[an error occurred while processing this directive] Nuremberg, crimenes contra la Humanidad, crimenes de guerra

Juicio a los Principales Criminales de Guerra Alemanes

En Nuremberg, Alemania
Del 3 al 14 de diciembre de 1945

Decimosegundo Día: Martes, 4 de diciembre de 1945
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Mientras tanto, por supuesto, y en particular durante el último mes, las Potencias Occidentales hicieron intentos desesperados por evitar la guerra. Conocerán los detalles en las pruebas, de la intervención del Papa; del mensaje del Presidente Roosevelt; de la forma del Primer Ministro británico, el Sr. Chamberlain, de hacer todo lo posible por nuestra parte para crear las condiciones en las que todos los asuntos en disputa pudieran negociarse libremente y para garantizar las decisiones resultantes. Pero estos, y todos los demás esfuerzos de hombres honestos para evitar el horror de un conflicto europeo estaban destinados al fracaso. Los alemanes habían decidido que había llegado el momento de la guerra. El 31 de agosto Hitler dio una orden clasificada como alto secreto para que el ataque comenzara en las primeras horas del 1 de septiembre.

Tuvieron lugar según lo previsto los incidentes fronterizos necesarios. ¿Fue quizás por esto por lo que Hitler le dio a Keitel la orden de proporcionarle a Heydrich uniformes polacos? Y así, sin declaración de guerra, sin siquiera darle al Gobierno polaco la oportunidad de estudiar las últimas demandas de Alemania -y verán las pruebas de las extraordinarias negociaciones diplomáticas, si se las puede llamar así, que tuvieron lugar en Berlín-, sin darle a los polacos ninguna oportunidad en absoluto de negociar o someter a arbitraje las demandas que hacía la Alemania nazi, las tropas nazis invadieron Polonia.

El 3 de septiembre Hitler envió un telegrama a Mussolini agradeciéndole su intervención pero señalando que la guerra era inevitable y que el momento más prometedor tenía que buscarse tras una fría deliberación. Y

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así Hitler y sus colaboradores, ahora ante este Tribunal, comenzaron la primera de sus guerras de agresión para la que se habían preparado tanto tiempo y con tanto detalle. Atacaron tan fieramente que en pocas semanas Polonia fue invadida.

El 23 de noviembre de 1939 Hitler revisó la situación sus Comandantes militares, y entonces hizo esta observación:

"Un año después vino Austria; este paso también fue considerado dudoso. Produjo un tremendo refuerzo del Reich. El siguiente paso era Bohemia, Moravia y Polonia. Este paso tampoco podía realizarse con una sola campaña. En primer lugar, se tenían que terminar las fortificaciones occidentales. A continuación vino la creación del Protectorado, y con ello se creó la base para la acción contra Polonia. Pero no tenía muy claro en aquel momento si debía comenzar primero contra el Este para después pasar al Oeste, o viceversa. Se tomó la decisión de luchar primero con Polonia. Se me podría acusar de querer luchar una y otra vez. En la lucha veo el destino de todos los seres humanos".
No estaba seguro de cuándo atacar primero. Pero nunca dudó de que tarde o temprano atacaría, fuera en el Este o el Oeste, y había sido advertido, no sólo por los Primeros Ministros francés y británico, sino incluso por su aliado Mussolini, de que un ataque a Polonia haría que Inglaterra y Francia entraran en guerra. Escogió el momento que consideró oportuno, y atacó.

Bajo estas circunstancias no se puede negar la intención de hacer la guerra contra Inglaterra y Francia y precipitarla con un ataque a Polonia. Se desafiaron así los compromisos más solemnes de los tratados. Se ignoraron las garantías más pacíficas. Esto fue una agresión, cruda y desvergonzada, que iba a provocar la resistencia horrorizada y heroica de todos los pueblos civilizados, pero que, antes de que terminara, iba a destruir muchos de los pilares de nuestra civilización.

