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Juicio a los Principales Criminales de Guerra Alemanes

En Nuremberg, Alemania
Del 7 de enero al 19 de enero de 1946

Vigésimo Noveno Día: Martes, 8 de enero de 1946
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[Página 54]

CORONEL STOREY: Con la venia, antes de que presentemos la cuestión de los acusados individuales, y de acuerdo con nuestros colegas británicos, el Mayor Elwyn Jones hará ahora una breve exposición titulada "La Agresión como Idea Nazi Básica". Mayor Elwyn Jones.

MAYOR ELWYN JONES: Con la venia del Tribunal, es mi misión ahora exponer ante el Tribunal un documento que se convirtió en la declaración de fe de estos acusados. Me refiero al libro de Hitler "Mein Kampf". Quizás sea apropiado examinar este libro en este momento del juicio antes de que la acusación presente al Tribunal las pruebas contra los acusados individuales según los Cargos 1 y 2 de la Acusación, ya que este libro, "Mein Kampf", proporcionó a los acusados un conocimiento de antemano adecuado de los objetivos ilegales del liderazgo nazi. No sólo fue el testamento político de Hitler, ellos también lo adoptaron.

Este libro, "Mein Kampf", podría describirse como el esquema de la agresión nazi. Todo su tono y contenido demuestran la alegación de la acusación según la cual la ejecución nazi de planes de agresión no fue un simple accidente fruto de la situación política en Europa y el mundo existente durante el tiempo en el que los nazis estuvieron en el poder. "Mein Kampf" demuestra sin lugar a dudas que el uso de la guerra de agresión para alcanzar sus objetivos en política exterior era parte del credo del Partido Nazi.

Un gran filósofo alemán ha dicho que "las ideas tienen manos y pies". Estos acusados asumieron como objetivo deliberado el hacer que las ideas, doctrinas y políticas de "Mein Kampf" se convirtieran en la fe activa y guía de acción de la nación alemana, en particular de su maleable juventud.

Como ya han alegado mis colegas americanos ante el Tribunal, de 1933 a 1939 se llevó a cabo un amplio adoctrinamiento en las ideas de "Mein Kampf" en las escuelas y universidades de Alemania, así como en las Juventudes Hitlerianas, dirigidas por el acusado Baldur von Schirach, y en las SA y las SS, así como en la población alemana en conjunto a través de la agencia del acusado Rosenberg.

Se regalaba oficialmente una copia de este libro, "Mein Kampf", a todas las parejas recién casadas de Alemania, y entrego ahora al Tribunal uno de esos regalos de boda de los nazis a los recién casados de Alemania, que en el sumario figurará como prueba GB 128. El Tribunal puede ver que la dedicatoria de la solapa de esa copia dice: "Para la pareja de recién casados, Friedrich Rosebrök y Else Geborene Zum Beck, con nuestros mejores deseos de un feliz y dichoso matrimonio. Entregado por la Administración Comunitaria por su matrimonio el 14 de noviembre de 1940 para el Alcalde, el Secretario".

El Tribunal verá al final de la página opuesta a la del índice que con esa edición de "Mein Kampf", que era la edición de 1940, se llegó a las 6,250.000 copias publicadas. Esta es la escala a la que se distribuyó este libro. Fue llamado de forma blasfema "La Biblia del Pueblo Alemán".

[Página 55]

Como resultado de las acciones de los acusados y sus colaboradores, este libro envenenó a una generación y distorsionó el punto de vista de todo un pueblo.

Como indicó el General de las SS von dem Bach-Zelewski ayer, si predicas durante años, tantos como diez años, que los pueblos eslavos son razas inferiores y que los judíos son subhumanos, es lógico que el asesinato de millones de estos seres humanos se acepte como algo natural.

Desde "Mein Kampf", el camino va directo hacia los hornos de Auschwitz y las cámaras de gas de Maidanek.

Trataré de exponerle al Tribunal los mandamientos de "Mein Kampf" a través de citas del libro, que están en los fragmentos que confío que estén ya en poder del Tribunal. Estos fragmentos están en el orden en el que, con la venia, espero referirme a ellos.

Estas citas se pueden clasificar en dos categorías principales. La primera categoría es la de expresión general de la creencia de Hitler en la necesidad de la fuerza como medio de resolver problemas internacionales. La segunda categoría son las declaraciones más explícitas de Hitler sobre la política que Alemania debía adoptar.

