[an error occurred while processing this directive] Nuremberg, crimenes contra la Humanidad, crimenes de guerra

Juicio a los Principales Criminales de Guerra Alemanes

En Nuremberg, Alemania
Del 3 al 14 de diciembre de 1945

Decimosegundo Día: Martes, 4 de diciembre de 1945
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El documento continúa exponiendo los preparativos generales necesarios para una posible guerra en el periodo de movilización de 1937 a 1938. Esto es prueba al menos de que los líderes de las fuerzas armadas alemanas tenían en mente usar la fuerza militar que estaban creando con fines agresivos. "No hay razón", dicen, "para anticipar el ataque desde ningún lado... hay una falta de deseo de una guerra". Pero se preparan para "explotar oportunidades militarmente favorables".

Aún más importante como prueba de la transición a la agresión planeada es el documento que registra la importante conferencia de Hitler en la Cancillería del Reich el 5 de noviembre de 1937, a la que acudieron von Blomberg, Ministro de la Guerra del Reich, von Fritsch, Comandante en Jefe del Ejército, Goering, Comandante en Jefe de la Luftwaffe, Raeder, Comandante en Jefe de la Armada, y von Neurath, entonces Ministro de Exteriores. Ya se ha presentado como prueba el acta de la reunión. Hago referencia a ella tan sólo para destacar aquellos párrafos que dejan clara la intención definitiva de poner en marcha una guerra de agresión. Recordarán que

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lo destacado del argumento planteado por Hitler en aquella conferencia era que Alemania necesitaba más territorio en Europa. Austria y Checoslovaquia eran objetivos específicos. Pero Hitler era consciente de que el proceso de conquista de esos dos países podía poner en marcha las obligaciones contraídas a través de tratados por Gran Bretaña y Francia. Estaba preparado para asumir el riesgo. Recordarán este párrafo:
"La Historia, en todas las épocas: el Imperio Romano, el Imperio Británico, ha demostrado que una expansión territorial sólo puede llevarse a cabo rompiendo la resistencia y asumiendo riesgos. Ni siquiera son inevitables los contratiempos: ni antiguamente ni hoy en día se ha encontrado espacio sin propietario. El atacante siempre tropieza por el propietario. La cuestión para Alemania es dónde se puede lograr la mayor conquista posible al menor coste".
Durante esa conferencia Hitler previó y analizó las posibilidades de que Polonia se viera implicada si los objetivos expansionistas agresivos que expuso provocaban una guerra general europea al tratar de lograrlos el Estado Nazi. Y viendo que posteriormente ese mismo día en el que tuvo lugar la conferencia Hitler le aseguró al Embajador polaco el gran valor que tenía el pacto de 1934 con Polonia, sólo se puede concluir que el valor real para Hitler era el de mantener a Polonia tranquila hasta que Alemania adquiriera una situación territorial y estratégica en la que Polonia ya no fuera un peligro.

Ese punto de vista queda confirmado por los hechos posteriores. A comienzos de febrero de 1938 tuvo lugar el cambio de los preparativos nazis para la agresión a la agresión activa. Quedó señalado por el nombramiento de Ribbentrop como Ministro de Exteriores en lugar de Neurath, y el de Keitel como Jefe del O.K.W. en lugar de Blomberg. Su primer fruto fue la coacción a Schuschnigg en Berchtesgaden el 12 de febrero de 1938 y la forzada absorción de Austria en marzo. Posteriormente, se desarrolló con rapidez el Plan Verde para la destrucción de Checoslovaquia de la forma en la que oyeron ayer- siendo el plan parcialmente frustrado, o siendo su consumación al menos retrasada, por el Acuerdo de Munich.

Mis colegas americanos ya han tratado estos aspectos, estos hechos de la agresión nazi. Pero es obvio que la adquisición de estos dos países, sus recursos en hombres, sus recursos en producción de munición, reforzaron inmensamente la situación de Alemania frente a Polonia. Y quizás, por tanto, no resultará sorprendente que, al igual que el acusado Goering le garantizó al Embajador checoslovaco en Berlín en el momento de la invasión de Austria que Hitler reconocía la validez del Tratado de Arbitraje Germano-Checo de 1925, y que Alemania no tenía planes contra Checoslovaquia -recordarán, "Le doy mi palabra de honor", dijo el acusado Goering-, al igual que esto no es sorprendente, tampoco quizás será sorprendente que se dieran continuas garantías a Polonia en 1938 para evitar que ese país interfiriera en la agresión nazi a los vecinos de Polonia.

