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Juicio a los Principales Criminales de Guerra Alemanes

En Nuremberg, Alemania
Del 7 de enero al 19 de enero de 1946

Trigésimo Sexto Día: Jueves, 17 de enero de 1946
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Los deportados fueron enviados a Alemania, casi siempre a campos de concentración, aunque a veces también a prisiones.

Se puso en prisiones a los deportados que habían sido condenados o esperaban juicio. Los presos eran amontonados allí en condiciones inhumanas.

A pesar de esto, el régimen carcelario era por lo general menos severo que las condiciones en los campos. El trabajo allí era menos desproporcionado con respecto a la fuerza de los presos, y los guardias de prisión eran menos duros que los SS de los campos de concentración.

Parece que el plan que querían seguir los nazis en los campos de concentración era deshacerse gradualmente de los prisioneros, pero sólo después de que se hubiera usado su capacidad de trabajo para ayudar al esfuerzo de guerra alemán.

Se ha narrado al Tribunal el trato casi inconcebible dado por las SS a los prisioneros. Nos tomaremos la libertad de entrar en más detalles durante la exposición de la acusación francesa, ya que se debe conocer totalmente hasta qué grado de horrores podían rebajarse los alemanes inspirados por la doctrina nacionalsocialista.

El aspecto más terrible fue quizás el deseo de degradar moralmente y envilecer al prisionero hasta que perdiera, si era posible, toda semblanza de un individuo humano.

Las condiciones de vida habituales impuestas a los deportados en los campos eran suficientes para garantizar un lento exterminio a través de una alimentación inadecuada, malas condiciones higiénicas, la crueldad de los guardias, la severidad de los castigos, forzar a realizar trabajos desproporcionados con respecto a la fuerza del prisionero, y un servicio médico irregular. Además, como ya saben, muchos no murieron de muerte natural, sino que fueron asesinados por inyecciones, cámaras de gas o inoculaciones de enfermedades mortales.

Pero un exterminio más rápido solía ser lo habitual. Solía ocurrir debido a los maltratos, las duchas comunales con agua helada en pleno invierno en campo abierto, dejando a los prisioneros desnudos en la nieve, los golpes de porra, los ataques de perros, o colgando a los prisioneros de las muñecas.

Algunas cifras ilustrarán el resultado de estos diversos métodos de exterminio. En Buchenwald, durante el primer cuatrimestre de 1945 hubo 13.000 muertes

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de un total de 40.000 internos. En Dachau, murieron entre 13.000 y 15.000 en los tres meses anteriores a la liberación. En Auschwitz, un campo dedicado al exterminio sistemático, el número de personas asesinadas alcanzó varios millones.

En cuanto al número total de los deportados de Francia, la cifra oficial es la siguiente:

De los 250.000 deportados, sólo volvieron 35.000.
Los deportados fueron usados como conejillos de Indias en numerosos experimentos médicos, de cirugía y de otros tipos que habitualmente provocaban su muerte. En Auschwitz, en Struthoff, en la prisión de Colonia, en Ravensbruck, en Neuengamme, se esterilizó a numerosos hombres, mujeres y niños. En Auschwitz se seleccionaba a las mujeres más hermosas, se las fecundaba artificialmente y se las gaseaba. En Struthoff se usó un barracón especial, aislado del resto con alambre espino para inocular a hombres, en grupos de 40, enfermedades mortales. En el mismo campo se gaseó a mujeres mientras doctores alemanes observaban sus reacciones a través de una mirilla dispuesta para tal fin.

El exterminio era con frecuencia realizado directamente por medio de ejecuciones individuales o colectivas. Se llevaban a cabo por medio de fusilamientos, horca, inyecciones, furgones de gaseamiento o cámaras de gas.

No querría insistir más en los hechos, ya tan numerosos, presentados ante su Alto Tribunal en los días anteriores por la acusación americana, pero el representante de Francia, al haber muerto muchos de sus compatriotas en estos campos después de horribles sufrimientos, no podía evitar hablar de este trágico ejemplo de completa falta de humanidad. Esto habría sido inconcebible en el siglo veinte si no se hubiera establecido una doctrina de vuelta a la barbarie en el mismo corazón de Europa.

