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Juicio a los Principales Criminales de Guerra Alemanes

En Nuremberg, Alemania
2 de febrero a 13 de febrero de 1946

Quincuagésimo Octavo Día: Miércoles, 13 de febrero de 1946
(16 de 19)


CORONEL POKROVSKY: En la página 115 del libro de documentos encontrarán el fragmento que voy a citar del testimonio de la ciudadana P.Y. Bulytchyova.
"P.Y. Bulytchyova, nacida en la ciudad de Kerch en 1894, declaró lo siguiente:

'Fui testigo repetidas veces de cómo nuestros prisioneros de guerra del Ejército Rojo, tanto soldados como oficiales, eran conducidos por la calle, y de cómo los alemanes le pegaban un tiro a los debiles y los heridos en plena calle cuando, por lo débiles que estaban, se salían de la fila. Fui testigo muchas veces de esta terrible escena. Una vez, con un frío helador, vi cómo conducían a un grupo de prisioneros exhaustos, vestidos con harapos y descalzos. Los que intentaban coger los trozos de pan que les tiraban los ciudadanos eran golpeados con porras de goma y culatas de rifles. Los que caían por los golpes eran ejecutados sumariamente' ".

Omito unas pocas frases que en mi opinión no es necesario leer ante el Tribunal.
"Durante la segunda ocupación, cuando los alemanes volvieron a tomar Kerch, comenzaron a vengarse con una furia aún mayor de personas totalmente inocentes".
La testigo declara que los carniceros fascistas primero de todo se vengaron del personal militar y que golpearon hasta la muerte a soldados heridos con las culatas de sus rifles.

En esa misma página encontrarán el siguiente fragmento:

"Se llevaba a los prisioneros de guerra a edificios grandes que después eran incendiados. Así se quemó la escuela Voikov, al igual que el Club para Trabajadores Ingenieros y Técnicos, donde había 400 soldados y oficiales del Ejército Rojo.

Ningún hombre consiguió escapar del edificio en llamas. Todos los que lo intentaron para salvarse fueron abatidos por fuego de ametralladora. Soldados heridos fueron torturados salvajemente hasta morir en el pequeño pueblo de pescadores de Mayak".

Otra testigo que vivía en este pueblo, A. P. Buryatchenko, declaró:
"El 28 de mayo de 1942 los alemanes fusilaron a todos los pacíficos habitantes que se habían quedado en el pueblo y no lograron esconderse. Los monstruos fascistas se burlaron de los prisioneros de guerra soviéticos heridos, les golpearon con culatas de rifles, y después les dispararon. En mi casa los alemanes descubrieron a una chica de uniforme, que se resistió a los fascistas gritando: 'Disparad, víboras, muero por el pueblo soviético y por Stalin, pero vosotros, monstruos, morireis como perros'. Esta chica, esta patriota, fue ejecutada allí mismo".

[Página 331]

En el distrito de Kerch, en la cantera de Adjimushkaisk, se exterminó a soldados del Ejército Rojo y se les envenenó con gas. N. N. Dashkova, una mujer del pueblo de Adjimushkaisk, declaró:
"Vi con mis propios ojos cómo los alemanes, que habían metido a unos 900 soldados del Ejército Rojo en la cantera, primero los maltrataron y después les dispararon. Los fascistas usaron gas".
Omito varias frases. En la misma página, la 115, encontrarán la siguiente cita:
"En el momento de la ocupación se estableció un campo para prisioneros de guerra soviéticos, con unos 1.000 prisioneros, en el Club Engels. Los alemanes les maltrataban, les daban de comer sólo una vez al día, les forzaban a hacer trabajos pesados más allá de sus fuerzas y ejecutaban sumariamente a todos los que, exhaustos, caían por el camino".
Considero esencial citar unos pocos testimonios más:

N.J. Shumilova, una mujer de la aldea de Gorki, declaró:

"Vi con mis propios ojos a un grupo de prisioneros pasando por delante de mi patio. Tres no podían moverse, y fueron ejecutados sumariamente por los guardias alemanes".
P.I. Gerassimenko, una mujer de la aldea de Samostroy, declaró:
"Muchos soldados y oficiales del Ejército Rojo fueron llevados a nuestro pueblo. El área en la que estaban fue cercada con alambre espino. Allí, desnudos y descalzos, perecían por el frío y el hambre. Se les mantenía en las condiciones más terribles e inhumanas. Junto a los vivos yacían los cuerpos de los muertos, y estos cuerpos permanecían así durante días. Esas condiciones hacían la vida en el campo aún más intolerable. Los prisioneros eran golpeados con culatas de rifles, azotados y alimentados con basura. Todo habitante que intentara dar comida y pan a los prisioneros era golpeado, y se disparaba a los prisioneros que intentaban coger estos regalos".
En una escuela de Kerch, la nº 24, los alemanes crearon un campo para prisioneros de guerra. A.N. Naumova, una maestra, declaró lo siguiente sobre el régimen del campo:
"Había muchos heridos en el campo. A estos infelices, a pesar de sangrar abundantemente, no se les proporcionó ninguna ayuda. Recogí medicinas y vendas para los heridos, y un ordenanza médico que era uno de los prisioneros curó sus heridas. Los prisioneros sufrían de disentería porque se les daba basura en lugar de pan. Algunas personas sufrían colapsos por el agotamiento y la enfermedad; morían con terribles agonías. El 20 de junio de 1942 se azotó a tres prisioneros de guerra por tratar de fugarse del campo. Se ejecutaba a los heridos. En junio, capturaron a un prisionero fugado y lo ejecutaron".
Koshenikove, un profesor de la Escuela "Stalin", en el área de la cocina de la fábrica de los Talleres Voikov, fue testigo de la ejecución de un grupo de hombres y oficiales del Ejército Rojo.

