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Juicio a los Principales Criminales de Guerra Alemanes

En Nuremberg, Alemania
21 de enero a 1 de febrero de 1946

Cuadragésimo Cuarto Día: Lunes, 28 de enero de 1946
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P: ¿Fue éste el único método usado para exterminar a las internas de Ravensbruck?

R: En el Bloque 10 también hicieron experimentos con un polvo blanco. Un día la enfermera alemana, Martha, llegó al bloque y distribuyó un polvo a unas veinte pacientes. Las pacientes cayeron después en un profundo sueño. Cuatro o cinco de ellas vomitaron mucho y salvaron sus vidas. Durante la noche los ronquidos cesaron gradualmente y las pacientes murieron. Sé esto porque iba cada día a visitar a las mujeres francesas del bloque. Dos de las enfermeras eran francesas, y la Dra. Louise Leporz, de Burdeos, puede también testificar sobre este hecho.

P: ¿Ocurrió esto frecuentemente?

R: Durante mi estancia este fue el único caso de su clase en la "Revier", pero también se aplicó este sistema en el "Jugendlager", llamado así porque era un antiguo reformatorio para delincuentes juveniles alemanes.

A principios de 1945 el Dr. Winkelmann, al que no le bastaba con hacer selecciones en la Revier, comenzó a hacer selecciones en los bloques. Todas las prisioneras tenían que ir al recuento descalzas y mostrar sus pechos y sus piernas. Todas las que estaban enfermas, eran demasiado mayores, demasiado delgadas, o cuyas piernas estaban hinchadas por edemas, eran apartadas y después enviadas a este Jugendlager, a un cuarto de hora del campo de Ravensbruck. Lo visité tras la Liberación.

Se hizo saber en los bloques una orden según la cual las mujeres mayores y las pacientes que ya no pudieran trabajar debían solicitar por escrito su admisión en el Jugendlager, donde estarían mucho mejor, donde no tendrían que trabajar y donde no habría ningún recuento. Supimos de esto más adelante, a través de algunas de las personas que trabajaban en el Jugendlager -la jefa del campo era una mujer austriaca, Betty Wenz, a la que conocí en Auschwitz- y de unas pocas supervivientes, siendo una de ellas Irene Otteland, una mujer francesa que vive en Drancy, en el 17 de la Rue de Liberté, repatriada al mismo tiempo que yo y a la que cuidé tras la liberación. Descubrimos a través de ella los detalles del Jugendlager.

P: Señora, ¿puede decirnos si puede responder a esta pregunta? Los doctores de las SS que hacían la selección, ¿actuaban por iniciativa propia, o simplemente obedecían órdenes?

R: Actuaban cumpliendo órdenes, ya que uno de ellos, el Dr. Lukas, se negó a participar en las selecciones y lo apartaron del campo, y se envió al Dr. Winkelmann desde Berlín para reemplazarle.

P: ¿Fue usted testigo personalmente de estos hechos?

R: Él mismo se lo dijo al Jefe del Bloque y a la Dra. Louise Leporz cuando se marchó.

P: ¿Puede darnos alguna información sobre las condiciones en las que vivían los hombres en el campo vecino a Ravensbruck el día después de la Liberación, cuando usted pudo verlos?

R: Creo que es preferible hablar primero del "Jugendlager", ya que cronológicamente hablando, va antes.

P: Como desee.

R: En el "Jugendlager" pusieron en bloques a las mujeres mayores y las pacientes que habían salido de nuestro campo, sin agua ni comodidades. Se tumbaban en colchones de paja en el suelo, tan apretujadas que era casi imposible pasar entre ellas. Por la noche no se podía dormir por el continuo ir y venir, y las internas se pisaban

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unas a otras al pasar. Los colchones de paja estaban podridos y llenos de piojos. Las que se podían mantener en pie permanecían durante horas en el recuento hasta que no podían más.