Los crímenes cometidos contra prisioneros de guerra, aunque menos conocidos, son un amplio testimonio del grado de falta de humanidad al que había llegado la Alemania Nazi.

Para comenzar, las violaciones de convenciones internacionales cometidas contra prisioneros de guerra son numerosas. Muchos fueron obligados a recorrer a pie casi sin comida muy largas distancias. Muchos campos no respetaban ni siquiera las normas más básicas de higiene. Con frecuencia la comida era insuficiente; así, un informe del OKW del NFSP del 11 de abril de 1945 y con notas del acusado Keitel muestra que 82.000 prisioneros de guerra internados en Noruega recibían la comida estrictamente indispensable para seguir vivos considerando que no estaban trabajando, cuando en realidad 30.000 de ellos hacían trabajos pesados.

De acuerdo con el acusado Keitel, actuando a petición del acusado Goering, se crearon campos de prisioneros de las Fuerzas Aéreas Británicas y Americanas en ciudades expuestas a bombardeos.

Quebrantando el texto de la Convención de Ginebra, se decidió en una reunión celebrada en el cuartel general del Führer el 27 de enero de 1945, en presencia del acusado Goering, castigar con la pena de muerte todo intento de fuga hecho por los prisioneros de guerra durante su traslado.

Aparte de estas violaciones de la Convención de Ginebra, las autoridades alemanas cometieron numerosos crímenes contra los prisioneros de guerra: ejecución de aviadores Aliados capturados, asesinato de tropas de comando, exterminio colectivo de ciertos prisioneros de guerra sin ningún motivo, como por ejemplo lo ocurrido a 120 soldados americanos en Malmédy el 27 de enero de 1945. Junto al "Nacht und Nebel", una forma de expresar el tratamiento inhumano infligido a los civiles, podemos poner el "Sonderbehandlung", un "tratamiento especial" de prisioneros de guerra en el que éstos desaparecieron en gran número.

Se da la misma barbarie en la actividad terrorista llevada a cabo por el Ejército Alemán y la policía contra la Resistencia.

La orden del acusado Keitel del 16 de septiembre de 1941, que se puede considerar un documento básico, ciertamente tiene como objetivo la lucha contra los movimientos comunistas, pero adelanta que la resistencia al Ejército

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de Ocupación puede venir de orígenes distintos a los comunistras y decreta que todos los casos de resistencia deberán interpretarse como de origen comunista. De hecho, en la ejecución de esta orden general de aniquilar la Resistencia con todos los medios posibles, los alemanes arrestaron, torturaron y masacraron a hombres de toda clase y condición.

Es cierto que los miembros de la Resistencia rara vez respetaron las condiciones de las Convenciones de la Haya, lo que los habría cualificado para ser consideradas tropas regulares; se les podía sentenciar a muerte como francotiradores y ejecutarlos. Pero fueron asesinados sin juicio en la mayoría de los casos, habitualmente después de haber sido terriblemente torturados.

Tras la Liberación se descubrieron numerosos calabozos y los cuerpos allí encontrados fueron examinados por médicos: mostraban marcas obvias de un trato extremadamente brutal, con cuero cabelludo arrancado, la columna vertebral dislocada, las costillas tan rotas que el pecho estaba totalmente aplastado y los pulmones perforados, o cabello y uñas arrancadas.

Es imposible determinar el número total de víctimas de las atrocidades alemanas en la lucha contra la Resistencia. Es con certeza muy alto. Sólo en el departamento del Ródano, por ejemplo, se descubrieron los cuerpos de 713 víctimas tras la Liberación.

Una orden del 3 de febrero de 1944 el Comandante en Jefe de las Fuerzas en Occidente, firmado "Por orden del General Sperrle", decretó que en la lucha contra los terroristas se debía responder de inmediato con armas de fuego y quemando al instante todas las casas desde las que se había disparado. "Tiene poca importancia", añade el texto, "si sufren personas inocentes. Será culpa de los terroristas. Todos los comandantes de tropas que muestren debilidad en la represión de los terroristas serán severamente castigados. Por otro lado, los que se extralimiten en las órdenes recibidas y sean demasiado severos no serán castigados".

