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Segundo Día: Miércoles, 21 de noviembre de 1945
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Nada más comenzar, rechacemos la afirmación de que juzgar a estos hombres es una injusticia, dándoles así alguna consideración especial. Estos acusados pueden estar en una situación difícil, pero no son maltratados. Veamos qué alternativa tendrían a ser juzgados.

La gran mayoría de estos prisioneros se rindieron o fueron capturados por la fuerzas de Estados Unidos. ¿Se espera de nosotros que la custodia americana sea un refugio para nuestros enemigos de la justa ira de nuestros Aliados? ¿Sacrificamos vidas americanas al capturarlos para al final salvarlos del castigo? Bajo los principios de la Declaración de Moscú, los sospechosos de crímenes de guerra que no sean juzgados internacionalmente han de ser entregados a gobiernos individuales para ser juzgados en el escenario de sus atrocidades.  Muchos prisioneros de los americanos menos responsables y menos culpables han sido y siguen siendo entregados a otras Naciones Unidas para juzgarlos localmente. Si estos acusados lograran, por cualquier motivo, escapar a la condena de este Tribunal, o si obstruyen o impiden el desarrollo de este juicio, los que sean prisioneros de los americanos serían entregados a nuestros Aliados continentales. Para estos acusados, sin embargo, hemos creado un Tribunal Internacional, y nos hemos esforzado en participar en una complicada tarea para darles un juicio justo y objetivo. Esa es la mejor protección conocida para cualquier hombre con una defensa digna de ser oída.

Si estos hombres son los primeros líderes de guerra de una nación derrotada que son juzgados en nombre de la ley, también son los primeros a los que se les da la oportunidad de defender sus vidas en nombre de la ley. Siendo realistas, el Estatuto de este Tribunal, que les concede un juicio, también es la fuente de su única esperanza. Puede ser que estos hombres de conciencia atribulada, cuyo único deseo es que el mundo les olvide, no consideren que este juicio es un favor. Pero tienen una oportunidad justa de defenderse- un favor que, cuando estaban en el poder, raramente concedieron a sus compatriotas. A pesar del hecho de que la opinión pública ya condena sus actos, reconocemos que se les debe conceder la presunción de inocencia, y aceptamos el peso de demostrar los crímenes y la responsabilidad de estos acusados en su comisión.

Cuando digo que no pediremos condenas a no ser que probemos el crimen, no me refieroa meras transgresiones técnicas o accidentales de convenciones internacionales. Acusamos de conductas intencionadas y planeadas que implican un delito moral                                             

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así como legal. Y no nos referimos a conductas que sean errores naturales y humanos, aun ilegales, como muchos de nosotros podríamos haber cometido si hubiéramos estado en la posición de los acusados. No es porque se dejaran llevar por las fragilidades normales de los seres humanos por lo que les acusamos. Es su conducta anormal e inhumana lo que les trae hasta aquí.

No pediremos que se condene a estos hombres por los testimonios de sus atrocidades. No hay ningún cargo en la Acusación que no pueda probarse con libros y documentos. Los alemanes siempre fueron meticulosos archivadores de documentos, y estos acusados tenían su parte de la pasión teutónica por la meticulosidad al poner las cosas en papel. Y tampoco carecían de vanidad. Permitieron con frecuencia que se les fotografiara en acción. Les mostraremos sus propias películas. Verán su conducta y oirán sus propias voces cuando estos acusados recreen para ustedes, desde la pantalla, algunos de los hechos de su conspiración.

También dejaremos claro que no tenemos ninguna intención de acusar a todo el pueblo alemán. Sabemos que el Partido Nazi no alcanzó el poder con una mayoría del voto alemán. Sabemos que llegó al poder por una maligna alianza entre los más extremistas de los revolucionarios nazis, los reaccionarios alemanes más desmedidos, y los militaristas alemanes más agresivos. Si el pueblo alemán hubiera aceptado de buen grado el programa nazi, no habrían hecho falta tropas de asalto en los primeros tiempos del Partido, y no habrían hecho falta ni los campos de concentración ni la Gestapo, instituciones que fueron creadas tan pronto como los nazis se hicieron con el control del Estado alemán. Sólo después de que estas innovaciones ilegales demostraron tener éxito en casa se llevaron a otros países.

