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Juicio a los Principales Criminales de Guerra Alemanes

En Nuremberg, Alemania
21 de enero a 1 de febrero de 1946

Cuadragésimo Tercer Día: Viernes, 25 de enero de 1946
(3 de 7)


[Página 161]

Presentaremos ahora los documentos 563-F y 564-F como prueba RF 308. Es un informe sobre las atrocidades cometidas por la Gestapo en Bourges. Leeremos una parte de este informe, página 6 del texto en francés, página 5 del texto en alemán.

EL PRESIDENTE: Sr. Dubost, ¿cómo demuestra usted qué es este documento? Parece ser el informe del Sr. Marc Toledano.

Sr. DUBOST: Es correcto, Sr. Presidente. Este informe fue incorporado, junto al resto de documentos del mismo lote, al documento presentado por la Comisión Francesa para la Investigación de Crímenes de Guerra, y eso es evidente por la firma oficial del Sr. Zambeaux en el original, que está en poder del Secretario del Tribunal. Lo leeré, página 5. Es la primera página del original:

"Yo, la abajo firmante, Madame Bondeux, supervisora de la Prisión de Bourges, certifico que nueve hombres, la mayoría jóvenes, fueron sometidos a un trato atroz. Con las manos atadas detrás de la espalda y con cadenas en sus pies durante 15-20 días, les era imposible llevar a cabo las tareas cotidianas vitales. Gritaban de hambre. En vista de esta situación, varios presos comunes mostraron su deseo de ayudar a estos mártires preparando pequeños paquetes con sus propias provisiones y pasándoselos por la noche. Cierto supervisor alemán, al que conocía por el nombre de pila de Michel, tiró su pan a una esquina de la celda y vino una noche a pegarles. Todos estos jóvenes fueron fusilados el 20 de noviembre de 1943.

Además, una mujer llamada Hartwig, de Chavannes, creo, me dijo que había pasado cuatro días atada a una silla. En cualquier caso, puedo declarar que su cuerpo estaba todo cubierto de cardenales".

En la página 6, página 5 del texto alemán, leeremos la declaración del Sr. Labussiere, que es capitán en la reserva y profesor en Marseille-les-Aubigny. Octava línea desde el final de la página:
"El 11 fui golpeado dos veces con un látigo, siendo obligado a doblarme sobre un banco. Los músculos de mis muslos y pantorrillas estaban estirados. Al principio recibí unos 30 latigazos con un látigo pesado, después la sesión continuó con otro instrumento que tenía una hebilla en la punta, después me golpearon en el ano, en los muslos y en las pantorrillas. Para hacer esto mi torturador se subió a un banco y me hizo abrir las piernas. Después, con un látigo muy fino, terminó dándome otros 20 cortantes latigazos. Cuando me levanté, estaba mareado, y me caí al suelo. Me hicieron levantarme de nuevo a patadas. Huelga decir que nunca me quitaron las esposas de las muñecas".
no leeré el resto de este testimonio. Paso al final de la página 7, tercera línea contando desde abajo. Los detalles precedentes son horrorosos.

[Página 161]

"A las diez del día 12, tras haber golpeado a una mujer, Paoli vino a buscarme y dijo: 'Perro, no tienes corazón. Es a tu mujer a la que acabo de golpear. Lo seguiré haciendo hasta que hables'. Quería que revelara el lugar de nuestro escondite y los nombres de mis camaradas.

Estuve de nuevo entre las 2 y las 6 en la sala de tortura. Apenas podía arrastrarme. Antes de dejarme entrar, Paoli dijo: 'te doy cinco minutos para decirme todo lo que sabes. Si después de estos cinco minutos no dices nada, serás fusilado a las 3. Tu mujer será fusilada a las seis, y enviarán a tu hijo a Alemania' ".

Página 9:
"Tras firmar el acta de mi interrogatorio, el alemán me dijo: 'Mira tu cara. Mira lo que podemos hacer con un hombre en cinco días. ¡Aún no has visto la meta!' Y añadió: 'Ahora sal de aquí. ¡Me das asco! ' ". Y el testigo concluyó diciendo: 'Estaba realmente cubierto de excrementos de la cabeza a los pies. Me pusieron en una carretilla y me llevaron de vuelta a mi celda. Durante estos cinco días sin duda había recibido más de 700 golpes con un látigo".
Apareció un gran hematoma (cardenal) en cada una de sus nalgas. Un doctor tuvo que operarle. Sus camaradas de celda no se acercaban a él por el nauseabundo olor de los abscesos que cubrían su cuerpo como resultado del maltrato. El 20 de noviembre, el día en que fue interrogado, aún no se había recobrado de sus heridas.