Así, el 20 de febrero de 1938, en vísperas de la invasión de Austria, Hitler, refiriéndose al cuarto aniversario del Pacto Polaco, se permitió a sí mismo decirle esto en el Reichstag, y cito: "...y así, se ha abierto con éxito un camino hacia el entendimiento amistoso, un entendimiento que, comenzando por Danzig, ha tenido éxito hoy al eliminar definitivamente el veneno que había en las relaciones entre Alemania y Polonia y transformarlas en una sincera cooperación amistosa. Confiando en sus amistades, Alemania hará todo

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lo posible para proteger ese ideal que proporciona una base para la tarea que tenemos que afrontar: la Paz".

Quizás aún más sorprendentes son las referencias cordiales a Polonia en el discurso de Hitler en el Sportpalast de Berlín el 26 de septiembre de 1938. Dijo entonces:

"El mayor problema al que me he enfrentado es el de nuestras relaciones con Polonia. Existía el peligro de que polacos y alemanes se miraran unos a otros como enemigos hereditarios. Quería evitar esto. Sé bien que no habría tenido éxito si Polonia hubiera dispuesto de una constitución democrática. Porque estas democracias que se permiten frases de paz son las agitadoras de guerras más sedientas de sangre. En Polonia no gobernaba una democracia, sino un hombre: y logré con él exactamente en doce meses llegar a un acuerdo por el que, en diez años en primera instancia, se eliminó el peligro de un conflicto. Estamos todos convencidos de que este acuerdo traerá una pacificación duradera. Somos conscientes de que hay dos pueblos que deben vivir juntos y de que ninguno puede existir sin el otro. Un pueblo de 33 millones siempre buscará una salida al mar. Se tenía que encontrar por tanto una vía de entendimiento, y será ampliada. Ciertamente las cosas eran difíciles en este punto. Pero la cuestión principal es que los dos Gobiernos, y personas razonables y con amplitud de miras entre los dos pueblos de los dos países, poseen la firme voluntad y decisión de mejorar sus relaciones. Era un trabajo real de paz, de mayor valor que todo el parloteo en el Palacio de la Liga de Naciones en Ginebra".
Y así, hubo halagos a Polonia antes de la anexión de Austria y nuevos halagos a Polonia antes de la proyectada anexión de Checoslovaquia. La realidad tras estas manifestaciones externas de buena voluntad queda revelada claramente en los documentos relacionados con Fall Grun, ya presentados ante este Tribunal. Demuestran que Hitler era plenamente consciente del riesgo de que Polonia, Inglaterra y Francia entraran en guerra para evitar la anexión alemana de Checoslovaquia, y de que ese riesgo, aunque se conocía, era asumido. El 25 de agosto de 1938 órdenes clasificadas como alto secreto para la Fuerza Aérea alemana sobre las operaciones a llevar a cabo contra Inglaterra y Francia si intervenían señalaban que, dado que el Tratado Franco-Checoslovaco preveía la ayuda sólo en caso de un ataque "no provocado", le llevaría un día o dos a Francia e Inglaterra, y supongo que a sus consejeros legales, decidir si, desde el punto de vista legal el ataque había tenido lugar sin provocación o no, y por tanto, había que marcarse como objetivo una blitzkrieg que lograra sus fines antes de que hubiera cualquier intervención efectiva por parte de Francia o Inglaterra.