El pueblo alemán debería saber ya que el pueblo de los Estados Unidos no le tiene miedo ni siente odio. Es cierto que los alemanes nos han enseñado los horrores de la guerra moderna, pero las ruinas que yacen del Rin al Danubio demuestran que nosotros, al igual que nuestros Aliados, no hemos sido alumnos torpes. Aunque no nos sobrecoja su fuerza y efectividad en la guerra, aunque no estemos convencidos de su madurez política, respetamos sus grandes habilidades en el arte de la paz, su competencia a nivel técnico, y el carácter sobrio, industrioso y disciplinado de la masa del pueblo alemán. En 1933, vimos al pueblo alemán recuperando su prestigio en el mundo comercial, el industrial y el artístico después del hundimiento de la última guerra. Contemplamos su progreso sin envidia ni malicia. El régimen nazi interrumpió su avance.La repugnante agresión nazi ha dejado Alemania en ruinas. La disposición de los nazis a comprometer la palabra alemana sin vacilación y a romperla sin vergüenza ha dejado sobre la diplomacia alemana una reputación de duplicidad que le afectará durante años. La arrogancia nazi ha hecho que el alardear de la "raza superior" se haya convertido en algo con lo que el mundo se burlará de los alemanes durante generaciones. La pesadilla nazi ha dado al nombre alemán un nuevo y siniestro significado por todo el mundo, que retrasará a Alemania un siglo. Los alemanes, no menos que el mundo no alemán, tienen cuentas que saldar con estos acusados.

El hecho de la guerra y su transcurso, que es la cuestión principal de nuestra causa, es Historia. Desde el 1 de septiembre de 1939, cuando los ejércitos alemanes cruzaron la frontera polaca, hasta septiembre de 1942, cuando se encontraron con una resistencia épica en Stalingrado, las armas alemanas parecían invencibles. Dinamarca y Noruega, Holanda y Francia, Bélgica y Luxemburgo, los Balcanes y África, Polonia y los Estados Bálticos, y partes de Rusia, todas habían sido invadidas y conquistadas por golpes rápidos, poderosos y bien dirigidos. Ese ataque a la paz del mundo es el crimen contra la sociedad internacional que lleva a la jurisdicción internacional crímenes cometidos en su ayuda y preparación que de otra forma podrían ser sólo cuestiones internas. Fue guerra de agresión, a la que las naciones del mundo han renunciado. Fue guerra en violación de tratados, con los que se trataba de salvaguardar la paz del mundo.

Esta guerra no ocurrió sin más- fue planeada y preparada durante un largo periodo de tiempo y sin carecer de habilidad y astucia. Quizás el mundo jamás haya visto

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tal concentración y estímulo de las energías de un pueblo como los que permitieron a Alemania, veinte años después de su derrota, desarmada y desmembrada, estar tan cerca de culminar su plan para dominar Europa. Digamos lo que digamos de los que fueron autores de esta guerra, realizaron un estupendo trabajo en organización, y nuestra primera tarea es examinar los medios por los que estos acusados y sus compañeros conspiradores prepararon e incitaron a Alemania a ir a la guerra.

