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Segundo Día: Miércoles, 21 de noviembre de 1945
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EL PRESIDENTE: se ha presentado una moción ante el Tribunal, y el Tribunal la ha considerado. En la medida en que puede ser una alegación sobre la jurisdicción del Tribunal, entra en conflicto con el Artículo 3 del Estatuto y no se tendrá en cuenta. En la medida en que puede contener otros argumentos que pueden estar abiertos para los acusados, puede que se tenga en cuenta más adelante.

Ahora, de acuerdo con el Artículo 24 del Estatuto, que prevé que, una vez que se haya leído la acusación ante el Tribunal, se deberá preguntar a los acusados si se declaran culpables o no culpables, pido a los acusados que declaren si se consideran culpables o no culpables.

DR. RUDOLF DIX (Defensor del acusado Schacht): ¿Puedo dirigirme un momento a Su Señoría?

EL PRESIDENTE: No puede dirigirse a mi para hablar apoyando la moción que acabo de tratar en nombre del Tribunal. Le he dicho que esa moción es una alegación sobre la jurisdicción del Tribunal, entra en conflicto con el Artículo 2 del Estatuto, y no será considerada. En la medida en que puede contener otros argumentos que pueden estar abiertos para los acusados, puede que esos argumentos sean escuchados posteriormente.

DR. DIX: No deseo hablar sobre la cuestión de una moción. Como portavoz de la defensa, querría plantear una cuestión técnica y hacer una petición en nombre de la defensa. ¿Puedo hacerlo? Se prohibió a los defensores de los acusados que hablaran con los acusados esta mañana. Es absolutamente necesario que la defensa pueda hablar con los acusados antes de la sesión. Con frecuencia sucede que tras la sesión no se puede hablar con el cliente por la noche. Es del todo probable que puede ser necesario preparar cuestiones por la noche para la mañana siguiente y que se han de hablar con él. De acuerdo con nuestra experiencia, siempre se permite a la defensa hablar con los acusados antes de la sesión. La cuestión concerniente a que la defensa y los acusados hablen durante las sesiones puede tratarse más adelante. En este momento solicito, en nombre de toda la defensa, que se nos permita hablar con nuestros clientes en la propia sala del juzgado, a la que son traídos con frecuencia a una hora muy temprana. Si no, no podremos dirigir la defensa de una forma eficiente y apropiada.

EL PRESIDENTE: Me temo que no pueden consultar a sus clientes en la sala del juzgado, si no es por escrito. Cuando estén fuera de la sala, se aplican regulaciones de seguridad, y pueden tener, en la medida en que se respeten esas regulaciones de seguridad, oportunidad de consultar a sus clientes. En la sala, debemos limitarles a que se comuniquen por escrito con sus clientes. Al final de cada día, tendrán la oportunidad de consultarles en privado.

DR. DIX: Discutiré esto con mis colegas de la defensa, y querríamos, si es posible, volver a esta cuestión.

DR. RALPH THOMA (Defensor del acusado Rosenberg): ¿Puedo tomar la palabra?

EL PRESIDENTE: Diga su nombre, por favor.

DR. THOMA: Dr. Ralph Thoma. Represento al acusado Rosenberg. Ayer mi cliente me entregó una declaración referida a la cuestión de la culpabilidad o inocencia. Leí esta declaración y le prometí que hablaría con él sobre ella. Ni la pasada noche ni esta mañana he tenido oportunidad de hablar con él; y, en consecuencia, ni yo ni mi cliente podemos hacer hoy una declaración sobre si es culpable o no. Por tanto, pido una interrupción del juicio para que pueda hablar con mi cliente.                                                  

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EL PRESIDENTE: Dr. Thoma, el Tribunal puede retirarse durante quince minutos para que tenga oportunidad de consultar a sus clientes. 

DR. THOMA: Gracias. Me gustaría decir otra cosa. Algunos de mis colegas acaban de decirme que están en la misma situación que yo.
...

EL PRESIDENTE: quería decir que todos los defensores tendrán oportunidad de consultar a sus clientes; pero señalaré a los defensores que han tenido varias semanas para preparar este juicio, y deberían haber previsto que se aplicaría el Artículo 24. Ahora nos retiraremos quince minutos, en los que todos ustedes podrán consultar a sus clientes.