Página 10. Su testimonio concluye con una declaración general sobre los método de castigo:

"(1) Un látigo de cuero de buey.

(2) El baño: la víctima era sumergida de cabeza en una bañera de agua fría hasta que se asfixiaba. Entonces le practicaban la respiración artificial. Si no hablaba, repetían el proceso varias veces. Pasó la noche con la ropa mojada en una celda fría.

(3) Corriente eléctrica: los terminales se ponían en las manos, después en los pies y en las orejas, después uno en el ano y el otro en la punta del pene.

(4) Aplastamiento de los testículos en una prensa especialmente preparada para este fin: era frecuente retorcer los testículos.

(5) Colgar: se esposaban las manos de la víctima detrás de la espalda. Se pasaba un gancho por las esposas y se levantaba a la víctima con una polea. Al principio lo subían y lo bajaban. Después, le dejaban colgado durante periodos de tiempo variables y muy largos. Era habitual que se dislocaran los brazos. Vi en el campo al Teniente Lefevre que, tras estar colgado durante más de cuatro horas, había perdido el uso de ambos brazos.

(6) Quemar con un soldador o con cerillas.

El 2 de julio vino al campo mi camarada Laloue, un profesor de Cher, que había sido sometido a la mayoría de estas torturas en Bourges. Le habían dislocado un brazo y no podía mover los dedos de su mano derecha debido a haber estado colgado. Le habían sometido a los latigazos y a la electricidad. Le habían quemado con cerillas a las que habían afilado la punta para metérselas debajo de todas las uñas de sus manos y pies. Le habían envuelto las muñecas y los tobillos con relleno de almohada y le habían prendido fuego. Mientras ardía, un alemán le clavó varias veces un cuchillo con punta en las plantas de los pies, mientras otro le azotaba con un látigo. Las quemaduras de cerillas se habían comido varios dedos hasta la segunda articulación. Los abscesos que se habían formado habían reventado, y esto le había salvado de una infección en la sangre".

Página 13 del mismo documento, página 14 en el texto alemán, leemos, bajo

[Página 162]

la firma de uno de los Jefes del Estado Mayor de las Fuerzas Francesas del Interior que liberaron el Departamento de Cher, el Sr. Magnon -firma autenticada por las autoridades oficiales francesas que ustedes conocen- lo siguiente:
"Desde la liberación de Bourges el 6 de septiembre de 1944, una inspección de los sótanos de la Gestapo permitió descubrir un instrumento de tortura, un anillo compuesto de varias bolas de madera dura con puntas de acero. Había un dispositivo para ajustar el brazalete a la muñeca de la víctima. Este brazalete fue visto por numerosos soldados y líderes del Maquis de Menetou-Salon.

Estuvo en manos del Adjunto Neuilly, ahora en el primer batallón de la 34ª Brigada".

Se adjunta un dibujo a esta declaración.
"El Comandante Magnon, abajo firmante, certifica haber visto el instrumento descrito anteriormente".
Presentamos ahora el documento 565-F, del Servicio de Seguridad Militar del Departamento de Vaucluse, que será la prueba RF 309. Es una repetición de los mismos métodos. No consideramos necesario entrar en detalles.

Pasamos ahora al documento 567-F, que presentamos como prueba RF 310. Habla de las torturas practicadas por la policía alemana en Besançon. Página 1 de nuestro texto francés y del texto alemán, es una declaración del Sr. Dommergues, profesor en Besançon. Esta declaración fue tomada por la Comisión Americana de Crímenes de Guerra, representada por el Capitán Miller. Leeremos la declaración del Sr. Dommergues, profesor en Besançon:

"Arrestado el 11 de febrero de 1944. Golpeado violentamente con un látigo durante el interrogatorio. Al oírse gritos de una mujer a la que estaban torturando, le hicieron creer que era su mujer. Vio a un camarada colgado con un peso de 50 kilogramos en cada pie. A otro le perforaron los ojos con alfileres. Un niño perdió la voz completamente".
Esto procede de la Comisión Americana de Crímenes de Guerra y resume la declaración del Sr. Dommergues. Este documento incluye una segunda parte, 567 F (b). Leeremos algunos fragmentos de las páginas 3, 4, 5, 6 y 7 de este documento, página 9 del texto alemán.

