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Juicio a los Principales Criminales de Guerra Alemanes

En Nuremberg, Alemania
21 de enero a 1 de febrero de 1946

Cuadragésimo Tercer Día: Viernes, 25 de enero de 1946
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(El testigo fue interrogado como sigue por el Sr. Dubost)

P: Usted nació en Roubaix el 23 de agosto de 1900. ¿Fue deportado por los alemanes?

R: Sí.

P: ¿Le internaron en Mauthausen?

R: Correcto.

P: ¿Testificará lo que usted sabe sobre este campo de internamiento?

R: Por supuesto.

P: Diga lo que sabe.

R: Fui arrestado el 8 de noviembre de 1941. Después de dos años y medio de internamiento en Francia, fui deportado el 22 de marzo de 1944 a Mauthausen, en Alemania.

El viaje duró tres días con sus noches en condiciones especialmente inmundas, 104 deportados en un vagón de ganado sin aire. No creo que sea necesario dar todos los detalles de este viaje, pero es fácil imaginar el estado en el que llegamos a Mauthausen la mañana del 25 de marzo de 1944, con temperaturas de 12 grados bajo cero.

Debo añadir que desde la frontera francesa viajamos en camiones, desnudos.

Cuando llegamos a Mauthausen, el oficial de las SS que recibió este convoy de unos 1.200 franceses nos informó con las siguientes palabras, que citaré de memoria casi palabra por palabra: "Alemania necesita vuestros brazos. Por tanto, vais a trabajar, pero quiero deciros que nunca más veréis a vuestras familias. El que entra en este campo sólo sale de él por la chimenea del crematorio".

Permanecí unas tres semanas en cuarentena en un bloque aislado, y fui escogido para trabajar en un pelotón de trabajo en una cantera de piedra. La cantera de Mauthausen estaba en una hondonada a unos 800 metros del campo propiamente dicho. Había 186 escalones en la escalera que bajaba a ella.

Fue un Calvario especialmente duro, porque los escalones estaban tallados tan burdamente que subir incluso sin carga era extremadamente cansado.

Ese día, 15 de abril de 1944, fui asignado a un equipo de 12 hombres, todos franceses, a las órdenes de un capataz alemán, un delincuente común, y de un hombre de las SS.

Comenzamos a trabajar a las siete de la mañana. A las ocho, una hora después, dos de mis camaradas ya habían sido asesinados. Eran un hombre anciano, el Sr. Gregoir, de Lyon, y un hombre muy joven, Lefevre, de Tours. Fueron asesinados porque no habían entendido la orden dada en alemán que les asignaba una tarea. Éramos golpeados frecuentemente debido a nuestra incapacidad de entender el alemán.

La tarde de ese primer día, 15 de abril de 1944, nos dijeron que lleváramos los dos cadáveres arriba, y el que llevé con tres de mis camaradas fue el del Sr. Gregoir, un hombre muy pesado, y tuvimos que subir 186 escalones con un cadáver, y nos golpearon a todos antes de que llegáramos arriba.

La vida en Mauthausen, y hablaré ante este Tribunal sólo de mi experiencia, era un largo ciclo de tortura y sufrimiento. Sin embargo, querría recordar unas pocas situaciones que fueron particularmente horribles y que han permanecido más firmemente en mi memoria.

Durante septiembre, creo que fue el 6 de septiembre de 1944, llegó a Mauthausen un pequeño convoy de 47 oficiales británicos, americanos y holandeses. Eran aviadores que se habían tirado en paracaídas. Habían sido arrestados

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después de que hubieran intentado escapar a su país. Debido a ello, fueron condenados a muerte por un tribunal alemán. Habían estado en prisión durante un año y los traían a Mauthausen para ejecutarlos.

A su llegada, los llevaron al "bunker", la prisión del campo. Les hicieron desnudarse, y se quedaron sólo con sus calzoncillos y una camiseta. Estaban descalzos.

A la mañana siguiente se presentaron al recuento de las siete. Los pelotones de trabajo fueron a hacer sus tareas. Los 47 oficiales fueron reunidos enfrente de la oficina y el oficial al mando del campo les dijo que todos habían sido condenados a muerte.

Debo mencionar que uno de los oficiales americanos pidió al comandante que se le permitiera morir como un soldado. Como respuesta, fue azotado con un látigo y golpeado. Llevaron a los 47 a la cantera descalzos.

El asesinato de estos hombres ha permanecido en las mentes de todos los prisioneros de Mauthausen como una escena del Infierno de Dante. El procedimiento fue el siguiente: al final de los escalones, abajo, cargaron piedras en las espaldas de estos pobres desdichados y les hicieron llevarlas arriba. La primera subida se hizo con piedras que pesaban entre 25 y 30 kilos, y fue acompañada de golpes. Después les hicieron correr abajo. En la segunda subida las piedras eran aún más pesadas, y cuando los pobres desgraciados se hundían bajo su carga, recibían patadas y golpes con una porra. Incluso les tiraron piedras.