Una vez comenzada la puesta en práctica de su plan para asegurarse el dominio de Europa, si no del mundo, el Gobierno nazi procedió a atacar a otros países según se ofrecía la oportunidad. Los primeros que fueron atacados, que fueron invadidos, después del ataque a Polonia, fueron Dinamarca y Noruega.

El 9 de abril de 1940 las Fuerzas Armadas alemanas invadieron Noruega y Dinamarca sin ninguna advertencia, sin declaración de guerra. Fue una violación de la Convención de La Haya de 1907. Fue una ruptura del Convenio de Arbitraje y Conciliación firmado entre Alemania y Dinamarca, del 2 de junio de 1926. Fue, por supuesto, una violación de Pacto Briand-Kellog de 1928. Fue una ruptura del Pacto de No Agresión firmado entre Alemania y Dinamarca el 31 de mayo de 1939. Y fue una ruptura de las garantías más explícitas que se habían dado. Después de que su anexión de Checoslovaquia hubiera agitado la confianza del mundo, Hitler había tratado de ofrecer garantías a los Estados escandinavos. El 28 de abril de 1939 afirmó que nunca había hecho ninguna petición a ninguno de ellos que fuera incompatible con su soberanía e independencia. El 31 de mayo de 1939 firmó un pacto de no agresión con Dinamarca.

El 2 de septiembre de 1939, el día después de que hubiera invadido Polonia y capturado Danzig, de nuevo expresó su determinación, eso dijo, de respetar la inviolabilidad e integridad de Noruega en un memorándum entregado al Ministro de Exteriores noruego por el Embajador alemán en Oslo ese día.

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Un mes después, en un discurso público, el 6 de octubre de 1939, dijo:
"Alemania nunca ha tenido conflictos de intereses o ni siquiera puntos de controversia con los Estados del Norte, y tampoco los hay ahora. Alemania ha ofrecido pactos de no agresión a Suecia y Noruega, y ambos los han rechazado porque no se sienten amenazados de ninguna forma".
Cuando ya había comenzado la invasión de Dinamarca y Noruega en la madrugada del 9 de abril de 1940, se entregó un memorándum alemán a los Gobiernos de esos países tratando de justificar la acción alemana. Se hicieron varias alegaciones contra los Gobiernos de los países invadidos. Se dijo que Noruega había sido culpable de violaciones de la neutralidad. Se dijo que había permitido y tolerado el uso de sus aguas territoriales por parte de Gran Bretaña. Se dijo que Gran Bretaña y Francia estaban haciendo planes para invadir y ocupar Noruega y que el Gobierno de ese país estaba dispuesto a acceder a ello en caso de que ocurriera.

No me propongo discutir si estas alegaciones eran verdaderas o falsas. Esa cuestión es irrelevante para los asuntos presentados ante este Tribunal. Incluso si las alegaciones fueran ciertas -y eran claramente falsas- no permitían ninguna justificación de la acción de invasión sin advertencia, sin declaración de guerra, sin ningún intento de mediación o conciliación. La guerra de agresión no es una agresión menor porque el Estado que la provoca considera -correcta o erróneamente- que otros Estados pueden actuar de forma similar en el futuro. Tomar una nación no se justifica por la sospecha de que otros pueden tomarla. Ni siquiera en defensa propia se justifican las medidas bélicas a no ser que se hayan agotado todos los intentos de mediación y se esté empleando la fuerza contra el Estado en cuestión.

Pero la cuestión es irrelevante, porque con las pruebas que poseemos ahora, es algo totalmente claro que la invasión de estos dos países se llevó a cabo con fines muy distintos. Se había planeado mucho antes de que se pudiera dar ninguna cuestión sobre violaciones de neutralidad o sobre la ocupación de Noruega por Inglaterra, y está igualmente claro que las garantías repetidas una y otra vez durante 1939 se hicieron con el único fin de calmar las sospechas en estos países y evitar que dieran pasos para resistir el ataque contra ellos que se estaba preparando activamente.