DR. THOMA: ¿Puedo decir algo más a este respecto, Señoría?

EL PRESIDENTE: Sí.

DR. THOMA: La defensa preguntó si la cuestión de culpabilidad o no culpabilidad podría responderse sólo con un "sí" o un "no", o si se podría hacer una declaración más extensa. No hemos obtenido información sobre este punto hasta anteayer. Por tanto, no tuve oportunidad de hablar durante mucho tiempo con mi cliente sobre este asunto.

EL PRESIDENTE: Un momento. La pregunta tendrá que responderse según el Artículo 24 del Estatuto, y esas palabras están entre comillas:

  "El tribunal preguntará a cada acusado si se considera culpable o no culpable".
Eso es lo que tienen que hacer en este momento. Por supuesto, los acusados tendrán oportunidad, si son llamados a declarar como testigos, y a través de sus defensores, para exponer su defensa completamente en una etapa posterior.

(Receso)

EL PRESIDENTE: Pediré ahora a los acusados que declaren si se consideran culpables o no culpables de los cargos que hay contra ellos. Pasarán por turnos al estrado que está junto al micrófono.

EL PRESIDENTE: Hermann Goering.

HERMANN GOERING: Antes de responder a la pregunta del Tribunal de si soy o no culpable- 

EL PRESIDENTE: Dije a los acusados que no pueden hacer ninguna declaración. Debe decir si se considera culpable o no culpable. 

HERMANN GOERING: Me declaro, según lo expresado en la acusación, no culpable.

EL PRESIDENTE: Rudolf Hess.

RUDOLF HESS: No.

EL PRESIDENTE: Se considerará que es una declaración de no culpabilidad. (Risas)

EL PRESIDENTE: Si hay algún desorden en la sala, los responsables de ello tendrán que abandonarla.

EL PRESIDENTE: Joachim von Ribbentrop.

JOACHIM VON RIBBENTROP: Me declaro, según lo expresado en la acusación, no culpable.

EL PRESIDENTE: Wilhelm Keitel.

WILHELM KEITEL: Me declaro no culpable.

EL PRESIDENTE : En ausencia de Ernst Kaltenbrunner, el juicio contra él continuará, pero tendrá oportunidad de declarar sobre su culpabilidad cuando se encuentre suficientemente bien como para volver al tribunal.

EL PRESIDENTE: Alfred Rosenberg.

ALFRED ROSENBERG: Me declaro, según lo expresado en la acusación, no culpable.

EL PRESIDENTE: Hans Frank.

HANS FRANK: Me declaro no culpable.

EL PRESIDENTE: Wilhelm Frick.

WILHELM FRICK: No culpable.

EL PRESIDENTE: Julius Streicher.

JULIUS STREICHER: No culpable.                                                   

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EL PRESIDENTE: Walter Funk.

WALTER FUNK: Me declaro no culpable.

EL PRESIDENTE: Hjalmar Schacht.

HJALMAR SCHACHT: No soy culpable de ninguna manera.

EL PRESIDENTE: Karl Donitz.

KARL DONITZ: No culpable.

EL PRESIDENTE: Erich Raeder.

ERICH RAEDER: Me declaro no culpable.

EL PRESIDENTE: Baldur von Schirach.

BALDUR VON SCHIRACH: Me declaro, según lo expresado en la acusación, no culpable.

EL PRESIDENTE: Fritz Sauckel.

FRITZ SAUCKEL: Me declaro, según lo expresado en la acusación, ante Dios y el mundo, y en particular ante mi pueblo, no culpable.

EL PRESIDENTE: Alfred Jodl.

ALFRED JODL: No culpable. De lo que haya hecho, o tuve que hacer, tengo la conciencia clara ante Dios, y ante la Historia y mi pueblo.

EL PRESIDENTE: Franz von Papen.

FRANZ VON PAPEN: Me declaro no culpable de ninguna forma.

EL PRESIDENTE: Artur Seyss-Inquart.

ARTUR SEYSS-INQUART: Me declaro no culpable.

EL PRESIDENTE: Albert Speer.

ALBERT SPEER: No culpable.

EL PRESIDENTE: Constantin von Neurath.

CONSTANTIN VON NEURATH: Respondo a la pregunta negativamente.

EL PRESIDENTE: Hans Fritzsche.

