pasaba surgía más claramente un increible cuadro, un cuadro del saqueo que tuvo lugar en cada comunidad, de la devastación general, de repulsivas violaciones, maltratos y asesinatos en masa, todos cometidos contra ciudadanos inocentes por las fuerzas de ocupación fascistas alemanas durante su avance, durante la ocupación y durante su retirada. La gran cantidad de material documental del que dispone el Gobierno Soviético atestigua el saqueo y robo a la población, acompañados de actos bestiales de violencia y de asesinatos en masa, llevados a cabo en todos los territorios que cayeron bajo la bota del invasor alemán.

Hechos incuestionables prueban que el régimen de robo y sangriento terror sufrido por la población inocente de los pueblos y ciudades ocupados no eran los excesos de unidades militares indisciplinadas individuales, o de soldados y oficiales alemanes actuando por su cuenta. Más bien apunta a un sistema concreto, planeado con mucha antelación y animado por el Gobierno Alemán y el Mando del Ejército Alemán, un sistema que liberó intencionadamente en su ejército los instintos animales más bajos entre oficiales y hombres.

Todos los pasos dados por el ejército fascista alemán y sus aliados en los territorios soviéticos invadidos de Ucrania y Moldavia, de Bielorrusia y Lituania, Letonia y Estonia, en las tierras finlandesas de Carelia, en las zonas y regiones rusas, llevaron a la aniquilación y la destrucción de tesoros materiales y culturales de incalculable valor, las propiedades de la nación. Para la población civil, supuso la pérdida de propiedades ganadas con duro esfuerzo, hambre, y masacres sangrientas ante cuyo horror palidecen hasta los crímenes más salvajes de la Historia.

El Gobierno Soviético y sus organizaciones registran todos estos infames crímenes del ejército de Hitler por los que el indignado pueblo soviético muy justificadamente demanda, y obtendrá, compensación".

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El Gobierno Soviético considera su deber anunciar a todo el mundo civilizado, a todos los hombres honestos de todo el mundo, su declaración sobre los crímenes monstruosos perpetrados contra la población inocente de todos los territorios ocupados por los ejércitos hitlerianos.

Procedo ahora a leer ante el Tribunal los párrafos 2, 4 y 5 de las conclusiones de esta nota. Sus Señorías encontrarán el texto en cuestión en la otra cara de la página 4 del documento citado, párrafo 5:

"El Gobierno Hitleriano de Alemania, que atacó de forma tan traicionera a la Unión Soviética, no respeta en la guerra ninguna de las normas del Derecho Internacional ni ninguno de sus requisitos morales. Hace la guerra principalmente contra la población pacífica y desarmada, contra mujeres, niños y ancianos, revelando así su vileza esencial. Este gobierno de ladrones, que sólo reconoce la violencia y la rapiña, debe ser aplastado por la todopoderosa fuerza de las naciones amantes de la paz, entre cuyas filas la nación soviética llevará a cabo esta poderosa misión de liberación hasta el final.

Dando a conocer todas las atrocidades cometidas por los invasores alemanes a todos los gobiernos con los que la Unión Soviética mantiene relaciones diplomáticas, el Gobierno Soviético anuncia que considera al criminal Gobierno Hitleriano de Alemania responsable de todos los actos inhumanos y rapaces perpetrados por las Fuerzas Armadas Alemanas.

Al mismo tiempo, el Gobierno de la Unión Soviética declara con una convicción inquebrantable que la lucha de liberación de la Unión Soviética es una lucha por los derechos y la libertad no sólo de los pueblos de la Unión Soviética, sino también por los derechos y la libertad de todos los pueblos amantes de la paz del mundo, y que esta guerra sólo puede terminar con la completa destrucción de los ejércitos de Hitler y con la victoria completa sobre la tiranía hitleriana".

La gran cantidad de documentos y hechos que voy a presentar al Tribunal me obliga a ser estrictamente sistemático en mi presentación.


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