Durante algunos años el acusado Rosenberg, como Jefe del Departamento de Asuntos Exteriores -A.P.A.- del N.S.D.A.P., se había encargado de promover actividades quintacolumnistas en Noruega y había establecido una estrecha relación con el "Nasjonal Samling", un grupo político dirigido por el ahora conocido traidor Vidkun Quisling. Durante el invierno de 1938-1939, la A.P.A. contactó con Quisling, y más adelante Quisling se reunió con Hitler y con los acusados Raeder y Rosenberg. En agosto de 1939 tuvo lugar un curso especial de catorce días en la escuela de la Oficina de Relaciones Exteriores de Berlín para 25 seguidores seleccionados por Quisling para asistir. El plan era enviar un cierto número de hombres selectos y "de confianza" a Alemania para un breve entrenamiento militar en un campo aislado. Estos hombres "de confianza" iban a ser especialistas de región e idioma para las tropas especiales alemanas que fueron llevadas a Oslo en barcazas de carbón para llevar a cabo acciones políticas en Noruega. El objetivo era un golpe de estado en el que Quisling capturaría a sus principales oponentes en Noruega, incluido el Rey, y evitaría toda resistencia militar.

Alemania hacía sus preparativos militares a la vez que se preparaban estas actividades quintacolumnistas. El 2 de septiembre de 1939, como dije, Hitler

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le había asegurado a Noruega su intención de respetar su neutralidad. El 6 de octubre dijo que los Estados escandinavos no estaban amenazados de ninguna forma. Pero el 3 de octubre el acusado Raeder señalaba que la ocupación de bases, si era necesario por la fuerza, mejoraría grandemente la situación estratégica alemana. El 9 de octubre Donitz recomendaba Trondheim como la base principal, con Narvik como base alternativa para suministro de combustible. El acusado Rosenberg informaba poco después de la posibilidad de un golpe de Estado dirigido por Quisling, inmediatamente apoyado por fuerzas militares y navales alemanas. El 12 de septiembre de 1939 el acusado Raeder indicó a Hitler, en presencia de los acusados Keitel and Jodl, que si Quisling impresionaba favorablemente a Hitler, el O.K.W. debía prepararse para la ocupación de Noruega, si era posible con la ayuda de Quisling, pero si era necesario, totalmente por la fuerza. Hitler manifestó estar de acuerdo, pero se dudaba de si se debía actuar primero contra los Países Bajos o contra Escandinavia. Las condiciones climatológicas retrasaron el ataque a los Países Bajos. En enero de 1940 se dieron órdenes a la Armada alemana para el ataque a Noruega. El 1 de marzo Hitler presentó una directiva para la ocupación. No se dijo que el objetivo general era evitar la ocupación por parte de fuerzas inglesas, sino, en términos vagos y generales, evitar la invasión británica de Escandinavia y el Báltico y "garantizar nuestras fuentes de mineral de hierro en Suecia y dar a nuestra Armada y nuestra Fuerza Aérea una línea más amplia frente a Gran Bretaña". Pero la directiva seguía diciendo:
" ...en principio haremos todo lo posible para hacer que la operación parezca una ocupación pacífica cuyo objeto es la protección militar de los Estados escandinavos. Es importante que los Estados escandinavos, así como los oponentes occidentales sean cogidos por sorpresa por nuestras medidas... En caso de que los preparativos para embarcar ya no puedan mantenerse en secreto, se engañará a los líderes y tropas con objetivos ficticios".
La forma de llevarse a cabo la invasión y su éxito son bien conocidos. En las primeras horas del 9 de abril, siete cruceros y catorce destructores, además de un cierto número de torpederas y otros buques pequeños transportaron a una avanzadilla de seis divisiones, un total de 10.000 hombres, entraron a la fuerza y desembarcaron tropas en el fiordo exterior de Oslo y en Kristiansand, Stavanger, Bergen, Trondheim y Narvik. Se depositó también una pequeña fuerza en Arendal y en Egersund, en la costa del sur. Además, tropas aerotransportadas y aviones aterrizaron cerca de Oslo y Stavanger. El ataque alemán fue una sorpresa total. Todas las ciudades invadidas a lo largo de la costa fueron capturadas según el plan y con escasas bajas. Sólo falló el plan para capturar al Rey y el Parlamento. Pero por valiente que fuera la resistencia que fue organizada rápidamente en todo el país, nada se podía hacer contra el ataque por sorpresa planeado durante mucho tiempo, y el 10 de junio cesó la resistencia militar. Así se completó otro acto de agresión.