La mayoría de las citas de la segunda categoría son de los tres últimos capítulos, 13, 14 y 15 de la Segunda Parte de "Mein Kampf", en los que se exponían los puntos de vista de Hitler sobre política exterior. La importancia de ese hecho se puede ver si el Tribunal echa un vistazo a la edición alemana de "Mein Kampf". El Tribunal verá que la Parte II se publicó por primera vez en 1927, es decir, menos de dos años después del Pacto de Lucerna y pocos meses después del ingreso de Alemania en la Liga de Naciones. La fecha de publicación de estos fragmentos, por tanto, los convierte en un rechazo a la política de cooperación internacional adoptada por Stresemann, y en un desafío deliberado al intento de imponer, a través de la Liga de Naciones, el imperio de la ley en las relaciones internacionales.

En primer lugar presento al Tribunal algunas citas con los puntos de vista generales de Hitler, aceptados y desarrollados por los acusados, sobre la guerra y la agresión. La primera cita, de la página 556 de "Mein Kampf", dice:

"La tierra en la que vivimos ahora no fue un regalo concedido por el Cielo a nuestros antepasados. Tuvieron que conquistarla arriesgando sus vidas. Asimismo, en el futuro, nuestro pueblo no conseguirá territorios ni los consiguientes medios de subsistencia como un favor de otros pueblos, y tendrá que ganarlos con el poder de una espada triunfante".
En la página 145 Hitler reveló su actitud personal hacia la guerra. De los años de paz anteriores a 1914 escribió:
"Así, solía pensar que era un inmerecido golpe de mala suerte que hubiera llegado demasiado tarde a este globo terrestre, y estaba desilusionado con la idea de que mi vida tendría que seguir su curso por vías pacíficas y ordenadas.

De niño era de todo menos pacifista, y todos los intentos de cambiarme demostraron ser inútiles".

Por lo general, Hitler habló de la guerra en este tono. En la página 162 encontramos lo siguiente:
"Con respecto al papel jugado por los sentimientos humanos, Moltke declaró que en tiempo de guerra lo esencial es tomar una decisión lo más rápido posible, y que los métodos más implacables de combate son además los más humanos. Cuando la gente trata de responer a este razonamiento con una charla intelectual sobre estética, etc., sólo se puede dar una respuesta: las cuestiones vitales implicadas en la lucha de una nación por su existencia no se deberían ver subordinadas a ninguna consideración estética".
La acusación demostrará durante este juicio con qué fidelidad fueron seguidos estos principios de crueldad por los acusados

El concepto de Hitler de una inevitable ley de lucha por la supervivencia está conectado en el capítulo 11 del Libro 1 de "Mein Kampf" con la doctrina de la superioridad

[Página 56]

aria sobre las demás razas y el derecho de los alemanes, en virtud de su superioridad, a dominar y usar otros pueblos como instrumentos para sus propios fines. Todo el Capítulo 11 de este libro se dedica a esta teoría de la raza suprema, y muchos de los discursos posteriores de Hitler, sus alocuciones a sus generales, etc. eran sobre todo repeticiones de ese capítulo.

Si el Tribunal examina el fragmento de la página 256, dice así:

"Si no les hubiera sido posible utilizar a miembros de la raza inferior a la que conquistaron, los Arios nunca habrían estado en situación de dar los primeros pasos en la vía que les llevó a un tipo superior de cultura, al igual que sin la ayuda de ciertos animales adecuados que fueron capaces de domesticar, nunca habrían llegado a inventar la energía mecánica que después les ha permitido arreglárselas sin estos animales.

Los miembros de razas inferiores fueron uno de los requisitos previos más esenciales para la creación de tipos superiores de civilización".

