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Segundo Día: Miércoles, 21 de noviembre de 1945
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Un vistazo al diagrama de la Organización del Partido es suficiente para mostrar al completo

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cómo difería de los partidos políticos que conocemos. Tenía su base legal en el Führer y tenía sus propios tribunales y policía. Los conspiradores crearon un gobierno dentro del Partido para ejercer fuera de la ley cualquier acción que cualquier Estado legítimo podría ejercer y muchas que no podría. Su cadena de mando era militar, ysus formaciones eran marciales en nombre y función. Estaban compuestas de batallones creados para llevar armas bajo disciplina militar, cuerposmotorizados, cuerpos aéreos, y el infame "Cuerpo de la Calavera, ode la Cabeza de la Muerte", cuyo nombre era muy correcto. El Partido teníasu propia policía secreta, sus unidades de seguridad, su divisiónde inteligencia y espionaje, sus fuerzas de asalto y sus fuerzas de juventudes.Creó elaborados mecanismos administrativos para identificar y liquidara espías e informadores, gestionar los campos de concentración,utilizar los furgones de gaseamiento, y financiar todo el movimiento. A travésde círculos concéntricos de autoridad, el Partido Nazi, comosu liderazgo proclamó con orgullo posteriormente, organizóy dominó cada fase de la vida alemana. pero no hasta que hubieronllevado a cabo una agria lucha interna caracterizada por una criminalidadbrutal. Preparando esta fase de su lucha crearon un sistema policial para el partido. Se convirtió en el patrón y el instrumento de la policíadel Estado, que era el primer objetivo de su plan.

Las organizaciones del Partido, incluidos los Cuerpos de Liderazgo del Partido, la SD, las SS, las SA y la infame Policía Secreta del Estado, o Gestapo- todas comparecen acusadas ante ustedes como organizaciones criminales; organizaciones que, como probaremos con sus propios documentos, reclutaban sólo a los nazis fanáticamente devotos, dispuestos por convicciones y temperamento a cometer actos de lo más violento para hacer avanzar el programa común. Aterrorizaron y silenciaron la oposición democrática, y pudieron coordinar sus acciones con oportunistas políticos, militaristas, hombres de la industria, monárquicos y reaccionarios políticos.

El 30 de enero de 1933, Adolf Hitler se convirtió en Canciller de la República Alemana. Un equipo maligno, representado en el banquillo de los acusados por sus supervivientes más destacados, había tenido éxito al hacerse con la maquinaria del Gobierno Alemán, una fachada tras la cual actuarían posteriormente para hacer realidad la guerra de conquista que durante tanto tiempo habían planeado. La conspiración había entrado en su segunda fase.

Hablaremos ahora de los pasos, que incluían los más insidiosos crímenes contra la Humanidad, que dieron los conspiradores para perfeccionar su control del Estado Alemán y preparar a Alemania para la guerra de agresión indispensable para sus fines.

Los alemanes de los años '20 eran un pueblo frustrado y humillado como resultado de la derrota y la desintegración de su gobierno tradicional. Los elementos democráticos, que estaban tratando de gobernar Alemania a través de la nueva y débil maquinaria de la República de Weimar, recibieron un apoyo inadecuado de las fuerzas democráticas del resto del mundo. No se puede negar que Alemania, cuando la depresión mundial se añadió a sus otros problemas, se enfrentaba a urgentes y complicadas presiones en su vida económica y política que requerían medidas drásticas.

Las medidas internas con las que una nación trata de resolver sus problemas normalmente no interesan a otras naciones. Pero el programa nazi fue desde el principio reconocido como un programa desesperado para un pueblo que todavía sufría los efectos de una guerra fracasada. Los fines de la política nazi sólo eran posibles con el nuevo estallido de una guerra más exitosa. La respuesta de los conspiradores a los problemas de Alemania eran nada más y nada menos que un plan para recuperar los territorios perdidos en la Primera Guerra Mundial y la adquisición de otras tierras fértiles de Europa Central desposeyendo o exterminando a los que las habitaban. También contemplaron destruir o debilitar a todos los demás pueblos vecinos para así hacerse con el dominio virtual de Europa, y probablemente del mundo. No necesitamos definir los límites precisos de su ambición, ya que era y es ilegal provocar guerras de agresión, sin importar si los objetivos son pequeños o grandes.

Tenemos en este periodo dos gobiernos en Alemania: el real y el ostensible.                                                 

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Se mantuvo durante un tiempo la forma de la República Alemana, y era el gobierno oficial y visible. Pero la autoridad real del Estado estaba fuera, y por encima, de la ley, recayendo en los Cuerpos de Liderazgo del Partido Nazi.