Por la noche, cuando me reuní con el pelotón con el que trabajaba entonces, el camino que llevaba al campo era un reguero de sangre. Casí pisé la mandíbula inferior de un hombre. Había tirados veintiún cuerpos a lo largo del camino. Veintiuno murieron el primer día. Los otros veintiséis murieron a la mañana siguiente.

He tratado de narrar este horrible acontecimiento lo más brevemente posible. No pudimos, al menos mientras estuvimos en el campo, averiguar los nombres de estos oficiales, pero creo que a estas alturas ya se debe haber averiguado.

En septiembre de 1944 nos visitó Himmler. Nada cambió en la rutina del campo. Los pelotones de trabajo fueron a sus tareas como habitualmente, y tuve ocasión, y fue una triste ocasión, de ver a Himmler de cerca. Si menciono la visita de Himmler al campo, que después de todo no fue un gran evento, es porque ese día le ofrecieron a Himmler el espectáciulo de la ejecución de cincuenta oficiales soviéticos.

Debo decirles que trabajaba en un pelotón Messerschmidt, y estaba entonces en un turno de noche. El barracón donde estaba alojado estaba justo delante del crematorio y la sala de ejecuciones. Vimos, vi, a estos oficiales soviéticos alineados en filas de cinco enfrente de mi bloque. Los llamaron uno por uno. El camino a la sala de ejecución era relativamente corto. Se llegaba a ella por una escalera. La sala de ejecución estaba debajo del crematorio.

La ejecución, de la que Himmler fue testigo, al menos del comienzo, ya que duró toda la tarde, fue otro espectáculo especialmente horrible. Repito: se llamó uno por uno a los oficiales del Ejército Soviético, y había una especie de cadena humana entre los que esperaban su turno y el hombre que esperaba en la escalera y oía el disparo que asesinaba al que le precedía. Se asesinó a todos con un tiro en el cuello.

P: ¿Fue testigo de esto personalmente?

R: Repito que esa tarde estaba en el Bloque 11, situado justo delante del crematorio, y aunque no vimos la ejecución en sí, oímos todos los disparos, y vimos a los hombres condenados que esperaban en la escalera enfrente nuestro abrazarse antes de partir.

P: ¿Quiénes eran estos hombres que fueron condenados?

R: La mayoría eran oficiales soviéticos, comisarios políticos, o miembros del Partido Bolchevique. Venían de Oflags.

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P: Disculpe, ¿había oficiales entre ellos?

R: Sí.

P: ¿Sabía de dónde venían?

R: Era muy difícil saber de qué campo venían porque como norma general, eran encerrados en cuanto llegaban al campo. O se les llevaba directamente a prisión o al Bloque nº 20, que era un anexo de la prisión, del que tendré ocasión...

P: ¿Cómo sabía usted que eran oficiales?

R: Porque pudimos comunicarnos con ellos.

P: ¿Venían todos de campos de prisioneros de guerra?

R: Probablemente.

P: ¿No lo sabían con certeza?

R: No, no lo sabíamos con certeza. Estábamos interesados principalmente en averiguar de qué nacionalidad eran, y no preguntamos otros detalles.

P: ¿Sabe de dónde venían los oficiales británicos, americanos y holandeses de los que acaba de hablar y que fueron ejecutados en los escalones de la cantera?

R: Creo que venían de Holanda, sobre todo los oficiales de la fuerza aérea. Probablemente se habían tirado en paracaídas después de que los derribaran, y se habían escondido mientras intentaban volver a su país.

P: ¿Sabían los prisioneros de Mauthausen que se ejecutaba a prisioneros de guerra, oficiales o suboficiales?

R: Era algo frecuente.

P: ¿Algo frecuente?

R: Sí, muy frecuente.

P: ¿Conoce alguna ejecución masiva de hombres encerrados en Mauthausen?

R: Conozco muchos casos.

P: ¿Podría citar algunos?

R: Aparte de los que ya he descrito, creo que debería mencionar lo que le pasó a parte de un convoy que venía de Sachsenhausen que fue ejecutado con un método especial. Esto fue el 17 de febrero de 1945.

Con el avance de los Aliados, se movieron algunos campos hacia Ausria. De un convoy de 2.500 internos que habían salido de Sachsenhausen, sólo quedaban unos 1.700 cuando llegaron a Mauthausen la mañana del 17 de febrero. 800 habían muerto o habían sido asesinados durante el viaje.