El diario de guerra de von Brodowski, comandante del Cuartel General de Enlace, nº 588, en Clermont-Ferrand, da ejemplos irrefutables de las formas bárbaras que los alemanes dieron a la lucha contra la Resistencia. Los que eran sorprendidos resistiendo eran ejecutados sumariamente. Otros eran entregados al SD o a la Gestapo para ser sometidos primero a tortura. El diario de Brodowski menciona "la limpieza de un hospital" o la "liquidación de una enfermería".

La lucha contra la Resistencia tuvo el mismo carácter atroz en todos los territorios ocupados occidentales.

Los últimos meses de la ocupación alemana estuvieron caracterizados en Francia por un refuerzo de la política de terror que multiplicó los crímenes contra la población civil. Los crímenes que vamos a analizar no fueron actos aislados cometidos de vez en cuando en tal localidad o tal otra, sino que fueron actos perpetrados durante amplias operaciones, cuyo alto número sólo puede ser explicado por órdenes generales.

Los perpetradores de estos crímenes eran frecuentemente miembros de las SS, pero el Mando Militar también es responsable de ellos. En una directiva titulada "Lucha contra las Bandas de Partisanos" del 6 de mayo de 1944, el acusado Jodl dice que "las medidas colectivas a adoptar contra los habitantes de pueblos enteros (incluido el incendio de estos pueblos) serán ordenadas exclusivamente por los comandantes de división o los jefes de las tropas de las SS y la policía".

El diario de guerra de von Brodowski menciona lo siguiente:

"Se sobreentiende que el liderazgo de la Sipo y del SD debería estar subordinado a mi".
Estas operaciones son supuestamente medidas de represalia que fueron causadas por la acción de la Resistencia. Pero las necesidades de la guerra nunca han justificado el saqueo y el incendio inconsciente de ciudades y pueblos, ni las masacres ciegas de personas inocentes. Los alemanes asesinaron, saquearon e incendiarion, muchas veces sin ningún motivio, en las regiones y

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departamentos del Ain, en Saboya, Lot, Tarn-et-Garonne, en Vercors, Correze o Dordoña. Se quemaron pueblos enteros en momentos en los que los grupos armados de la Resistencia más cercanos se encontraban a decenas de kilómetros de allí, y sin que los habitantes de estos pueblos hubieran hecho el más mínimo gesto hostil a las tropas alemanas.

Los dos ejemplos más típicos son los de Maille (en Indre-et-Loire), donde el 25 de agosto de 1944 se destruyeron 52 edificios de un total de 60 y se asesinó a 124 personas; y el de Oradour-sur-Glane (en Haute-Vienne). El diario de guerra de von Brodowski habla de esta última acción de la siguiente manera:

"Toda la población masculina de Oradour fue fusilada. Las mujeres y los niños se refugiaron en la iglesia. La iglesia se incendió por los explosivos almacenados en la iglesia. (Se ha demostrado que esta afirmación es falsa). Perecieron todas las mujeres y los niños".
En la escala de los actos criminales perpetrados durante la guerra por los líderes de la Alemania Nacionalsocialista, llegamos finalmente a una categoría que hemos denominado Crímenes contra la Humanidad (la condition humaine).

En primer lugar es importante que defina claramente para el Tribunal el significado de este término: esta expresión francesa clásica pertenece tanto al vocabulario técnico legal como al lenguaje de la filosofía. Se refiere a todas las facultades cuyo ejercicio y desarrollo constituyen verdaderamente el significado de la vida humana. Cada una de estas facultades encuentra su expresión correspondiente en el orden de la existencia del hombre en sociedad. Su pertenencia a al menos dos grupos sociales -el más cercano y el más amplio- se traduce en el derecho a la vida familiar y a la nacionalidad. Sus relaciones con los poderes constituyen un sistema de obligaciones y garantías. Su vida material como productor y consumidor de bienes se expresa en el derecho a trabajar en el sentido más amplio de este término. Su aspecto espiritual implica una combinación de posibilidades para dar y recibir las expresiones del pensamiento, en asambleas o asociaciones, en la práctica religiosa, en las enseñanzas dadas o recibidas, con los muchos medios que el progreso ha puesto a su disposición para la diseminación de las obras de valor intelectual: libros, prensa, radio, cine. Es el derecho de libertad espiritual.