El 27 de febrero de 1933, menos de un mes después de que Hitler se convirtiera en Canciller, el edificio del Reichstag se incendió. La quema de este símbolo del gobierno parlamentario libre fue tan providencial para los nazis que se cree que ellos mismos le prendieron fuego. Ciertamente, contemplando sus crímenes conocidos, no podemos creer que se arredraran ante un mero incendio. No es necesario, sin embargo, resolver la controversia sobre quién provocó el incendio. La cuestión significativa es el uso que se dio al incendio y el estado que produjo en el público. Los nazis acusaron inmediatamente al Partido Comunista de instigar y cometer el crimen, y dedicaron todos sus esfuerzos a demostrar que este acto individual de incendio era el comienzo de una revolución comunista. Aprovechándose de la histeria, los nazis se enfrentaron a esta revolución fantasma con una real. En diciembre, el Tribunal Supremo de Alemania, con un coraje e independencia encomiables, absolvió a los comunistas acusados, pero era demasiado tarde para influir en el trágico curso de los acontecimientos provocados por los conspiradores nazis.

Hitler, la mañana posterior al incendio, obtuvo del anciano y enfermo Presidente von Hindenburg un decreto presidencial por el que se suspendían las amplias garantías concedidas a las libertades individuales contenidas en la constitución de la República de Weimar. El decreto indicaba que "las Secciones 114, 115, 117, 118, 123, 124 y 153 de la constitución del Reich Alemán se suspenden hasta nuevo aviso. Así, las restricciones a la libertad personal, el derecho a la libre expresión de opiniones, incluida la libertad de prensa, el derecho de reunión y asociación, violaciones de la privacidad de comunicaciones postales, telegráficas y telefónicas y las órdenes de registro de hogares, las órdenes de confiscación y las restricciones a la propiedad, también quedan permitidas más allá de los límites legales prescritos". (1390-PS)

La amplitud de las restricciones a las libertades personales según el decreto del 28 de febrero de 1933 se comprende viendo los derechos de la Constitución de Weimar que fueron suspendidos: 

Artículo 114. La libertad del individuo es inviolable. El recorte o privación de la libertad personal por parte de una autoridad pública sólo es permisible con una base legal. Las personas que hayan sido privadas de su libertad personal deben ser informadas como tarde al día siguiente de qué autoridad y por qué razones ordenó la privación de libertad. Se les debe conceder sin retraso la oportunidad de presentar recurso contra su privación de libertad. 

Artículo 115. El hogar de todo alemán es su santuario y es inviolable. Sólo se podrán hacer excepciones según lo previsto por la ley.

Artículo 117. El secreto de la correspondencia y todas las comunicaciones postales, telegráficas y telefónicas es inviolable. Las excepciones son inadmisibles, excepto bajo la ley del Reich.    

Artículo 118. Todo alemán tiene derecho, dentro de los límites de las leyes generales, a expresar libremente sus opiniones oralmente, por escrito, en letra impresa, en imágenes o en cualquier otra forma. Ninguna condición de trabajo o empleo puede privarle de este derecho, y no puede sufrir desventajas por el uso de este derecho por parte de ninguna persona.

Artículo 123. Todos los alemanes tienen derecho a reunirse pacíficamente y desarmados sin advertirlo y sin permisos especiales. Las leyes del Reich pueden requerir una notificación previa para las reuniones en el exterior, y puede prohibirlas en caso de peligro inmediato para la seguridad pública.

Artículo 124. Todos los alemanes tienen derecho a crear asociaciones o sociedades con fines no contrarios a la ley penal. No puede recortarse este derecho

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con medidas preventivas. Las mismas medidas se aplican a asociaciones y sociedades religiosas. Toda asociación puede crearse (Erwerb der Rechtsfaehigkeit) según lo previsto en el Código Civil. No se puede rechazar ninguna asociación en base a que sus principios son políticos, sociopolíticos o religiosos.

Artículo 153. La propiedad queda garantizada por la Constitución. Su contenido y límites son definidos por las leyes. La expropiación sólo puede realizarse en beneficio público y con una base legal. Se deberá conceder una compensación adecuada, a no ser que una ley del Reich ordene otra acción. En caso de disputa, se trasladará la cuestión a los tribunales civiles ordinarios, a no ser que las leyes del Reich indiquen otro curso de acción. Se debe pagar una compensación si el Reich expropia propiedades pertenecientes a Landers, Comunas o asociaciones de utilidad pública. La propiedad conlleva obligaciones. Su uso también tendrá que servir al bien común". (2050-PS)

Se ha de decir, para hacerle justicia a von Hindenburg, que la propia Constitución le autorizaba a suspender temporalmente estos derechos fundamentales "si la seguridad pública y el orden del Reich Alemán se veían considerablemente alterados o amenazados". También se ha de reconocer que el Presidente Ebert había recurrido anteriormente a este poder.