En general, nuestro caso revelará que estos acusados se unieron en un momento u otro al Partido Nazi en un plan que sabían que sólo podría cumplirse con el estallido de una guerra en Europa. Su toma del Estado Alemán, su subyugación del pueblo alemán, su terrorismo y exterminio de elementos disidentes, su planificación y ejecución de una guerra, su crueldad calculada y planeada en el combate, su actuación criminal deliberada y planeada sobre pueblos conquistados- todo esto son fines para los que actuaron de forma concertada, y todo esto son fases de la conspiración, una conspiración que alcanzaba un objetivo tan sólo para fijarse otro más ambicioso. También rastreamos la intricada red de organizaciones que estos hombres crearon y utilizaron para cumplir estos fines. Mostraremos cómo la estructura completa de oficinas y funcionarios se dedicó a fines criminales y recurrió a métodos criminales planeados por estos acusados y sus compañeros de conspiración, muchos de los cuales han quedado fuera de alcance por la guerra y el suicidio.

Es mi intención abrir el caso, en particular el Primer Cargo de la Acusación, y tratar el Plan Común o Conspiración destinado a conseguir fines posibles sólo recurriendo a Crímenes contra la Paz, Crímenes de Guerra y Crímenes contra la Humanidad. No pondré el énfasis en perversiones individuales que pueden haber ocurrido independientes de un plan central. Uno de los peligros siempre presentes en este juicio es que puede verse prolongado por detalles de males particulares, y perderse en una "locura de instancias separadas". Y tampoco me enfrentaré ahora a la actividad de subordinados individuales, salvo que contribuya a la exposición del Plan Común.

El caso presentado por Estados Unidos se referirá a los cerebros y autoridad tras los crímenes. Estos acusados eran hombres de una posición y rango que no manchó sus manos con sangre. Eran hombres que sabían cómo utilizar a compañeros de rango inferior como herramientas. Queremos llegar a los planificadores y diseñadores, los incitadores y los líderes, sin los cuales y su maligna arquitectura el mundo no se habría visto azotado durante tanto tiempo por la violencia y el desorden, y sacudido por las agonías y las convulsiones de esta terrible guerra.

Consideraré en primer lugar el camino ilegal por el que estos hombres llegaron a hacerse con el poder que han usado así. El instrumento principal de cohesión en el plan y la acción fue el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes, conocido como el Partido Nazi. Algunos de los acusados pertenecían a él desde el principio. Otros se unieron sólo después de que el éxito pareciera haber validado su ilegalidad o el poder le hubiera dado inmunidad frente a la ley. Adolf Hitler se convirtió en su líder supremo o "Führer" en 1921.

El 24 de febrero de 1920, en Munich, proclamó públicamente su programa (1708-PS). Algunos de sus fines podrían ser respaldados por muchos buenos ciudadanos, como el demandar "el reparto de los beneficios de las grandes industrias", "un desarrollo generoso de pensiones para los ancianos", "una reforma de la tierra adecuada a nuestras necesidades nacionales", y "elevar el nivel de la Sanidad". También hacía una fuerte llamada a cierta clase de nacionalismo que nosotros llamamos patriotismo y nuestros rivales chovinismo. Demandaba "igualdad de derechos para el pueblo alemán en su relación con otras naciones y la evolución de los tratados de paz de Versalles y St. Germain". Pedía "la unión de todos los alemanes en base al derecho de autodeterminación de los pueblos para formar una Gran Alemania". Reclamaba "tierra y territorios (colonias) para el enriquecimiento de nuestro pueblo y el asentamiento de nuestro excedente

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de población". Por supuesto, todos estos objetivos eran legítimos si se iban a conseguir sin recurrir a la guerra de agresión.

Sin embargo, el Partido Nazi contemplaba desde el principio la guerra. Demandaba la "abolición de tropas mercenarias y la formación de un ejército nacional". Proclamaba que "a la vista del enorme sacrificio de vidas y propiedades demandado a una nación en cada guerra, el enriquecimiento personal a través de la guerra debería ser considerado un crimen contra la nación. Pedimos, por tanto, la confiscación sin concesiones de todos los beneficios de guerra". No critico esta política. Es más, me gustaría que fuera universal. Simplemente quiero señalar que en tiempo de paz, la guerra era una preocupación del Partido, y comenzó el trabajo necesario para hacer que la guerra resultara menos ofensiva a las masas. Con esto se combinó un programa de entrenamiento físico y deportes para la juventud que se convirtió, como veremos, en la tapadera de un programa secreto de entrenamiento militar.