Como alimento sólo recibían una rebanada fina de pan y medio litro de sopa de nabo, y toda la bebida que recibían en 24 horas era medio litro de infusión de hierbas (tisana). No tenían agua para beber, ni para lavarse, ni para fregar sus platos de campaña.

En el "Jugendlager" había también una "Revier" para las que no podían soportarlo más. Periódicamente, durante los recuentos, las "Aufseherin" escogían a algunas internas, que eran desnudadas, dejándolas sólo en camiseta. Después les devolvían sus abrigos, las subían a un camión, y las llevaban a la cámara de gas. Pocos días después se devolvían los abrigos a la "Kammer", es decir, el almacén de ropa, y en las etiquetas ponían "Mitwerda". Las internas que ponían las etiquetas nos dijeron que la palabra "Mitwerda" no exisía y que era un término especial usado para referirse al gas.

En la "Revier" se distribuía periódicamente el polvo blanco, y las enfermas morían como en el Bloque 10, lo que mencioné hace un momento. Hacían...

EL PRESIDENTE: Los detalles del testimonio de la testigo sobre Ravensbruck parecen muy similares, si no iguales, a los de Auschwitz. ¿No sería posible ahora, tras oír todos estos detalles, tratar el asunto de una forma más general, a no ser que haya diferencias sustanciales entre Ravensbruck y Auschwitz?

Sr. DUBOST: Creo que hay una diferencia que nos ha señalado la testigo: en Auschwitz los prisioneros eran pura y simplemente exterminados. Era sólo un campo de exterminio, mientras que en Ravensbruck los internaban para trabajar, y eran debilitados por el trabajo hasta que morían.

EL PRESIDENTE: Si hay otras diferencias entre los dos, sin duda usted orientará a la testigo, quiero decir que le preguntará a la testigo sobre esas diferencias.

Sr. DUBOST: Por supuesto, lo haré.

Sr. DUBOST:

P: ¿Puede decirle al Tribunal en qué condiciones estaba el campo de hombres en el momento de la Liberación y cuántos supervivientes quedaban?

R: Cuando los alemanes se fueron dejaron a dos mil mujeres enfermas y un cierto número de voluntarias, yo incluida, para cuidarlas. Nos dejaron sin agua y sin luz. Por suerte, los rusos llegaron al día siguiente. Pudimos así ir al campo de hombres y allí encontramos una situación totalmente indescriptible. Habían estado sin agua durante cinco días. Había ochocientos casos graves, tres doctores y siete enfermeras, que no podían separar a los muertos de los enfermos. Gracias al Ejército Rojo pudimos llevar a estas personas enfermas a bloques limpios y darles comida y cuidados. Pero por desgracia sólo puedo dar cifras relativas a los franceses:

Había cuatrocientos cuando llegamos al campo, y sólo ciento cincuenta lograron volver a Francia. Para el resto fue demasiado tarde, a pesar de todos nuestros cuidados...

P: ¿Estuvo usted presente en alguna de las ejecuciones y sabe cómo se llevaban a cabo en el campo?

R: No estuve presente en ninguna ejecución. Sólo sé que la última tuvo lugar el 22 de abril, 8 días antes de la llegada del Ejército Rojo. Como dije, se enviaba a las prisioneras a la Kommandantur; después devolvían sus ropas y sus tarjetas eran eliminadas de los archivos.

P: ¿Era la situación en estos campos algo excepcional, o considera que era parte de un sistema?

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R: Es difícil dar una idea exacta de los campos de concentración a cualquiera, a no ser que se haya estado en el campo, ya que sólo se pueden citar ejemplos de horrores, pero es bastante imposible dar alguna impresión sobre esa monotonía mortal. Si se preguntara qué fue lo peor de todo, es imposible responder, ya que todo era atroz: es atroz morir de hambre, morir de sed, estar enferma, ver a todas las compañeras morir una por una y no poder ayudarlas; es atroz pensar en tus hijos, en tu país que nunca volverás a ver, y hubo momentos en los que nos preguntamos si nuestra vida no era una pesadilla viviente por lo irreal que parecía esta vida con todo su horror.

