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Juicio a los Principales Criminales de Guerra Alemanes

En Nuremberg, Alemania
21 de enero a 1 de febrero de 1946

Cuadragésimo Cuarto Día: Lunes, 28 de enero de 1946
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P: ¿Puede por favor explicar qué era la "Revier" del campo?

R: La "Revier" era el bloque a donde se llevaba a las enfermas. Este lugar no podía recibir el nombre de hospital, ya que no se correspondía de ninguna manera a nuestra idea de un hospital.

Para ir allí había que obtener primero la autorización del Jefe de Bloque, que rara vez la daba. Cuando finalmente la daba, se nos llevaba en columnas a la Revier, donde, sin importar el tiempo que hacía, si nevaba o llovía, o incluso si había una temperatura de 40 grados bajo cero, había que esperar durante varias horas en una cola para ser admitida. Solía ocurrir que murieran pacientes fuera, antes de que pudieran entrar. Además, estar alineada delante de la Revier era peligroso, porque si la cola era demasiado larga, venían los SS, cogían a todas las mujeres que estaban esperando, y las llevaban directamente al Bloque 25.

P: Es decir, a la cámara de gas.

R: Sí, se puede decir que a la cámara de gas. Es por eso por lo que habitualmente las mujeres preferían no ir a la Revier, y morían en su trabajo o en el recuento. Todos los días, después del recuento de la noche en invierno, se recogían las muertas que habían caído en las cunetas.

La única ventaja de la "Revier" era que como se estaba en cama, no había

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que ir al recuento, pero las condiciones eran atroces, cuatro en una cama de menos de un metro de ancho, cada una con una enfermedad distinta, con lo que la que venía por tener llagas en las piernas terminaba cogiendo el tifus o la disentería de sus vecinas. Los colchones de paja estaban sucios y sólo se cambiaban cuando estaban totalmente podridos. La ropa de cama estaba tan llena de piojos que se los podía ver formando enjambres como las hormigas. Una de mis compañeras, Marguerite Corringer, me dijo que cuando cogió el tifus no podía dormir en toda la noche por los piojos. Se pasaba toda la noche sacudiendo su manta sobre un trozo de papel y tirando los piojos a un receptáculo junto a la cama, y así durante horas.

No había prácticamente ninguna medicina. Así, dejaban a las pacientes en sus camas sin ninguna atención, sin higiene y sin lavarlas. Las muertas yacían en la cama con las enfermas durante varias horas, y finalmente, cuando las descubrían, simplemente las tiraban de la cama y las sacaban fuera del bloque. Entonces venían camilleras que se llevaban a las muertas en pequeñas camillas, con la cabeza y las piernas colgando por los lados. Las camilleras de las muertas se pasaban todo el día yendo de la "Revier" al mortuorio.

Durante las grandes epidemias, en los inviernos de 1943 y 1944, se sustituyeron las camillas por carretillas, ya que había demasiados cadáveres. En esos periodos de epidemia murieron de 200 a 350 cada día.

P: ¿Cuánta gente murió entonces?

R: Durante las grandes epidemias de tifus de los inviernos de 1943 y 1944, de 200 a 350, dependiendo del día.

P: ¿Tenían acceso a la "Revier" todas las internas?

R: No. Cuando llegamos, las mujeres judías no tenían derecho a ser admitidas. Las llevaban directamente a la cámara de gas. En Auschwitz había bloques experimentales...

P: ¿Puede por favor antes de eso hablarnos de la desinfección de los bloques?

R: De vez en cuando, debido a la suciedad que causaban los piojos y que provocaba tantas epidemias, desinfectaban los bloques con gas, pero estas desinfecciones eran también la causa de muchas muertes, porque mientras se desinfectaba el bloque con gas, se llevaba a las prisioneras a las duchas, y les quitaban la ropa para limpiarla con vapor. Mientras tanto, se quedaban fuera desnudas, esperando que trajeran su ropa de vuelta del baño de vapor, y cuando se la devolvían, estaba toda mojada. Llevaban a las duchas incluso a las que estaban enfermas, que apenas podían tenerse en pie. Es bastante obvio que un gran número de ellas morían durante este proceso. Las que no se podían mover eran lavadas todas juntas en el mismo baño durante la desinfección.

P: ¿Qué les daban de comer?

R: Teníamos 200 gramos de pan, tres cuartos de litro, variaba, de sopa de colinabo, y unos pocos gramos de margarina o una rodaja de salchicha por la noche. Eso cada día.