La declaración del Partido Nazi también vinculaba a sus miembros a un programa antisemita. Declaraba que ningún judío o persona de sangre no alemana podría ser un miembro de la nación. Dichas personas tenían que ser privadas del derecho a voto, impedirles el acceso a puestos en la administración, someterlos a leyes de extranjería, y proporcionarles alimentos sólo después de que se les hubieran suministrado a la población alemana. Se obligaría a todo el que hubiera entrado en Alemania tras el 2 de agosto de 1914 a partir inmediatamente, y se prohibiría toda inmigración no alemana.

El Partido también proclamó, incluso en esos primeros tiempos, un programa autoritario y totalitario para Alemania. Demandaba la creación de un fuerte poder central con autoridad incondicional, la nacionalización de todos los negocios que hubieran sido "amalgamados", y una "reconstrucción" del sistema nacional de educación, que "debía orientarse a enseñarle al alumno a comprender la idea del Estado (sociología del Estado)". Su hostilidad hacia las libertades civiles y la libertad de prensa quedó anunciada claramente en estas palabras: "Se debe prohibir publicar periódicos que no vayan dirigidos al bienestar social. Demandamos el proceso legal contra todas las tendencias en arte o literatura de cualquier clase que tiendan a desintegrar nuestra vida como nación, y la supresión de instituciones que puedan trabajar contra los requisitos anteriores".

La persecución religiosa estaba prevista y se ocultaba en el lenguaje de la libertad religiosa, ya que el programa nazi decía: "Pedimos libertad para todas las denominaciones religiosas del Estado". Pero continuaba con esta limitación: "mientras no sean un peligro para éste y no actúen contra la moralidad y el sentido moral de la raza alemana".

El programa del partido anunciaba la campaña de terrorismo. Decía: "demandamos una guerra sin cuartel contra aquellos cuyas actividades ataquen los intereses comunes", y exigía que dichos ataques se castigaran con la muerte.

Es significativo que los líderes de este partido consideraran que este programa era beligerante y que con seguridad precipitaría un conflicto. La plataforma del Partido concluía: 

"Los líderes del Partido juran proceder sin importar las consecuencias -si es necesario, con el sacrificio de sus vidas- para lograr el cumplimiento de los puntos anteriores".
Son estos líderes del Partido, no todos sus afiliados, los que comparecen aquí acusados de constituir una Organización criminal.

No hemos tratado de incluir a todas las personas que pueden, en algún momento, haber apoyado al Partido Nazi, sino sólo al liderazgo que se comprometió a conseguir sus fines arriesgando sus vidas.

Veamos ahora cómo los líderes del Partido cumplieron con su compromiso a actuar sin importar las consecuencias. Obviamente, sus objetivos para el extranjero, que no eran sino deshacer los tratados internacionales y arrebatar territorio del control extranjero, así como la mayoría de su programa interno, sólo podían cumplirse poseyendo la maquinaria del Estado Alemán. El primer esfuerzo, por tanto, se dirigió a atacar a la República de Weimar por medio de la revolución violenta. Un "putsch" fracasado en Munich en 1921 terminó con muchos de ellos en prisión. Un periodo de meditación posterior produjo "Mein Kampf", desde entonces la base legal para los trabajadores del Partido y una fuente de considerables ingresos para su líder supremo. Los planes                                                  

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nazis destinados a la toma violenta de la débil República se convirtieron en planes para capturarla.