Casi exactamente un mes después del ataque a Noruega, el 10 de mayo de 1940, las Fuerzas Armadas alemanas, repitiendo lo que se había hecho 25 años antes, se adentraron en Bélgica, Holanda y Luxemburgo según el plan; un plan, por supuesto, para invadir sin advertencia y sin declaración de guerra.

Lo que se hizo fue, claro está, una violación de la Convención de La Haya, y se presentan cargos por esto. Fue una ruptura del Acuerdo de Lucerna de 1925, que el Gobierno nazi confirmó en 1935, para rechazarlo ilegalmente un par de años después. Por medio de ese acuerdo, todas las cuestiones que no se pudieran resolver por

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medios diplomáticos ordinarios debían resolverse recurriendo al arbitraje. Verán los términos completos de esos tratados. Fue una ruptura del Tratado de Arbitraje y Conciliación firmado entre Alemania y Holanda el 20 de mayo de 1926. Fue una violación de un tratado similar con Luxemburgo del 11 de septiembre de 1929. Fue una ruptura del Pacto Briand-Kellogg. Pero esos tratados quizás no fueron considerados más sagrados por las mentes de los líderes nazis de Alemania por el hecho de que habían sido firmados solemnemente por los gobiernos de la Alemania prenazi. Consideremos entonces las garantías y compromisos específicamente adquiridos por los líderes nazis con estos Estados que se interponían en sus planes contra Francia e Inglaterra, a las que siempre habían pretendido atacar. No una, no dos, sino once veces se dieron las garantías más explícitas a Bélgica, Holanda y Luxemburgo. Estos países debían confiar en esas garantías, dadas solemnemente y expresadas formalmente, y así lo hicieron. Se presentan cargos contra los acusados en base a esta ruptura de acuerdos. El 30 de enero de 1937 Hitler dijo:
"En cuanto al resto, he expresado más de una vez el deseo y la esperanza de establecer buenas y cordiales relaciones similares con nuestros vecinos. Alemania ha garantizado, y lo repito aquí solemnemente, una y otra vez que, por ejemplo, entre ella y Francia no puede haber controversias humanamente concebibles. El Gobierno alemán ha garantizado además a Bélgica y Holanda que está preparado para reconocer y garantizar la inviolabilidad y neutralidad de estos territorios".
Después de que Hitler hubiera remilitarizado Renania y hubiera rechazado el Pacto de Lucerna, Inglaterra y Francia trataron de restablecer la situación de seguridad para Bélgica que había amenazado la acción de Hitler. Por tanto, garantizaron específicamente a Bélgica el 24 de abril de 1937 que mantendrían para con ella los compromisos de asistencia que se habían adquirido a través del Pacto de Lucerna y del Convenio de la Liga de Naciones. El 13 de octubre de 1938 el Gobierno alemán también hizo declaraciones asegurándoles a Bélgica su intención de reconocer la inviolabilidad e integridad del país.

Quizás será conveniente analizar el resto de garantías cuando presentamos las pruebas sobre los preparativos e intenciones del Gobierno alemán antes de su invasión de Bélgica el 10 de mayo de 1940.

Al igual que en el caso de Polonia, al igual que en el caso de Noruega y Dinamarca, aquí también las fechas hablan por sí mismas.

Ya en agosto de 1938 se dieron pasos para utilizar los Países Bajos como bases para una acción decisiva en el Oeste en caso de que Francia e Inglaterra se opusieran a Alemania en su plan de agresión en marcha entonces contra Checoslovaquia.

En una carta de la Fuerza Aérea del 25 de agosto de 1938 que habla de la acción a tomar en caso de que Inglaterra y Francia interfirieran en la operación contra Checoslovaquia, se dice:

"No se ha de esperar por el momento que otros Estados intervengan contra Alemania. El área holandesa y belga asumen en relación a esto mucha más importancia para evitar la guerra en Europa Occidental que durante la guerra mundial. Esto va a ser principalmente una base avanzada para la guerra aérea".