P: ¿Sin importar el trabajo que hubiera hecho la interna?

R: Sin importar el trabajo que hubiera hecho la interna. Algunas que tenían que trabajar en la fábrica de la "Unión", una fábrica de munición en la que hacían granadas y proyectiles, recibían lo que se llamaba una "Zulage", una ración suplementaria, cuando su producción era satisfactoria. Esas internas tenían que ir al recuento por la mañana y por la noche como nosotras, y trabajaban doce horas en la fábrica. Volvían al campo después de la jornada de trabajo haciendo el camino a pie las dos veces.

P: ¿Qué era esta fábrica "Unión"?

R: Era una fábrica de munición. No sé a qué compañía pertenecía. Se llamaba la "Unión".

P: ¿Era la única fábrica?

R: No. También había una gran fábrica en Buna, pero como no trabajé allí,

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no sé qué se fabricaba allí. Las internas que llevaban a Buna nunca volvían a nuestro campo.

P: ¿Puede hablarnos de los experimentos, si es que fue testigo de alguno?

R: En cuanto a los experimentos, he visto en la "Revier", porque trabajaba allí, la cola de jóvenes judías de Salónica que esperaban enfrente de la sala de rayos X para ser esterilizadas. También sé que llevaban a cabo operaciones de castración en el campo de los hombres. En cuanto a los experimentos hechos con mujeres, estoy bien informada, porque mi amiga la Doctora Hade Hautvat, de Montbeliard, que ha vuelto a Francia, trabajó durante varios meses en ese bloque, atendiendo a las pacientes, pero siempre se negó a participar en esos experimentos. Esterilizaban a mujeres con inyecciones o con operaciones; a veces, también con rayos. Vi y conocí a varias mujeres que habían sido esterilizadas. Había una tasa de mortalidad muy alta entre las que eran usadas para experimentos. Catorce judías de Francia que rehusaron ser esterilizadas fueron enviadas a un pelotón "Strafarbeit", es decir, a hacer trabajos pesados.

P: ¿Volvían de esos pelotones?

R: Rara vez. Muy excepcionalmente.

P: ¿Cuál era el objetivo de las SS?

R: La esterilización, no lo ocultaban. Decían que estaban tratando de encontrar el mejor método de esterilización, para así, pasada una generación, sustituir a la población nativa de los países ocupados con alemanes, después de que hubieran utilizado a los habitantes como esclavos, trabajando para ellos.

P: ¿Vio alguna mujer embarazada en la "Revier"?

R: Sí. Se practicaban abortos a las mujeres judías que llegaban en los primeros meses de embarazo. Cuando su embarazo estaba a punto de terminar, las confinaban, y después ahogaban a los bebés en un cubo de agua. Lo sé porque trabajé en la "Revier", y la mujer encargada de esa tarea era una matrona alemana que había sido encarcelada por haber practicado operaciones ilegales. Un tiempo después llegó otro doctor y durante dos meses no asesinaron a los bebes judíos. Pero llegó un día una orden de Berlín diciendo que tenían que volver a eliminarlos. Llamaron a las madres y a sus bebés a la enfermería, los subieron a un camión y los llevaron a la cámara de gas.

P: ¿Por qué dice que vino una orden de Berlín?

R: Porque conocía a las internas que trabajaban en la secretaría de las SS, y en particular a una mujer eslovaca llamada Hertha Rotk, que trabaja ahora con la UNRRA en Bratislava.

P: ¿Es ella la que le dijo eso?

R: Sí. Y además, también conocía a los hombres que trabajaron en el pelotón de gaseamiento.

P: Nos ha hablado de las madres judías. ¿Había otras madres en su campo?

R: Sí, en principio se permitía a las madres no judías tener sus bebés, y no les quitaban los bebés, pero siendo tan horribles las condiciones en el campo, era raro que los bebés vivieran más de cuatro o cinco semanas.

Había un bloque donde estaban las madres polacas y rusas. Un día las madres rusas, acusadas de hacer demasiado ruido, tuvieron que permanecer en el recuento todo el día enfrente del bloque, desnudas, con sus bebés en brazos.

P: ¿Cuál era el sistema disciplinario del campo? ¿Quién mantenía el orden y la disciplina? ¿Cuáles eran los castigos?