El campo de Mauthausen estaba en ese momento, si se me permite la expresión, hasta los topes. Por tanto, cuando llegaron 1.700 supervivientes de este convoy, el Kommandant Dachmeier seleccionó a 400. Animó a los prisioneros enfermos, ancianos o débiles a acercarse, con la idea de que podrían llevarlos a la enfermería. Estos 400 hombres, que habían dado un paso al frente por voluntad propia o habían sido seleccionados arbitrariamente, fueron desnudados. Los dejaron durante 18 horas con temperaturas de 18 grados bajo cero entre el edificio de la lavandería y el muro del campo.

P: ¿Vio usted eso?

R: Lo vi personalmente.

P: ¿Cita esto como testigo directo?

R: Exactamente.

P: ¿En qué parte del campo estaba usted entonces?

R: Esta situación duró, como dije, 18 horas, y cuando entrábamos o salíamos del campo veíamos a estos infortunados hombres.

P: Muy bien. ¿Puede continuar? Ha hablado de la visita de Himmler y de la ejecución de oficiales soviéticos y Comisarios del Pueblo. ¿Veía con frecuencia a alemanes destacados en el campo?

R: Sí, pero no puedo darles los nombres.

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P: ¿No los conocía?

R: Era imposible no reconocer a Himmler.

P: ¿Pero sabía que eran hombres destacados?

R: Sin duda. Primero de todo, siempre iban rodeados de un Estado Mayor al completo, que pasaba por la prisión y los bloques adjuntos.

Si me lo permiten, querría continuar con mi descripción del asesinato de estas 400 personas de Sachsenhausen. Dije que después de seleccionar a los prisioneros enfermos, débiles o ancianos, Dachmeier, el comandante del campo, dio orden de que se desnudara por completo a estos hombres, con temperaturas de 18 grados bajo cero. Algunos de ellos tuvieron congestión en los pulmones, pero parecía que las cosas no iban suficientemente rápido para las SS. Durante la noche se llevó tres veces a estos hombres a las duchas; tres veces los tuvieron durante media hora bajo agua helada, y después les hicieron salir sin haberse secado.

Por la mañana, cuando los pelotones fueron al trabajo, los cuerpos estaban esparcidos por el suelo. He de añadir que los últimos fueron rematados a hachazos.

Presentaré ahora el testimonio más directo de un hecho que se puede verificar fácilmente. Entre los 400 hombres que he mencionado había un Capitán de Caballería francés, el Capitán Dodionne, que hoy es Mayor en el Ministerio de Guerra. Este Capitán estaba entre los 400. Salvó la vida gracias a que se escondió entre los cadáveres y escapó así a los golpes del hacha. Cuando se llevaron los cadáveres al crematorio, consiguió huir, pero no sin haber recibido un golpe en el hombro que le ha dejado una marca de por vida.

Los SS le cogieron de nuevo. Lo que le salvó fue el hecho de que los SS consideraron muy divertido que un hombre vivo consiguiera salir de una pila de cadáveres. Le cuidamos, le ayudamos, y le trajimos de vuelta a Francia.

P: ¿Sabe por qué tenían lugar estas ejecuciones?

R: Porque había demasiada gente en el campo. Porque los prisioneros que venían de todos los campos que estaban cayendo no podían ser incorporados a pelotones de trabajo a un ritmo suficientemente rápido. Los bloques estaban saturados. Es la única explicación que se dio.

P: ¿Sabe quién dio la orden de exterminar a los oficiales británicos, americanos y holandeses que vio morir en la cantera?

R: Creo que dije que estos oficiales habían sido condenados a muerte por tribunales alemanes. Probablemente unos pocos de ellos habían sido condenados muchos meses antes de que los llevaran a Mauthausen para ejecutar la pena. Es probable que la orden viniera de Berlín.

P: ¿Sabía cómo se construyó la enfermería?

R: Debo decir muy claramente que la enfermería fue construida antes de mi llegada al campo.

P: ¿Así que nos dará un testimonio indirecto?

R: Sí, un testimonio indirecto. Pero lo oí de todos los internos, y también de los SS. La enfermería fue construida por los primeros prisioneros soviéticos que llegaron a Mauthausen. Cuatro mil soldados soviéticos fueron masacrados durante la construcción de estos diez bloques de la enfermería. Estas masacres habían quedado tan profundamente grabadas en la memoria, que siempre se llamaba a la enfermería el "Campo Ruso". Los mismos SS llamaban a la enfermería el "Campo Ruso".

P: ¿Cuántos franceses había en Mauthausen?

R: Había en Mauthausen unos 10.000 franceses, incluidos los destacamentos exteriores.

P: ¿Cuántos de ustedes volvieron?

R: Volvimos tres mil.


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