Durante meses, durante años, tuvimos un solo deseo: el deseo de que algunas de nosotras escaparan con vida para decirle al mundo cómo eran las prisiones fascistas. En todas partes, tanto en Auschwitz como en Ravensbruck, y los camaradas de los otros campos contaban la misma historia, había un impulso sistemático e implacable de usar a seres humanos como esclavos y matarlos cuando ya no pudieran trabajar.

P: ¿Tiene algo más que decir?

R: No.

Sr. DUBOST: Si el Tribunal desea interrogar a la testigo, he terminado.

GENERAL RUDENKO: No tengo preguntas.

Dr. MARX (en nombre del Dr. Babel, abogado de las SS, ausente): el abogado Babel no ha podido venir esta mañana porque ha de acudir a una reunión con el General Mitchell.

Señorías, querría tomarme la libertad de hacerle a la testigo unas pocas preguntas para aclarar la cuestión.

P: Señora Couturier, usted declaró que la detuvo la policía francesa.

R: Sí.

P: ¿Por qué razón fue usted arrestada?

R: Resistencia. Pertenecía a un movimiento de resistencia.

P: No la he...

R: Actividad en un movimiento de resistencia.

P: Su declaración lleva a un importante... y a otra pregunta. Su declaración demuestra mucha habilidad en... sí, espere a que termine mi pregunta. ¿Qué educación recibió usted y qué trabajos llegó a ejercer?

R: ¿A qué se refiere?

P: Me refiero a en qué ha trabajado usted. ¿Ha trabajado alguna vez?

R: ¿Dónde?

P: Por ejemplo, como profesora, o conferenciante.

R: ¿Antes de la guerra?

P: Antes de la guerra.

R: No veo qué tiene que ver esta pregunta con el asunto en cuestión. Era periodista.

P: Sí. La cuestión es que usted en su declaración ha mostrado una gran habilidad en estilo y expresión, y querría saber si usted había trabajado de profesora o conferenciante.

R: No. Era fotógrafa en un periódico.

P: ¿Cómo se explica que usted pasara estas experiencias tan bien y que esté ahora con tan buen estado de salud?

R: En primer lugar, me liberaron hace un año, y en un año hay tiempo para recuperarse. En segundo lugar, estuve diez meses en cuarentena por tifus, y tuve la enorme suerte de no morir de tifus exantemático, aunque lo tuve y estuve enferma durante tres meses y medio.

Además, en los últimos meses en Ravensbruck, como sabía alemán, trabajé

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en la "Revier", lo que explica que no tuviera que trabajar tan duramente ni sufrir las inclemencias del tiempo. Por otro lado, de 230 de nosotras, sólo volvieron vivas 49 de mi convoy, y éramos sólo 54 pasados cuatro meses. Tuve la gran fortuna de regresar.

P: Sí. ¿Su declaración se limita a lo que observó usted misma, o incluye también información de otras fuentes?

R: Cuando se ha dado el caso, lo he mencionado en mi declaración. No he citado nada que no se haya verificado anteriormente en la fuente y por varias personas, pero la mayor parte de mi testimonio se basa en experiencias personales.

P: ¿Cómo puede explicar sus conocimientos estadísticos tan precisos, por ejemplo, que llegaron 700.000 judíos de Hungría?

R: Les dije que he trabajado en las oficinas, y por lo que respecta a Auschwitz, era amiga de la secretaria, la "Oberaufseherin", cuyo nombre y dirección di al Tribunal.

P: Se ha declarado que vinieron sólo 350.000 judíos de Hungría, según el testimonio del Jefe de la Gestapo, Eichmann.

R: No voy a discutir con la Gestapo. Tengo muchas razones para saber que lo que dice la Gestapo no siempre es cierto.

P: ¿Cómo la trataron personalmente? ¿La trataron bien?

R: Igual que al resto.