R: Por lo general, las SS se ahorraban personal empleando a internas para supervisar el campo. Sólo supervisaban. Estas internas eran escogidas del grupo de criminales y prostitutas alemanas, y a veces de entre otras nacionalidades; pero la mayoría eran alemanas. Por medio de la corrupción,

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las acusaciones y el terror, lograron convertirse en verdaderas bestias humanas y las internas tenían tantas razones para quejarse de ellas como de los SS. Nos golpeaban igual de fuerte que los SS, y en las SS, los hombres se comportaban como las mujeres, y las mujeres eran tan salvajes como los hombres. No había diferencia.

El sistema empleado por las SS para degradar a seres humanos al máximo aterrorizándolos y haciéndoles cometer por miedo actos de los que se avergonzaban tuvo como resultado que dejaran de ser humanos. Esto era lo que querían. Hacían falta grandes dosis de coraje para resistir esta atmósfera de terror y corrupción.

P: ¿Quién administraba los castigos?

R: Los líderes de las SS, hombres y mujeres.

P: ¿De qué tipo eran los castigos?

R: Sobre todo maltratos físicos; uno de los castigos más habituales era cincuenta golpes con un palo en la espalda. Los daba una máquina que vi, un aparato que giraba, manipulado por un SS. También había recuentos interminables día y noche, o gimnasia; túmbate boca abajo, levántate, túmbate, arriba, abajo, durante horas, y la que se caía era golpeada sin piedad y llevada al Bloque 25.

P: ¿Cómo se comportaban los SS con las mujeres? ¿Y las mujeres de las SS?

R: En Auschwitz había un burdel para las SS, y también uno para los internos masculinos que pertenecían al personal, que eran llamados "Kapo".

Además, cuando los SS necesitaban sirvientes, venían acompañados de la Oberaufseherin, el decir, la comandante femenina del campo, para escoger durante el proceso de desinfección. Señalaban a una chica joven, y la Oberaufseherin la sacaba de la fila. La miraban y hacían chistes sobre su físico, y si era guapa y les gustaba, se la llevaban para que trabajara de sirvienta, con el consentimiento de la Oberaufseherin, que le decía que debía obedecerles en absolutamente todo, sin importar lo que le pidieran.

P: ¿Por qué iban durante la desinfección?

R: Porque durante la desinfección las mujeres estaban desnudas.

P: ¿Era excepcional el sistema de desmoralización y corrupción?

R: No. El sistema era idéntico en todos los campos en los que he estado, y he hablado con internos de otros campos en los que nunca he estado, y era lo mismo en todas partes. El sistema era idéntico, fuera cual fuese el campo. Había sin embargo ciertas variaciones. Creo que Auschwitz era uno de los más duros, pero después fui a Ravensbruck, donde también había una casa de mala fama, y donde también se reclutaba a internas.

P: Entonces, según usted, ¿se hacía todo para degradar a esas mujeres ante sus propios ojos?

R: Sí.

P: ¿Qué sabe del convoy de judías que llegó de Romainville casi a la vez que ustedes?

R: Cuando salimos de Romainville, dejaron allí a las judías que estaban con nosotras. Fueron enviadas a Drancy, y después llegaron a Auschwitz, donde nos reencontramos con ellas tres semanas más tarde, tres semanas después de nuestra llegada. De las 1.200 del principio sólo llegaron 125 al campo; las demás fueron enviadas de inmediato a las cámaras de gas. De estas 125, no quedó ninguna viva pasado un mes.

Los transportes funcionaban de la siguiente manera:

Cuando llegamos primero, cuando venía un convoy de judíos, se hacía una selección; primero los ancianos y ancianas, después las madres y los niños. Los ponían en camiones, junto con los enfermos o aquellos cuya constitución parecía ser

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frágil. Sólo se quedaban con las mujeres jóvenes y las chicas, así como con los hombres jóvenes, que eran enviados al campo de los hombres.

Por lo general, de un convoy de entre 1.000 y 1.500, rara vez más de 250, y esto cifra era realmente el máximo, llegaban al campo. El resto era enviado inmediatamente a la cámara de gas.

En esta selección también escogían a mujeres con buena salud de entre 20 y 30 años, que eran enviadas al bloque experimental, y las chicas jóvenes y las mujeres un poco más mayores que ellas, o las que no habían sido escogidas para tal fin, eran enviadas al campo, donde al igual que nosotras, eran tatuadas y rapadas.

También hubo en la primavera de 1944 un bloque especial para gemelos. Fue durante el tiempo en el que llegaron grandes convoys de judíos húngaros, unos 700.000. El Dr. Mengele, que llevaba a cabo los experimentos, separaba de cada convoy a niños gemelos y a gemelos en general, sin importar su edad, siempre y cuando los dos estuvieran presentes. Así que teníamos tanto niños como adultos en la planta baja de ese bloque. Aparte de análisis de sangre y mediciones, no sé qué hicieron con ellos.