HANS FRITZSCHE: En lo que respecta a esta acusación, no culpable. 

(En este momento, Hermann Goering se puso en pie en el banquillo de los prisioneros).

EL PRESIDENTE : No tiene permiso para dirigirse al Tribunal, salvo a través de su defensor, en este momento. Llamaré ahora al Fiscal Jefe de los Estados Unidos de América.

(En este momento, el acusado Goering se mantuvo en pie en el banquillo de los prisioneros y trató de dirigirse al Tribunal).

SR. LETRADO JACKSON: Con la venia de Su Señoría, el privilegio de comenzar el primer juicio de la Historia por crímenes contra la paz del mundo impone una grave responsabilidad. Los males que buscamos condenar y castigar han sido tan calculados, tan malignos y tan devastadores que la civilización no puede tolerar que se ignoren, porque no podría sobrevivir a su repetición. Esas cuatro grandes naciones, inflamadas por la victoria y heridas por la afrenta, deteniendo las manos de la venganza y entregando a sus enemigos capturados para ser juzgados por la ley, han hecho uno de los tributos más significativos que el Poder ha hecho jamás a la Razón.

Este Tribunal, aunque es nuevo y experimental, no es el producto de especulaciones abstractas ni ha sido creado para defender teorías legalistas. Esta investigación representa el esfuerzo práctico de cuatro de las naciones más poderosas, con el apoyo de otras diecisiete, para utilizar la Ley Internacional para enfrentarse a la mayor amenaza de nuestro tiempo- la guerra de agresión. El sentido común del espíritu humano demanda que la ley no se detenga en el castigo de pequeños crímenes cometidos por gente de poca importancia. También ha de llegar a los hombres que poseen grandes poderes y hacen un uso deliberado y concertado de éste para producir males que no dejan ningún hogar del mundo indemne. Es una causa de tal magnitud que las Naciones Unidas comparecerán ante Su Señoría.

En el banquillo de los prisioneros se sientan unos veinte hombres rotos. Reprochados por la humillación de aquellos a los que han conducido, casi tan amargamente como por la desolación de aquellos a los que han atacado, han perdido para siempre su capacidad para el mal. Es difícil ahora percibir en esos hombres miserables ahora cautivos el poder con el que como líderes nazis
                                                 

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dominaron buena parte del mundo y aterrorizaron a la mayoría. Como individuos, su destino es de poca importancia para el mundo.

Lo que hace que esta investigación sea importante es que estos prisioneros representan influencias siniestras que vagarán por el mundo aún mucho después de que sus cuerpos vuelvan a ser polvo. Demostraremos que son símbolos vivientes del odio racial, el terrorismo y la violencia, y de la arrogancia y la crueldad del poder. Son símbolos del nacionalismo radical y el militarismo, de la intriga y la guerra que destruyó Europa generación tras generación, aplastando a sus habitantes, destruyendo sus hogares y empobreciendo su vida. Se han identificado tanto con las filosofías que concibieron, y con las fuerzas que han dirigido, que la clemencia con ellos es una victoria y un impulso de los males vinculados a sus nombres. La civilización no puede permitirse ningún compromiso con las fuerzas que ganarán renovado vigor si nos enfrentamos con ambigüedad con los hombres en los que esas fuerzas sobreviven ahora precariamente.

Expondremos paciente y moderadamente los motivos por los que estos hombres comparecen aquí. Ofreceremos pruebas innegables de hechos increíbles. El catálogo de crímenes no omitirá nada que pueda ser concebido por un orgullo patológico, la crueldad, y el ansia de poder. Estos hombres crearon en Alemania, bajo el "Führerprinzip," un despotismo nacionalsocialista igualado sólo por las dinastías del Oriente de la Antigüedad. Le arrebataron al pueblo alemán todas esas dignidades y libertades que consideramos que son derechos naturales e inalienables en todo ser humano. El pueblo fue compensado inflamando y gratificando los odios hacia aquellos que fueron señalados como "chivos expiatorios". Contra sus oponentes, entre los que estaban los judíos, los católicos y los sindicatos libres, los nazis dirigieron una campaña de arrogancia, brutalidad y aniquilación de la que el mundo jamás había sido testigo desde antes de la Era Cristiana. Excitaron la ambición alemana de ser una "raza de amos", lo que por supuesto implicaba someter a servidumbre al resto. Dirigieron a su pueblo a un loco juego de dominación. Desviaron energías sociales y recursos a la creación de lo que consideraron que era una máquina de guerra invencible. Invadieron a sus vecinos. Para proporcionar sustento a la "raza de amos" en su guerra, esclavizaron a millones de seres humanos y los llevaron a Alemania, donde estas criaturas desesperadas vagan ahora como "personas desplazadas". Finalmente, la bestialidad y la mala fe alcanzaron tal exceso que despertaron la fuerza dormida de la amenazada Civilización. Sus esfuerzos unidos han reducido a fragmentos la máquina de guerra alemana. Pero la lucha ha hecho que Europa sea una tierra liberada pero postrada, donde una sociedad desmoralizada lucha para sobrevivir. Estos son los frutos de las fuerzas siniestras que se sientan con estos acusados en el banquillo.