Ese mismo día se presentó un memorándum de la Fuerza Aérea sobre organización futura, y junto a él se incluyó un mapa en el que los Estados Bálticos, Hungría, Checoslovaquia y Polonia forman parte de Alemania, y se discutían preparativos para ampliar la Fuerza Aérea, y cito, "a medida que el Reich crezca en tamaño", así como preparativos para una guerra en dos frentes contra Francia y Rusia. Y al día siguiente von Ribbentrop recibía consejos sobre la reacción de Polonia ante el problema checoslovaco. Cito: "El hecho de que tras la liquidación de la cuestión checa se asumirá que Polonia será la próxima" es algo reconocido, pero, "cuanto más desaparezca esta suposición, mejor".

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Me detendré un momento en la fecha del Pacto de Munich y le rogaré al Tribunal que recuerde lo que los documentos y los hechos históricos demuestran sobre aquel día. Han hecho innegables tanto el hecho de la agresividad nazi como la agresión activa y real. Esa conferencia de 1937 demuestra que Hitler y sus asociados consideraron deliberadamente la adquisición de Austria y Checoslovaquia, si era necesario por medio de la guerra, y además la primera de las operaciones, llevada a cabo en marzo de 1938, y buena parte de la segunda, se efectuaron bajo amenaza de guerra, una amenaza que ahora podemos ver que era mucho más que un farol; una amenaza de guerra, aunque sin necesitar iniciarla, ya que, como dije, una buena parte del segundo objetivo quedó asegurado en septiembre de 1938. Y algo aún peor, Hitler demostró su adhesión a las viejas doctrinas de Mein Kampf, esas doctrinas esencialmente agresivas a cuya exposición en Mein Kampf, considerada desde hace tiempo como la Biblia del Partido Nazi, prestaremos atención más adelante. Hitler le indicaba claramente no sólo a sus asociados, sino también al mundo en aquel momento, que estaba buscando obtener "Lebensraum", y que estaba dispuesto a hacerse con él amenazando con el uso de la fuerza, o si fallaba la amenaza, por medio de la fuerza; por medio de la guerra de agresión.

Hasta ahora se había evitado la guerra debido al amor a la paz, la falta de preparación, la paciencia, la cobardía -llámenlo como deseen- de las Potencias democráticas, pero después de Munich, la pregunta que ocupaba las mentes de todas las personas racionales con una aguda ansiedad era "¿Dónde terminará esto? ¿Ha quedado satisfecho Hitler, como dice él, o llevará su búsqueda de Lebensraum a futuras agresiones, incluso aunque tenga que embarcarse en una guerra de agresión abierta para hacerse con él?"

La respuesta se daría con el resto de Checoslovaquia y con Polonia. Hasta entonces, hasta el Pacto de Munich, no se había hecho ninguna amenaza directa e inmediata a Polonia. Los dos documentos que acabo de citar demuestran, por supuesto, que oficiales de alto rango del Mando Aéreo de Goering consideraban la expansión del Reich y, según parece, la destrucción y absorción de Polonia, como una conclusión ya prevista. Ya anticipaban además la última etapa de la política de Hitler según se expone en Mein Kampf: una guerra para destruir Francia y hacerse con Lebensraum en Rusia. Y el escritor del texto dirigido a Ribbentrop ya daba por hecho que después de Checoslovaquia se atacaría a Polonia. Pero más impresionante que esos dos documentos es el hecho de que, como he dicho, en la conferencia del 5 de noviembre de 1937, la guerra con Polonia, si se atrevía a evitar la agresión alemana contra Checoslovaquia, era algo que se había estudiado fría y tranquilamente, y los líderes nazis estaban dispuestos a asumir el riesgo. También se había considerado y aceptado el riesgo de guerra con Inglaterra y Francia bajo las mismas circunstancias. Como indiqué, una guerra así, por supuesto, habría sido de agresión por parte de Alemania, y contemplaban una guerra de agresión; ya que para forzar a un Estado a tomar las armas para defender a otro Estado de la agresión, en otras palabras, para cumplir con las obligaciones que le marca el tratado, es sin duda necesario iniciar una guerra de agresión con el primer Estado. Pero a pesar de esos planes, a pesar de esas intenciones ocultas, sigue siendo cierto que al parecer hasta Munich la decisión de un ataque directo a Polonia y su destrucción por medio de la guerra de agresión no había sido aún tomada por Hitler y sus asociados. Paso ahora a la transición de la intención y preparativos para iniciar una guerra de agresión, evidente en la cuestión de

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Checoslovaquia, a la iniciación real de una guerra de agresión contra Polonia. Esa transición ocupa los once meses que van del 1 de octubre de 1938 al ataque a Polonia el 1 de septiembre de 1939.