Y en un fragmento posterior, en la página 344, Hitler aplica estas ideas generales a Alemania:
"Si en su devenir histórico el pueblo alemán hubiera poseído la unidad del instinto gregario de la que se han beneficiado tanto otros pueblos, el Reich Alemán podría ser hoy el amo del mundo. La Historia Mundial habría seguido otro curso, y en este caso nadie puede decir si lo que muchos pacifistas ciegos tratan de lograr con peticiones, lamentos y llantos no se habría logrado de esta forma: es decir, una paz que no se basaría en el agitar de ramas de olivo por parte de llorosas ancianas pacifistas sembradoras de miseria, sino una paz que estaría garantizada por la espada triunfante de un pueblo dotado del poder necesario para dominar el mundo y administrarlo al servicio de una civilización superior".
En estos fragmentos que he citado, el Tribunal habrá visto el amor de Hitler por la guerra y su desprecio a los que describía como pacifistas. El mensaje implícito de todo este libro, un mensaje que aparece una y otra vez, es, en primer lugar, que la lucha por la existencia requiere la organización y el uso de la fuerza; en segundo lugar, que el alemán ario es superior a otras razas y tiene derecho a conquistarlas y gobernarlas; y en tercer lugar, que todas las doctrinas que promueven soluciones pacíficas a los problemas internacionales son una debilidad desastrosa para la nación que las adopta.

En toda la argumentación hay implícita una negación fundamental y arrogante de la posibilidad de cualquier control legal de las relaciones internacionales.

Y considerando las doctrinas generales de "Mein Kampf", invito al Tribunal a que examine los fragmentos más concretos en los que Hitler habla de problemas específicos de la política exterior alemana.

La primera página del libro ya incluye un destacable esbozo de la política nazi. Dice, página 1, columna 1:

"La Austria alemana debe volver a la gran Madre Patria Alemana; y no en base a ningún cálculo económico de ningún tipo. No, no. Incluso aunque la unión fuera una cuestión que no afectara a la economía, e incluso si no fuera ventajosa desde el punto de vista económico, se debería llevar a cabo. Un pueblo de la misma sangre ha de estar en el mismo Reich. El pueblo alemán no tendrá derecho a iniciar una política colonial hasta que no reúna a todos sus hijos en un Estado. Sólo cuando el territorio del Reich incluya a todos los alemanes y se encuentre en situación de no poder garantizarles la subsistencia podrá haber un derecho moral a adquirir territorio extranjero fruto de la necesidad del pueblo. El arado será entonces la espada; y las lágrimas de la guerra producirán el pan diario para las generaciones futuras".

[Página 57]

Hitler declara abiertamente también en este libro que la simple devolución a Alemania de las fronteras que tenía en 1914 sería totalmente insuficiente para sus objetivos. En la página 553 escribe:
"Sobre este punto, querría hacer la siguiente declaración: demandar la vuelta a las fronteras de 1914 es un total absurdo político, pleno de consecuencias tales que se pudiera considerar hasta criminal esa reclamación. Las fronteras del Reich en 1914 eran totalmente ilógicas, ya que no eran las que tenían que ser al no incluir a todos los miembros de la nación alemana. Y tampoco eran razonables, vistas las exigencias geográficas de la defensa militar. No eran las consecuencias de un plan político que hubiera sido bien estudiado y llevado a cabo, sino fronteras temporales fijadas por una lucha política que no había culminado; y es más, eran en parte el resultado casual de las circunstancias".
En una exposición adicional de la política nazi, Hitler no sólo rechaza el Tratado de Versalles; desea ver una Alemania que sea una potencia mundial con suficiente territorio para un pueblo alemán futuro, de una magnitud que no define.

En la cita siguiente, de la página 554, la primera frase dice así: "Las fronteras de 1914 no son de ninguna relevancia para el futuro de la nación alemana". Y en el tercer párrafo el Tribunal verá lo siguiente:

"Nosotros, los nacionalsocialistas, debemos aferrarnos firmemente al objetivo que hemos fijado para nuestra política exterior: se debe proporcionar al pueblo alemán el área territorial que sea necesaria para su existencia en esta tierra. Y sólo en una acción que tenga como objetivo lograr estos fines podrá ser legal, ante Dios y nuestra descendencia alemana, permitir que se vuelva a verter la sangre de nuestro pueblo; ante Dios porque se nos envía a este mundo con la orden de luchar por nuestro pan diario, como criaturas a las que nada se regala y que deben ser capaces de ganar y mantener su posición como señores de la tierra sólo gracias a su inteligencia y su coraje.

Y esta justificación ha de ser también ante nuestra descendencia alemana porque por cada uno que haya vertido su sangre, se garantizará para la posteridad la vida de otros mil. El territorio en el que algún día nuestros campesinos alemanes podrán criar y alimentar a sus robustos hijos justificará la sangre de los hijos de campesinos que se haya de verter hoy. Y los estadistas que hayan decidido este sacrificio podrán ser perseguidos por sus coetáneos, pero la posteridad los absolverá de toda culpa en haber pedido esta ofrenda a su pueblo".