EL PRESIDENTE: ¿De quién es la declaración?

Sr. DUBOST: Página 3, Sr. Presidente.

EL PRESIDENTE: Sí, pero verá, uno de los miembros no tiene marcado su documento, y quiero saber de quién es la declaración que está citando. ¿Es del Dr. Gomet?

Sr. DUBOST: No es una declaración, es una carta enviada por el Dr. Gomet, Secretario del Consejo del Colegio Departamental de Doubs y de la Asociación Nacional de Médicos. Esta carta se la envía al Oficial Médico Jefe de la Feldkommandantur de Besançon el 11 de septiembre de 1943. Este es el texto:

"Doctor Jefe y Honorable Colega:

Tengo el honor de enviarle la nota que he redactado a petición suya y que va dirigida a nuestros colegas del Departamento en nuestro memorándum del 1 de septiembre.

Además, mi conciencia me obliga a plantearle otra cuestión.

Hace poco tuve que tratar a un francés que tenía heridas y numerosos hematomas en su cara y su cuerpo como resultado del aparato de tortura empleado por el servicio de seguridad alemán. Es un hombre de buena posicion, que ejerce un cargo importante del Gobierno Francés, y fue arrestado porque pensaban que podría proporcionar cierta información. No pudieron acusarle de nada, como demuestra el hecho de que fue liberado pocos días después, cuando terminó el interrogatorio al que quería someterle.

[Página 163]

Fue sometido a torturas, no como castigo como resultado de un juicio, sino con el único fin de forzarle a hablar bajo la presión de la violencia y el dolor.

En cuanto a mi, como representante aquí del Cuerpo Médico Francés, mi conciencia y un estricto concepto de mi deber me obligan a informarle de lo que acabo de observar en el ejercicio de mi profesión. Apelo a su conciencia como doctor y, ya que hemos aceptado la misión de proteger la salud física de otros seres humanos, que es el deber de todo doctor, le pregunto si no deberíamos intervenir".

Volviendo a la página 4, debe haber recibido respuesta del doctor alemán, ya que el Dr. Gomet le escribe una segunda carta, y he aquí el texto:
"Doctor Jefe y Honorable Colega:

Usted tuvo la bondad de prestar atención a los hechos que le planteé en mi carta del 11 de septiembre de 1943 sobre el aparato de tortura usado por el Servicio de Seguridad Alemán durante el interrogatorio de un funcionario francés al que tuve que tratar posteriormente. Me preguntó, como es natural, si usted podía visitar a la persona en cuestión. Le respondí en nuestro reciente encuentro que la persona afectada no conocía el paso que había dado yo, y no sabía si me autorizaría a darle su nombre. Quiero destacar, de hecho, que soy el único responsable de que se haya dado este paso. La persona a través de la que conocí, en virtud de mi profesión, los hechos que acabo de relatarle, no tenía nada que ver con este informe. La cuestión es estrictamente profesional. Mi conciencia como doctor me ha obligado a plantearle esta cuestión. Le informé sólo de lo que sabía por una observación totalmente fiable, y garantizo la veracidad de mi declaración por mi honor como hombre, como doctor y como francés.

Mi paciente fue interrogado dos veces por el Servicio de Seguridad Alemán hacia finales de agosto de 1943. Tuve que examinarle el 8 de septiembre de 1943, es decir, unos diez días después de que saliera de prisión, donde había pedido en vano atención médica. Tenía hematomas palpebrales en el lado izquierdo y abrasiones en la región de su sien derecha, que dijo que fue causada por una especie de disco que pusieron sobre su cabeza y que golpearon con pequeñas porras. Tenía hematomas en las palmas de las manos, ya que se las habían puesto, según lo que me dijo, en un aparato que las aplastaba. En la parte delantera de sus piernas aún había cicatrices con costras y pequeñas heridas superficiales, resultado, me dijo, de golpes administrados con varas flexibles con puntas cortas.

Obviamente, no puedo jurar que conozco las formas en las que se produjeron los hematomas y las heridas, pero debo señalar que su aspecto concuerda plenamente con las explicaciones que me dio.

Será fácil para usted, Señor, enterarse de si realmente el Servicio de Seguridad Alemán está empleando un aparato del tipo que menciono".

No continuaré.