En los seis meses siguientes a la firma del Pacto de Munich, los líderes nazis habían ocupado el resto de Checoslovaquia, que, por medio de ese acuerdo, habían dicho que iban a respetar. El 14 de marzo de 1939 se convocó a una reunión en Berlín al anciano y enfermo presidente del "Resto" de Checoslovaquia, Hacha, y a su ministro de exteriores. En la reunión, que tuvo lugar entre la una en punto y las dos y cuarto de la madrugada del 15 de marzo, con la presencia de Hitler y los acusados Ribbentrop, Goering y Keitel, fueron intimidados y amenazados, e incluso se les dijo crudamente que Hitler "había dado orden de que tropas alemanas entraran en Checoslovaquia y de incorporar Checoslovaquia al Reich Alemán".

Se les dejó claro que la resistencia sería inútil y aplastada "por la fuerza de las armas con todos los medios disponibles", y fue así como fue creado el Protectorado de Bohemia y Moravia fue creado y como se convirtió Eslovaquia en un Estado satélite de Alemania, aunque formalmente independiente. Por medio de su acción unilateral, con pretextos que no tenían el más mínimo atisbo de validez, sin discutirlo con los gobiernos de ningún otro país, sin mediación, y en contradicción directa con el sentido y espíritu del Pacto de Munich, los alemanes adquirieron aquello que habían estado planeando en septiembre del año anterior, e incluso mucho antes, pero que en aquel momento no se sintieron capaces de conseguir sin una exhibición demasiado clara de sus intenciones agresivas. La agresión lograda alimentó el apetito por las futuras agresiones. Hubo protestas. Inglaterra y Francia enviaron notas diplomáticas. Por supuesto, hubo protestas. Los nazis habían mostrado a las claras sus cartas. Hasta ahora habían ocultado al mundo que sus intenciones iban más allá de incorporar al Reich las personas de raza alemana que vivieran en territorios limítrofes. Ahora por primera vez, desafiando las garantías solemnes que habían dado indicando lo contrario, se habían hecho con territorio no alemán y con personas no alemanas. Esta adquisición del total de Checoslovaquia, junto con la ocupación igualmente ilegal de la región de Memel el 22 de marzo de 1939, produjo un inmenso refuerzo de la situación alemana tanto política como estratégicamente, como Hitler predijo que ocurriría cuando habló del asunto en la reunión de noviembre de 1937.

Pero mucho antes de que los líderes nazis consumaran su agresión contra Checoslovaquia, habían comenzado a presentar demandas a Polonia. Una vez firmado el Pacto de Munich, el 25 de octubre de 1938, menos de un mes después del discurso de Hitler del que ya he hablado en el que volvía a ofrecer garantías a Polonia, y menos de un mes después del Pacto de Munich, el Sr. Lipski, el Embajador polaco en Berlín, informó al Sr. Beck, el Ministro de Exteriores polaco, de que en un almuerzo en Berchtesgaden el día antes, el 24 de octubre de 1938, el acusado Ribbentrop había presentado demandas para la reunificación de Danzig con el Reich y para la construcción de una carretera y una línea férrea extraterritoriales a través de Pomorze, la provincia que los alemanes denominaban el Corredor. A partir de ese momento y hasta que el Gobierno polaco dejó claro, como hizo durante una visita del acusado Ribbentrop a Varsovia en enero de 1939, que no consentirían la entrega de Danzig a soberanía alemana, continuaron