P: ¿Fue usted testigo de las selecciones a la llegada de los convoyes?

R: Sí, porque cuando trabajamos en el bloque de costura en 1944, el bloque en el que vivíamos daba directamente al andén de parada de los trenes. Se había mejorado el sistema. En lugar de hacer la selección en el lugar al que llegaban, una línea secundaria llevaba ahora el tren prácticamente delante de la cámara de gas, y el andén de parada -a unos 100 metros de la cámara de gas- estaba justo enfrente de nuestro bloque, aunque por supuesto, separado de nosotras por dos filas de alambre de espino. Por tanto, veíamos la apertura de los vagones y cómo los soldados hacían salir a los hombres, las mujeres y los niños. Éramos entonces testigos de escenas conmovedoras, parejas de ancianos obligados a separarse, madres que tenían que abandonar a sus jóvenes hijas, dado que éstas serían enviadas al campo, mientras que las madres y los niños irían a las cámaras de gas. Ninguna de estas personas era consciente del destino que les esperaba. Estaban simplemente nerviosos por ser separados, pero no sabían que iban hacia su muerte. Para hacer su llegada más agradable, por aquel entonces, junio, julio de 1944, una orquesta formada por internas, todas chicas jóvenes y guapas, vestidas con pequeñas blusas blancas y faldas azul marino, tocaba durante la selección a la llegada de los trenes canciones alegres, como "La Viuda Alegre", "Barcarola" de "Los Cuentos de Hoffmann", etc. Después se les informaba de que esto era un campo de trabajo, y dado que no entraban al campo, sólo veían el pequeño andén rodeado de plantas con flores. Lógicamente, no podían darse cuenta de los que les esperaba.

Los seleccionados para la cámara de gas, es decir, los ancianos, las madres y los niños, eran escoltados hacia un edificio de ladrillo rojo.

P: ¿No se les daba número de identificación?

R: No.

P: ¿No los tatuaban?

R: No. Ni siquiera los contaban.

P: ¿La tatuaron a usted?

R: Sí. Los llevaban a un edificio de ladrillo rojo con las letras "B-a-d", es decir, "baño". Allí, para comenzar, les hacían desnudarse, y les daban una toalla antes de entrar en la llamada sala de duchas. Más adelante, con la llegada de los convoyes grandes, ya no tuvieron tiempo de hacer la pantomima o aparentar. Se los desnudaba brutalmente, y conozco estos detalles porque conocí a una pequeña judía de Francia que vivía con su familia en la "Republique".

P: En París.

R: En París. La llamaban "la pequeña Marie", y era la única...

P: Más despacio, por favor. Los intérpretes tienen dificultades para seguirla.

R: La pequeña Marie era la única superviviente de una familia de nueve. Su madre y

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sus siete hermanos y hermanas habían sido gaseadas al llegar. Cuando la conocí trabajaba desnudando a los bebés antes de que los llevaran a la cámara de gas. Una vez las personas estaban desnudas, las llevaban a una sala que era más o menos como una sala de duchas, y se arrojaban cápsulas de gas a través de una abertura en el techo. Un hombre de las SS observaba el efecto producido a través de una escotilla. Pasados entre cinco y siete minutos, cuando la cámara de gas había completado su trabajo, daba la señal de abrir las puertas, y hombres con máscaras de gas, también eran internos, entraban en la sala y sacaban los cuerpos. Nos dijeron que los internos debían haber sufrido antes de morir, porque estaban estrechamente abrazados los unos a los otros, y era muy difícil separarlos.

Después venía un pelotón especial que sacaba los dientes de oro y las dentaduras postizas, y que cuando los cuerpos habían sido reducidos a cenizas, las removían en busca de más oro.

En Auschwitz había ocho crematorios, pero a partir de 1944 se volvieron insuficientes. Las SS hicieron cavar grandes fosas a los internos, donde pusieron ramas, las rociaron con gasolina, y les prendieron fuego. Después arrojaron los cuerpos a las fosas. Desde nuestro bloque podíamos ver, pasados unos tres cuartos de hora o una hora desde la llegada del convoy, grandes llamas que salían del crematorio, y el cielo se enrojecía con las fosas ardiendo.

Una noche nos despertaron unos gritos aterradores, y descubrimos al día siguiente...


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