Para hacer justicia a las naciones y los hombres vinculados a este proceso, debo recordar ciertas dificultades que pueden dejar su marca en este caso. Nunca antesen la Historia de la Ley se ha hecho un esfuerzo para reunir en el ámbito de un único litigio los hechos de una década que afectan atodo un continente e implican a un grupo de naciones, incontables personasy hechos innumerables. A pesar de la magnitud de la tarea, el mundo ha pedidouna acción inmediata. Se ha de satisfacer esta demanda, aunque quizásal coste de no ofrecer un trabajo terminado. En mi país, los tribunalesestablecidos, siguiendo procedimientos habituales, aplicando precedentes bienconocidos y tratando las consecuencias legales de hechos locales y limitados,rara vez comienzan un juicio en menos de un año tras el hecho en litigio.Hace menos de ochos meses la sala en la que nos sentamos era una fortalezaenemiga en manos de tropas alemanas de las SS. Hace menos de ocho meses,casi todos nuestros testigos y documentos estaban en manos enemigas. No sehabía escrito la ley, no se había establecido ningúnprocedimiento, no existía ningún tribunal, no habíaaquí ninguna sala utilizable, no se habían examinado los centenaresde toneladas de documentos alemanes, no se había creado ningúnequipo de acusación, casi todos los acusados eran libres, y las cuatropotencias que ejercen la acusación aún no se habíanunido en una causa común para procesarles. Debería ser el últimoen negar que el caso puede sufrir que haya investigaciones incompletas, yes muy probable que no será un ejemplo de trabajo profesional quelas naciones acusadoras
                                                  

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quieran, en condiciones normales, apoyar. Es, sin embargo, un caso completamente adecuado para el juicio que presentaremos, y tendremos que dejar su desarrollo completo a los historiadores.

Antes de discutir detalles de las pruebas, deberíamos enfrentarnos con franqueza a algunas consideraciones generales que pueden afectar al crédito de este juicio ante los ojos del mundo. Hay una gran disparidad entre las circunstancias de los acusadores y las de los acusados que podrían desacreditar nuestro trabajo si titubeáramos, incluso en cuestiones menores, al ser justos y moderados.

Desgraciadamente, la naturaleza de estos crímenes hace que tanto la acusación como la sentencia deban ser llevadas a cabo por naciones victoriosas sobre enemigos vencidos. El alcance mundial de las agresiones perpetradas por estos hombres ha dejado pocos neutrales reales. O los vencedores juzgan a los vencidos, o dejamos a los derrotados que se juzguen a sí mismos. Tras la Primera Guerra Mundial, aprendimos la futilidad de la segunda opción. El antiguo alto rango de estos acusados, la notoriedad de sus actos, y la capacidad de adaptación de su conducta para provocar represalias hace difícil distinguir entre la demanda de una retribución justa y mesurada y el grito irreflexivo de venganza que surge de la angustia de la guerra. Es nuestra tarea, mientras sea humanamente posible, trazar la línea entre ambos. Nunca debemos olvidar que lo que quede registrado de cómo juzgamos hoy a estos acusados será con lo que la Historia nos juzgará mañana. Pasarle a estos acusados un cáliz envenenado es también ponerlo en nuestros labios. Tenemos que reunir tal objetividad e integridad intelectual en nuestra tarea que este juicio pasará a la posteridad como uno que llenó las aspiraciones de la Humanidad de hacer justicia.


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