EL PRESIDENTE: Debo informar a la defensa y la acusación, y a los demás, de que el Tribunal no celebrará sesión abierta mañana, ya que tiene que estudiar muchas cuestiones administrativas. Se levanta la sesión hasta las 2.

(Se hizo un receso).

ALGUACIL (Capitán Priceman): Con la venia, los acusados Kaltenbrunner y Streicher también se ausentarán esta tarde.

Sr. DUBOST: Estábamos esta mañana enumerando las torturas que habían sido infligidas con frecuencia por la Gestapo en las diversas ciudades de Francia donde se habían llevado a cabo investigaciones, y les estaba demostrando con la lectura de numerosos documentos, entre ellos la última carta, que en todas partes los

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acusados, y frecuentemente los propios testigos, fueron interrogados brutalmente y sometidos a torturas que habitualmente eran idénticas. Esta repetición sistemática de los mismos métodos de tortura nos lleva a considerar que hubo un plan común definido por los jefes del servicio policial y por el Gobierno Alemán.

Aún tenemos muchos testimonios, todos extraídos del informe del Servicio Americano, que hablan de la prisión de Dreux, de la prisión de Morlaix, y de la prisión de Metz. Estos testimonios se encuentran en los documentos 689-F, 690-F y 691-F, que les presentamos ahora como pruebas RF 311, 312 y 313. Con su permiso, Señoría, me abstendré de citar estos documentos. Se repitieron sistemáticamente los mismos actos; esto también es aplicable a las torturas infligidas en Metz, Cahors, Marsella y Quimperle. El asunto es tratado en los documentos 692, 693 y 694-F, que les presentamos como pruebas RF 314 y 315.

Pasamos ahora a uno de los crímenes más odiosos cometidos por la Gestapo, y no nos es posible mantenernos en silencio, a pesar de nuestro deseo de acortar este proceso. Es el asesinato de un oficial francés perpetrado por la Gestapo en Clermont-Ferrand, en la zona sur, y por tanto, en una zona que se consideraba libre según los términos del Armisticio, un asesinato cometido en condiciones extremadamente ignominiosas, despreciando todas las leyes, ya que ocurrió en una región donde según los términos del Armisticio la Gestapo no tenía nada que hacer ni ningún derecho a estar.

El nombre de este oficial francés era Mayor Henri Madeline. Su caso se expone en el documento S-575, que presentamos como prueba RF 316. Fue arrestado el 1 de octubre de 1943 en Vichy. El interrogatorio comenzó en enero de 1944, y fue golpeado de una forma tan salvaje durante el primer interrogatorio que cuando lo llevaron de vuelta a su celda sus manos estaban cortadas. El 27 de enero fue sometido a otros dos interrogatorios. Encontrará, Señoría, este documento en un fajo de papeles dentro de una carpeta rosa en su libro de documentos, nº S-575.

El 27 de enero este oficial fue interrogado de nuevo en dos ocasiones durante las que fue golpeado tan violentamente que cuando volvió a su celda, era imposible ver las esposas que llevaba puestas de lo hinchadas que estaban sus manos. Al día siguiente la policía alemana volvió y le sacaron de su celda, donde había pasado toda una noche de agonía. Le sacaron estando aún vivo y lo arrojaron a una carretera a un kilómetro de un pequeño pueblo del Macizo Central, Peringant-Les-Sarlieves, para que así se pensara que había sido víctima de un accidente en la carretera. Su cuerpo fue encontrado más tarde, y una autopsia mostró que la garganta estaba completamente aplastada. Tenía fracturas múltiples en las costillas, y perforaciones en los pulmones. También tenía la columna dislocada, fractura de la mandíbula inferior, y la mayoría de los tejidos de la cabeza estaban sueltos.

Todos sabemos que unos pocos traidores franceses colaboraron en los arrestos y las fechorías de la Gestapo en Francia a las órdenes de oficiales alemanes. Uno de estos traidores, que fue arrestado cuando nuestro país fue liberado, ha descrito el maltrato infligido al Mayor Madeline. El nombre de este traidor es Verniere, y vamos a leer un fragmento de su declaración.

"Le golpearon con un látigo y una porra. Le golpearon en las uñas de las manos, y le aplastaron los dedos. Se le obligó a caminar descalzo sobre tachuelas. Le quemaron con colillas. Finalmente, fue golpeado sin piedad y devuelto a su celda agonizando".


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