Pero el golpe Nacionalsocialista fue hecho posible porque los términos del decreto Hitler-Hindenburg diferían de todos los anteriores en que se había invocado el poder de suspensión. Cuando el Presidente Ebert suspendió las garantías constitucionales de los derechos individuales, su decreto revivió expresamente la Ley de Custodia Protectiva adoptada por el Reichstag durante la guerra anterior. Esta Ley garantizaba una audiencia ante un juez en las veinticuatro horas siguientes al resto, concedía el derecho a disponer de defensa e inspeccionar todos los documentos relevantes, concedía el derecho al recurso, y autorizaba una compensación con fondos del Tesoro por arrestos erróneos.

El decreto Hitler-Hindenburg del 28 de febrero de 1933 no incluía esas salvaguardas. Puede que von Hindenburg no se diera cuenta de la omisión. Ciertamente, no fue consciente de sus efectos. Permitió que la política nazi y las formaciones del partido, ya existentes y funcionando a las órdenes de Hitler, actuaran sin control ni responsabilidad. El arresto secreto e indefinido sin cargos, sin pruebas, sin comparecer ante un juez, sin defensa, se convirtió en el método para aplicar castigos inhumanos a aquellos de los que los nazis sospechaban o a los que no les gustaban. Ningún tribunal podía emitir órdenes, o solicitar un habeas corpus. El pueblo alemán estaba en manos de la policía, la policía estaba en manos del Partido Nazi, y el Partido estaba en manos de hombres malignos, de los que los acusados aquí presentes son líderes supervivientes y representativos.

La conspiración nazi, como demostraremos, siempre contemplaba no sólo la mera victoria sobre la oposición del momento, sino también el exterminio de elementos que no concordaran con su filosofía del Estado. No sólo trataba de establecer el "nuevo orden" nazi, sino que también trataba de asegurar su camino, como predijo Hitler, "durante mil años". Los nazis nunca dudaban o mostraban desacuerdo sobre quiénes eran esos elementos disidentes. Fueron concisamente descritos por uno de ellos, el Coronel-General vonFritzsche, el 11 de diciembre de 1938, con estas palabras:

"Poco después de la primera guerra llegué a la conclusión de que debíamos vencer en tres batallas en Alemania para ser poderosos de nuevo: (1) La batalla contra la clase trabajadora- Hitler la ha ganado; (2) Contra la Iglesia Católica, quizás mejor dicho, contra el Ultramontanismo; (3) Contra los judíos". (1947-PS)
La guerracontra estos elementos era continua. La batalla en Alemania fue casi másbien una refriega comparada con la batalla mundial librada contra ellos.Tenemos aquí clasificados por geografía y tiempo dos gruposde crímenes contra la Humanidad                                                  

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- uno en Alemania, antes y durante la guerra, y el otro en territorio ocupado durante la guerra. Pero los dos no estaban separados en los planes nazis. Son un desarrollo continuo del plan nazi para exterminar a pueblos e instituciones que pudieran servir como foco o instrumento para derribar su "nuevo orden mundial" en algún momento. Consideramos estos Crímenes contra la Humanidad en este punto como manifestaciones del Plan Nazi y los analizamos según la clasificación del General von Fritsche.

1. LA BATALLA CONTRA LA CLASE TRABAJADORA

Cuando Hitler llegó al poder, había en Alemania tres grupos de sindicatos: la Confederación General Alemana de Sindicatos (A.D.G.B.), con veintiocho sindicatos afiliados, y la Confederación General Independiente deEmpleados (A.F.A.), con treinta sindicatos federados que totalizaban másde 4,500.000 miembros. Por último, el Sindicato Cristiano tenía1,250.000 miembros.

Los trabajadores de Alemania, como los trabajadores de otras naciones, tenían poco que ganar personalmente con la guerra. Aunque los trabajadores suelen ser convocados para apoyar a la nación en guerra, en general son en casi todo el mundo una fuerza pacífica, que no pacifista. La clase trabajadora de Alemania no había olvidado en 1933 lo pesado que podía ser el yugo del señor de la guerra. Fueron los trabajadores los que se unieron a los marineros y los soldados en la revuelta de 1918 contra la Primera Guerra Mundial. Los Nazis no lo habían perdonado ni lo habían olvidado. El programa Nazi requería que esta parte de la población alemana no sólo fuera apartada de su poder para resistirse a que sus escasas comodidades se desviaran al armamento, sino que además fuera adulada o sometida a nuevos y desconocidos sacrificios como parte de la preparación Nazi para la guerra. Había que intimidar a los trabajadores, y eso quería decir que había que destruir sus organizaciones y medios de cohesión.