P: ¿Igual que al resto? Usted dijo antes que el pueblo alemán tiene que haberse enterado de lo que ocurría en Auschwitz. ¿En qué basa usted esa afirmación?

R: Ya se lo he dicho: para empezar, está el hecho de que cuando partimos los soldados loreneses de la Wehrmacht nos habían dicho en el tren: "si supieran a dónde van, no tendrían tanta prisa".

EL PRESIDENTE: Señora, va usted demasiado rápido.

R: ...los soldados loreneses que nos llevaban a Auschwitz nos dijeron: "Si supieran a dónde van, no tendrían tanta prisa de llegar". También estaba el hecho de que las mujeres alemanas que salían de la cuarentena para ir a trabajar a fábricas alemanas conocían estos hechos, y todas dijeron que hablarían de ello fuera.

Además, está el hecho de que en todas las fábricas en las que trabajaban las prisioneras estaban en contacto con los civiles alemanes, al igual que las "Aufseherinnen", que estaban en contacto con sus amigos y familias y con frecuencia les contaban lo que habían visto.

P: Una pregunta más. Hasta 1942 usted pudo observar el comportamiento de los soldados alemanes en París. ¿No se comportaban correctamente estos soldados alemanes y no pagaban lo que se llevaban?

R: No tengo ni la menor idea de si pagaban o no lo que requisaban. En cuanto a su buen comportamiento, demasiados amigos míos fueron fusilados o masacacrados como para estar de acuerdo con usted.

Dr. MARX: No tengo más preguntas que hacerle a esta testigo. Sólo querría que me permitieran...

EL PRESIDENTE: Si no tiene más preguntas, no hay nada más que decir.

Dr. MARX: Sí, gracias.

EL PRESIDENTE: Hay demasiadas risas en la Sala, ya he hablado de eso.

Creo que ha dicho que no tenía más preguntas.

Dr. MARX : Sí. Por favor, discúlpeme, sólo quería presentar una petición en nombre del abogado Babel para que pueda interrogar a la testigo en una fecha posterior, si es posible, ya sea añadiéndose...

EL PRESIDENTE: ¿Ha dicho Babel?

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Dr. MARX: Sí.

EL PRESIDENTE: Le ruego me disculpe; sí, de acuerdo ¿Cuándo volverá el Dr. Babel?

Dr. MARX: Supongo que volverá por la tarde. Está en el edificio. Pero debe leer primero el acta.

EL PRESIDENTE: Estudiaremos la cuestión. Si el Dr. Babel está aquí esta tarde, estudiaremos la cuestión si el Dr. Babel lo solicita.

¿Desea algún otro miembro de la defensa hacer alguna pregunta a la testigo?

(No hubo respuesta).

Sr. Dubost, ¿tiene alguna otra pregunta para un segundo interrogatorio?

Sr. DUBOST: No tengo más preguntas.

EL PRESIDENTE: Entonces la testigo puede retirarse.

Sr. DUBOST: Si el Tribunal tiene la bondad de permitirlo, presentaremos ahora a otro testigo, el Sr. Veith.

JEAN FREDERIC VEITH sube al estrado.

EL PRESIDENTE: ¿LLama a este testigo para tratar la cuestión del trato dado a los prisioneros en campos de concentración?

Sr. DUBOST: Sí, Sr. Presidente, y también porque este testigo puede darnos detalles sobre el maltrato que sufrieron ciertos prisioneros en el campo de internos. Ya no se trata sólo de una cuestión sobre los campos de concentración, sino también de soldados que fueron llevados a los campos de concentración y sometidos a la misma crueldad que los prisioneros civiles.

EL PRESIDENTE: Bien, debería considerar que la defensa apenas ha interrogado a la testigo que ha presentado sobre el trato en los campos de concentración. Creo que el Tribunal considera que usted podría tratar la cuestión del trato en los campos de concentración de una forma más general que con la última testigo.

¿No ha oído lo que decía?

Sr. DUBOST: Sí, lo he oído bien.


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