Contra esta condición humana, contra el estado de los derechos públicos y civiles de los seres humanos en territorios ocupados, los nazis alemanes dirigieron una política sistemática de corrupción y desmoralización. Trataremos esta cuestión la última porque es este asunto lo que supone un carácter de una gravedad extrema y la que ha asumido la mayor preponderancia. El hombre está más apegado a su integridad física y a su vida que a su propiedad. Pero en todo concepto elevado de vida, el hombre está incluso mucho menos apegado a su vida que a aquello que mantiene su dignidad y su calidad, según la gran máxima latina:"Et propter vitam vitandi perdere causas". Por otro lado, aunque en los territorios ocupados por los alemanes, no saquearon todos los bienes y propiedades, ni asesinaron a toda la población, no hay ni una sola persona cuyos derechos esenciales no cambiaran o abolieran, y cuya condición de ser humano no alteraran de alguna forma.

Podemos incluso decir que en todo el mundo y con todas las personas, incluso con aquellas a las que reservaron los privilegios propios de la raza superior, e incluso con ellos mismos, sus agentes y sus cómplices, los líderes nazis cometieron un delito grave contra la conciencia de que la Humanidad ha evolucionado hoy desde su estatus de ser humano.

La ejecución de la acción vino precedida de su plan: es típico de toda la doctrina nazi, y nos contentaremos con recordar unas pocas de sus características principales. Consideramos que la condición humana se expresa en condiciones principales, abarcando cada una de ella un complejo aparato de muy diferentes aspectos. Pero estas condiciones están inspiradas en las leyes de los países civilizados por un concepto

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esencial para la naturaleza humana. Este concepto lo definen dos ideas complementarias: la dignidad del ser humano considerada en todas y cada una de las personas individualmente, por un lado; y por otro lado, la permanencia del ser humano considerado dentro de toda la Humanidad.

Toda organización jurídica del ser humano en un estado de civilización procede de este concepto esencial y doble del individuo, en parte y en todo, en lo individual y lo universal.

Sin duda, para los occidentales este concepto suele estar vinculado a la doctrina cristiana, pero aunque es correcto que la Cristiandad defiende y difunde este concepto, sería un error ver en ello sólo las enseñanzas de una o varias religiones. Es un concepto general que se impone en el espíritu con total naturalidad: fue profesado desde tiempos de los primeros cristianos, y en épocas más recientes, el gran filósofo alemán Kant lo expresó en una de sus frases más contundentes: "Un ser humano debería siempre ser considerado un fin y nunca un medio".

Como ya hemos expuesto, el papel de los fanáticos del mito hitleriano fue protestar contra la afirmación espontánea del genio de la Humanidad y pretender romper en este punto el progreso continuo de la inteligencia moral. El Tribunal ya conoce la abundante literatura de esta secta. Sin duda, nadie se expresó más claramente que el acusado Rosenberg cuando declaró en "El Mito del Siglo Veinte", página 539:

"Los pueblos cuya riqueza depende de su sangre no conocen el individualismo como criterio de valores, al igual que no reconocen el universalismo. El individualismo y el universalismo, en su sentido absoluto y hablando históricamente, son la metafísica de la decadencia".
El nazismo defiende además que:
"La distancia entre el ser humano ínfimo aún digno de este nombre y nuestras razas superiores es mayor que la que hay entre la clase más baja de la Humanidad y el mono mejor educado".
Así que no es sólo una cuestión de abolir el concepto realmente divino que defiende la religión con respecto al hombre, sino que se trata además de apartar todos los conceptos puramente humanos y sustituirlos por conceptos propios de animales.


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