El fin de la regulación laboral del Partido Nazi fue explicado por Ley en un discurso a trabajadores el 2 de mayo de 1933 de esta forma:

"Podéis decir lo que queráis, tenéis el poder absoluto. Es cierto que tenemos el poder, pero no tenemos a todo el pueblo, no os tenemos a vosotros, los trabajadores, al cien por cien, y es a vosotros a quienes queremos; no os dejaremos hasta que estéis completa y genuinamente de acuerdo con nosotros". (614-PS)
El primer ataque nazi fue contra los dos sindicatos mayores. El 21 de abril de 1933, el conspirador Robert Ley emitió una orden, ni siquiera en nombre del gobierno, sino en el del Partido Nazi, como "Jefe del Mando de la Organización política del NSDAP", aplicable a la Confederación de Sindicatos y la Confederación Independiente de Empleados. Ordenaba la confiscación de sus posesiones y el arresto de sus principales líderes. La orden del Partido indicaba que "se emplearan para la ocupación de las propiedades de los sindicatos, y para la custodia de personalidades que fueran cuestionadas" órganos del Partido que denunciamos aquí como asociaciones criminales, las SA y las SS. Y ordenaba el paso a "custodia protectora" de todos los presidentes y secretarios de distritos y directores de sindicatos y ramas del banco de los trabajadores.  (392-PS)

Estas órdenes se ejecutaron el 2 de mayo de 1933. Todos los fondos de los sindicatos, incluidas pensiones y ayudas, fueron confiscados. Los líderes sindicales fueron enviados a campos de concentración. Unos pocos días después, el 10 de mayo de 1933, Hitler nombró a Ley líder del Frente Alemán del Trabajo (Deutsche Arbeitsfront), que se hizo con los fondos confiscados a los sindicatos. El Frente Alemán del Trabajo, una agencia del trabajo controlada por los nazis, fue creada bajo el mando de Ley para enseñarle la filosofía nazi a los trabajadores alemanes y apartar del empleo industrial a todos los que fueran retrasados en sus lecciones (940-PS). Se organizaron "Tropas de Fábrica" y "escuadrones de choque ideológicos dentro de la fábrica"
(1817-PS). La orden del Partido indicaba "aparte del Frente Alemán del Trabajo, no ha de existir ninguna otra Organización (de trabajadores o empleados)". El 24 de junio de 1933 se eliminaron los Sindicatos Cristianos, siguiendo una orden del Partido Nazi firmada por Ley.                                             

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El 19 de mayo de 1933, esta vez a través de un decreto del Gobierno, se ordenó que "administradores" de trabajo, nombrados por Hitler, regularían las condiciones de todos los contratos laborales, sustituyendo el proceso anterior del convenio colectivo (405-PS). El 30 de noviembre de 1934, un decreto que "regulaba el trabajo nacional" introdujo el principio de liderazgo en las relaciones industriales. Ordenaba que los propietarios de las empresas serían los "Führers" y los trabajadores, sus seguidores. Los führers empresariales deberían "tomar decisiones sobre los empleados y trabajadores en todas las cuestiones relacionadas con la empresa" (1861-PS). Fue de esta forma como se indujo a los grandes industriales alemanes a apoyar la causa nazi, para su ruina definitiva.

Los nazis no sólo dominaron y regularon el trabajo en Alemania, sino que también introdujeron a la juventud en los puestos de los trabajadores que habían sido encarcelados. A través del decreto sobre el servicio de trabajo obligatorio del 26 de junio de 1935, se reclutó para trabajar a los hombres y mujeres jóvenes de entre 18 y 25 años (1654-PS). Así se cumplió el objetivo de subyugar a los trabajadores alemanes.

En palabras de Ley, el logro consistía "en eliminar el carácter asociativo de los sindicatos y asociaciones de empleados, y en su lugar hemos introducido el concepto de 'soldados del trabajo'". La mano de obra productiva de la nación alemana estaba bajo control nazi. Con estas medidas los acusados ganaron la batalla para liquidar los sindicatos como oposición potencial y pudieron imponer sobre la clase trabajadora el peso de prepararse para la guerra de agresión.

Robert Ley, el mariscal de campo de esta batalla contra los sindicatos, respondió a nuestra acusación con el suicidio. Al parecer no conocía una respuesta mejor.

2. LA BATALLA CONTRA LAS IGLESIAS

El Partido Nazi siempre fue predominantemente anticristiano por su ideología. Pero los que creemos en la libertad de conciencia y religión no acusamos a nadie por su ideología. No es porque los nazis fueran irreligiosos o paganos, sino porque persiguieron a los cristianos, por lo que se convirtieron en culpables de un crimen, y es porque la persecución era un paso en la preparación de la guerra de agresión por lo que el delito se convierte en uno de consecuencias internacionales. Para eliminar cualquier influencia moderadora sobre el pueblo alemán y poner totalmente a la población en pie de guerra, los conspiradores planearon y llevaron a cabo una represión sistemática y despiadada contra todas las distintas iglesias cristianas


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