La cita siguiente. Hitler escribe en la página 557:
"Alemania, si no se convierte en una potencia mundial, dejará de existir. Pero para llegar a ser una potencia mundial, necesita esa magnitud territorial que la da la importancia necesaria hoy y que protege la existencia de sus ciudadanos".
Y finalmente escribe:
"Debemos adoptar nuestra postura sobre los principios ya mencionados en política exterior, es decir, la necesidad de hacer que nuestra área territorial tenga una proporción adecuada a nuestra población. Sólo podemos aprender una lección del pasado, que el objetivo que nuestra política ha de seguir ha de tener dos lados, a saber: (1) la adquisición de territorio como objetivo de nuestra política exterior; y (2) la creación de una base nueva y uniforme como objetivo de nuestras actividades políticas en el interior, de acuerdo con nuestras doctrinas sobre la nación".

[Página 58]

Estos fragmentos de "Mein Kampf" llevan a plantear esta pregunta: ¿dónde esperaba Hitler encontrar el territorio expandido más allá de las fronteras de Alemania de 1914? La respuesta de Hitler a esto es bastante explícita. Repasando la Historia del Imperio Alemán de 1871 a 1918, escribió en un fragmento anterior de "Mein Kampf", página 132:
"Por tanto, la única posibilidad que tenía Alemania de llevar a cabo una política territorial sensata era la de adquirir nuevo territorio en la propia Europa. Las colonias no sirven para esto si no son adecuadas para el asentamiento de europeos a gran escala. En el siglo diecinueve ya no era posible adquirir colonias de este tipo por medios pacíficos. Por tanto, cualquier intento de expansión colonial de esta clase habría supuesto un enorme esfuerzo militar. Así, habría sido más práctico llevar a cabo esta lucha por nuevos territorios en Europa en lugar de una guerra para la adquisición de territorios en ultramar.

Esa decisión lógicamente requería que las fuerzas individidas de la nación se dedicaran a ella. Una política de ese tipo, que requiere para su cumplimiento hasta la última gota de la energía disponible para todos los implicados, no se puede llevar a cabo con medidas a medias o titubeando. Los líderes políticos del Imperio Alemán se deberían haber dedicado exclusivamente a este objetivo. No se debería haber dado ningún paso en respuesta a cuestiones que no fueran esta misión y los medios para cumplirla. Alemania debería haber sido consciente del hecho de que un objetivo de esa clase sólo se podía alcanzar por medio de la guerra, y la posibilidad de entrar en guerra es algo que se debería haber afrontado con una determinación tranquila y serena.

Todo el sistema de alianzas debería haberse planeado y valorado desde este punto de vista".

Y aquí viene la frase vital:
"El adquirir territorio nuevo en Europa, debería haber sido sobre todo a costa de Rusia, y una vez más el nuevo Imperio Alemán debería haber hecho el mismo camino antes hollado por los Caballeros Teutónicos, esta vez para adquirir suelo para el arado alemán por medio de la espada alemana, proporcionando así a la nación su pan diario".
Hitler volvió a hablar de este programa de expansión en el Este al final de "Mein Kampf". Tras discutir la insuficiencia de las fronteras alemanas de preguerra, señala de nuevo el camino hacia el Este y dice que se ha de retomar el "Drang nach Osten", el impulso hacia el Este; y escribe lo siguiente:
"Así, nosotros los nacionalsocialistas hemos rechazado conscientemente la línea de actuación seguida por la Alemania de preguerra en política exterior. Ponemos fin a la perpetua marcha germánica hacia el Sur y el Oeste de Europa y fijamos nuestros ojos en las tierras del Este. Ponemos fin a la política colonial y comercial de preguerra y pasamos a la política territorial del futuro.

Pero cuando hablamos de nuevos territorios en Europa hoy debemos pensar principalmente en Rusia y en los Estados fronterizos subordinados a ella".

Hitler era suficientemente astuto como para darse cuenta de que estos planes de agresión en el Este podían ser amenazados por una alianza defensiva entre Rusia, Francia e Inglaterra. Su política exterior definida en "Mein Kampf" incluía el apartar a Inglaterra e Italia de Francia y Rusia y cambiar la actitud de Alemania hacia Francia, de una actitud defensiva a una ofensiva.


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