En 1943 los criminales alemanes se llevaron a prisioneros del Ejército Rojo del Cáucaso. Todo la carretera que va del ferry a la ciudad, una distancia de entre 18 y 20 kilómetros, estaba alfombrada de cadáveres de hombres del Ejército Rojo. Había muchos enfermos y heridos entre los prisioneros de guerra. El que no podía caminar, por agotamiento o enfermedad, era ejecutado en la cuneta.

Entre otros hechos, hay uno que merece una atención especial:

En 1942 los fascistas arrojaron vivos a 100 prisioneros de guerra del Ejército Rojo al pozo del pueblo de Adjimushkay; posteriormente, los cuerpos fueron recuperados por los

[Página 332]

habitantes y los enterraron en una fosa común, en la sagrada hermandad de la muerte.

Esta información se encuentra en el mismo informe, del que les acabo de citar fragmentos.

El 29 de enero de 1946 el testigo Paul Roser fue interrogado aquí, ante el Tribunal. Declaró que de un total de 10.000 rusos que vio a lo largo de cuatro meses como prisioneros de guerra en el campo alemán de la ciudad de Ravva-Ruskaya, sólo sobrevivieron 2.000.

Tenemos pruebas aportadas por otro testigo ocular de las numerosas atrocidades e infinitas torturas infligidas a los prisioneros de guerra en Ravva-Ruskaya.

El testigo V.S. Kotchan, que fue interrogado debidamente según el procedimiento prescrito por nuestras leyes, declaró ante el Capitán de la Guardia de Justicia Ryzho el 27 de septiembre de 1944, les presento las actas de su interrogatorio como prueba URSS 6(b):

"Trabajé para los alemanes como peón en el campo de prisioneros de guerra del Ejército Rojo de diciembre de 1941 a abril de 1942".
Omito unas pocas líneas irrelevantes para este asunto, y sigo citando:
"Este campo fue establecido por los alemanes en los barracones cercanos al ferrocarril. Se rodeó toda el área del campo con alambre espino. Según declaraciones personales de los prisioneros de guerra, los alemanes metieron a entre 12.000 y 15.000 hombres en este campo. Mientras trabajábamos, veíamos a los alemanes maltratar a los prisioneros de guerra del Ejército Rojo. Les daban de comer una vez al día patatas sin pelar y congeladas, cocidas con la piel y cubiertas de tierra. Mantuvieron a los prisioneros de guerra en los fríos barracones durante todo el invierno.

Sé que cuando los alemanes llevaban a prisioneros de guerra a este campo, les quitaban toda la ropa, abrigos, botas y zapatos que estaban en buen estado, dejándoles descalzos y con harapos. Diariamente se les llevaba a trabajar escoltados entre las 4 y las 5 de la mañana, y se les hacía trabajar hasta las 10 de la noche. Después, agotados, helados y hambrientos, se hacía marchar a los prisioneros de vuelta a los barracones, donde se habían dejado intencionadamente abiertas las puertas y las ventanas todo el día para que entrara la escarcha en estos barracones y los matara de frío. Por la mañana, bajo la supervisión de soldados alemanes, los prisioneros de guerra ponían en un tractor cientos de cadáveres, que eran enterrados en fosas preparadas previamente en el bosque de Volkovitch. Cuando se llevaba a los prisioneros a trabajar por la mañana, bajo escolta, los alemanes ponían un destacamento de soldados armado con rifles y estacas en las puertas de salida del campo; les pinchaban con las estacas, les acuchillaban con bayonetas, y perseguían a los prisioneros hambrientos y exhaustos que no podían moverse por sí solos.

La administración alemana del campo cogía a prisioneros de guerra completamente desnudos, los ataban con cuerdas a un muro rodeado de alambres espino y los dejaban allí, en el frío invernal de diciembre, hasta que morían de frío. El aire del campo resonaba continuamente con los lamentos y gritos de personas golpeadas con culatas de rifles. Algunos eran asesinados a culatazos.

Cuando muertos de hambre y agotados los prisioneros eran llevados al campo, se arrojaban sobre una pila de patatas podridas y heladas. Esto venía seguido de un disparo de la escolta alemana".


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