No se puede cometer mayor error que pensar en el Partido Nazi en términos de las poco rígidas organizaciones que en el mundo occidental llamamos "partidos políticos". En disciplina, estructura y método el Partido Nazi no estaba adaptado al proceso democrático de persuasión. Era un instrumento de conspiración y coerción. El Partido no estaba organizado para hacerse con el poder en el Estado Alemán ganándose el apoyo de una mayoría del pueblo alemán; estaba organizado para hacerse con el poder en contra de la voluntad del pueblo.

El Partido Nazi, bajo el "Führerprinzip", estaba organizado con una disciplina de hierro en una pirámide, con el Führer, Adolf Hitler, en la cúspide, que se expandía en numerosos Cuerpos de Liderazgo, compuestos de líderes de un extenso número de miembros del Partido situados en la base. De ninguna manera todos los que pueden haber apoyado al movimiento de alguna forma u otra eran miembros del Partido en realidad. Los miembros pronunciaban el juramento del Partido, que obligaba a una renuncia a la inteligencia personal y la responsabilidad moral. Éste era el juramento: "Juro fidelidad inviolable a Adolf Hitler; juro obediencia absoluta a él y a los líderes que designe para mi". Los miembros, en el día a día, seguían a sus líderes con una idolatría y sometimiento más oriental que occidental. No tendremos necesidad de adivinar los motivos o fin del Partido Nazi. El objetivo inmediato era minar la República de Weimar. La orden a todos los miembros del Partido de trabajar para conseguir dicho fin se dio en una carta de Hitler del 24 de agosto de 1931 a Rosenberg, de la que presentaremos el original. Hitler escribió:

  "Estoy leyendo ahora mismo en el Volkischer Beobachter, edición 235/236, página 1, un artículo titulado '¿Trata de volver Wirth?' La idea del artículo es la de evitar que destruyamos la forma presente de gobierno. Estoy viajando por todo el país para lograr exactamente lo contrario. Querría pedir por tanto que mi propio periódico no me apuñale por la espalda con artículos tácticamente poco sabios..." (047-PS)
Películas capturadas nos permiten mostrar al acusado, AlfredRosenberg, que desde la pantalla les contará él mismo la historia. Las SA interfirieron violentamente en las elecciones. Tenemos aquí los informes de la SD, describiendo en detalle cómo sus miembros violaron posteriormente el secreto del voto para identificar a los que se oponían a ellos. Uno de los informes da estas explicaciones:
"El control se efectuó de la siguiente manera: algunos miembros del comité de elecciones marcaron todas las papeletas con números. Durante las votaciones se hizo una lista de los votantes. Se distribuyeron las papeletas en orden numérico, con lo que fue posible después con la ayuda de esta lista averiguar qué personas votaron en blanco o invalidaron su voto. Se incluye una muestra de estas papeletas marcadas. La marca se hizo a la vuelta de las papeletas con leche desnatada". (R-    142)
La actividad del Partido, además de hacerse cargo de todos los aspectos típicos de la contienda política, se hizo cargo de los preparativos para la guerra. Utilizó a una organización del partido, "DieSturmabteilungen", conocidas como las SA. Era una organización voluntaria de jóvenes y fanáticos nazis entrenados en el uso de la violencia bajo disciplina semimilitar. Sus miembros comenzaron trabajando como guardaespaldas de los líderes nazis y rápidamente pasaron de tácticas defensivas a ofensivas. Se convirtieron en disciplinados rufianes  encargados de reventar mitines de la oposición y someter al terror a los adversarios. Proclamaron que su tarea era convertir al Partido Nazi en "el amo de las calles". Las SA fueron la organización madre de otras organizaciones. Entre sus derivaciones estaban "Die Schutzstaffeln", conocidas como las SS, creadas en 1925, y que se distinguían por el fanatismo y la crueldad de sus miembros; "Der Sicherheitsdienst", conocida como la S.D.; y"Die Geheime Staatspolizei", la Policía Secreta del Estado, la infame Gestapo, creada en 1934 inmediatamente después del acceso al poder de los nazis


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