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En el último párrafo de esa orden se dice:
"Cuando Bélgica y Holanda estén en manos alemanas, serán una ventaja extraordinaria para la guerra aérea contra Gran Bretaña y contra Francia".
Esto era en agosto de 1938. Ocho meses después (el 28 de abril de 1939) Hitler vuelve a declarar:
"Me alegró que ciertos Estados europeos aprovecharan esta declaración del Gobierno alemán para expresar y destacar su deseo de ser absolutamente neutrales".
Un mes después, el 23 de mayo de 1939, Hitler celebró la reunión en la Cancillería del Reich de la que ya hemos hablado. En las actas de esa reunión queda registrado que Hitler dijo:
"Las bases aéreas holandesas y belgas deben ser ocupadas por fuerzas armadas. Se han de ignorar las declaraciones de neutralidad. Si Inglaterra y Francia intervienen en la guerra entre Alemania y Polonia, apoyarán la neutralidad de Holanda y Bélgica... Por tanto, si Inglaterra pretende intervenir en la guerra polaca, debemos ocupar Holanda a la velocidad del rayo. Nuestro objetivo ha de ser asegurar nuevas líneas de defensa en suelo holandés hasta el Zuider Zee."
Incluso después de eso hizo declaraciones solemnes indicando que respetaría la neutralidad de estos países. El 26 de agosto de 1939, cuando la crisis de Danzig y Polonia alcanzaba su punto álgido, los Embajadores alemanes entregaron declaraciones asegurando a los Gobiernos implicados la intención de respetar su neutralidad al Rey de los belgas, la Reina de Holanda y el Gobierno del Gran Ducado de Luxemburgo, de la forma más solemne. Pero Hitler le decía al Ejército:
"Si Holanda y Bélgica son ocupadas y conservadas exitosamente, se asegurará una guerra exitosa contra Inglaterra".
El 1 de septiembre Polonia era invadida, y dos días después Inglaterra y Francia entraban en guerra con Alemania cumpliendo con los Tratados ya mencionados. El 6 de octubre Hitler renovó sus garantías de amistad a Bélgica y Holanda, pero el 9 de octubre, antes de que el Gobierno alemán hiciera alguna acusación de violaciones de la neutralidad, Hitler presentó una directiva para la ejecución de la guerra. Y dijo esto:
"(1) Si acaba viéndose claro en el futuro cercano que Inglaterra y Francia, actuando según indiquen sus líderes, no están dispuestas a acabar con la guerra, estoy dispuesto a realizar una acción firme y ofensiva sin dejar pasar mucho tiempo.

(2) Un largo periodo de espera no sólo acaba con la ventaja de la neutralidad belga, y quizás también la de la holandesa, sino que además refuerza el poder militar de nuestros enemigos en un grado creciente, hace a los neutrales confiar en que la victoria final alemana se desvanece, y no contribuye a hacer que Italia venga en nuestra ayuda como compañeros de armas.

(3) Por tanto, doy la siguiente orden para el futuro transcurso de las operaciones militares:

(a) Se deberían hacer preparativos para una acción ofensiva en el flanco norte del frente occidental, cruzando el área de Luxemburgo, Bélgica y Holanda. Este ataque ha de llevarse a cabo tan pronto y tan enérgicamente como sea posible.

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(b) El objetivo de este ataque es derrotar tantas secciones fuertes como sea posible del Ejército Francés en Combate, y de su aliado y socio en el combate, y al mismo tiempo hacerse con la mayor área posible de Holanda, Bélgica y el Norte de Francia, para usarla como una base que ofrece buenas perspectivas para la guerra aérea y naval contra Inglaterra y para proporcionar una amplia cobertura al distrito vital del Ruhr".
Nada podía exponer más claramente o más definitivamente el objetivo tras la invasión de esos tres países que ese documento.


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