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las negociaciones sobre estas demandas alemanas. E incluso después de la vuelta de Ribbentrop de su visita a Varsovia, Hitler consideró importante decir en su discurso ante el Reichstag del 30 de enero de 1939:
"Acabamos de celebrar el quinto aniversario de la firma de nuestro pacto de no agresión con Polonia. Apenas puede haber alguna diferencia de opinión hoy entre los verdaderos amigos de la paz sobre el valor de este acuerdo. Habría que preguntarse lo que le podría haber ocurrido a Europa si no se hubiera firmado este acuerdo, que produjo tanto alivio, hace cinco años. Al firmarlo, el gran mariscal y patriota polaco hizo un servicio tan grande a su pueblo como el que hicieron los líderes del Estado Nacionalsocialista al pueblo alemán. Durante los difíciles meses del pasado año, la amistad entre Alemania y Polonia ha sido uno de los factores que han reafirmado la vida política de Europa".
Pero estas declaraciones fueron las últimas palabras amistosas de Alemania dirigidas a Polonia, y la última ocasión en la que los líderes nazis mencionaron el Acuerdo Germano-Polaco aprobándolo. Durante febrero de 1939 cayó el silencio sobre las demandas de Alemania a Polonia. Pero tan pronto como tuvo lugar la absorción final de Checoslovaquia, y cuando Alemania ocupó también la región de Memel, la presión nazi sobre Polonia se renovó de inmediato.

En dos conversaciones entre él y el acusado Ribbentrop que tuvieron lugar el 21 de marzo y el 26 de marzo con el Embajador polaco, se renovaron las demandas alemanas a Polonia y se apremió a cumplirlas. Y a la vista del destino sufrido por Checoslovaquia, a la vista del grave deterioro de su situación estratégica frente a Alemania, no es sorprendente que el Gobierno polaco se alarmara ante estos hechos. Y no eran los únicos. Los hechos de marzo de 1939 habían convencido por fin a los Gobiernos inglés y francés de que los planes nazis de agresión no se limitaban a personas de raza alemana, y de que el espectro de una guerra europea producto de nuevas agresiones de la Alemania nazi no había sido eliminado, después de todo, por el Pacto de Munich.

Como resultado, por tanto, de la preocupación de Polonia, y de la de Inglaterra y Francia ante los hechos de Checoslovaquia, y ante la presión nuevamente ejercida sobre Polonia, tuvieron lugar conversaciones entre los Gobiernos inglés y polaco, y el 31 de marzo de 1939, el Sr. Neville Chamberlain, hablando ante la Cámara de los Comunes, declaró que el Gobierno de Su Majestad le había dado una garantía de ayuda a Polonia en caso de que tuviera lugar cualquier acción que amenazara claramente la independencia polaca y ante la que el Gobierno polaco considerara en consecuencia vital resistir. El 6 de abril de 1939 un comunicado anglo-polaco declaraba que los dos países estaban dispuestos a llegar a un Acuerdo de carácter permanente y recíproco para sustituir a la garantía temporal y unilateral dada por el Gobierno de Su Majestad.

No es difícil encontrar la justificación a esa preocupación por parte de las potencias democráticas. Con las pruebas que ahora tenemos de lo que estaba ocurriendo en los Consejos del Reich Alemán y de sus Fuerzas Armadas durante estos meses, está claro que el Gobierno alemán pretendía hacerse con Polonia por completo, y que Danzig -como Hitler dijo en su momento, un mes después- "no era el objetivo de disputa en absoluto". El Gobierno Nazi estaba dispuesto a la agresión, y las demandas y negociaciones sobre Danzig eran una simple tapadera y una excusa para un dominio mayor.

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¿Es un buen momento para parar?

EL PRESIDENTE: Se levanta la sesión hasta las dos en punto.

(Se hizo un receso hasta las 14 horas).

EL PRESIDENTE: Antes de que el Fiscal General continúe con su discurso de apertura, el Tribunal desea que exponga la propuesta de nuevos horarios de sesión. Consideramos que sería más adecuado que el Tribunal comenzara la sesión desde las 10 en punto de la mañana hasta la 1 en punto, con un descanso de diez minutos a media mañana; y que el Tribunal debería continuar la sesión de las 2 a las 5 en punto, con un descanso de diez minutos en mitad de la tarde; y que no debería haber sesión pública del Tribunal el sábado por la mañana ya que el Tribunal ha recibido un gran número de solicitudes de testigos y documentos por parte de la defensa de los acusados y debe estudiarlas.


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