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Engaño y Tergiversación
Técnicas de Negación del Holocausto

Apéndice 7
Carta aThe Jewish Standard de Y. Bauer


9 de enero de 1991

Al Editor
The Jewish Standard
385 Prospect Avenue
Hackensack, NJ 07601
Estados Unidos

Estimado señor,

Hasta esta fecha tan tardía no me ha llegado el número de su periódico del 25 de mayo de 1990, con una carta del Sr. George Starkman que discute mi afirmación según la cual no hay pruebas que demuestren que los nazis hicieron jabón con cuerpos de judíos.

El Sr. Starkman afirma que este jabón se distribuyó en Polonia a través de cupones de racionamiento desde 1941 y que llevaba la inscripción RJF, siglas según él de "rein Juden fett".

En realidad, las pastillas de jabón, algunas de las cuales se pueden ver en museos memoriales judíos, incluidos los de Jerusalén, llevan escritas las letras "R.I.F.", siglas de
"Reichsstelle für Industrielle Fettversorgung," o Centro del Reich para el Suministro Industrial de Grasas. Los términos "rein Juden fett" escritos de esta manera no existen en el idioma alemán, y en 1941, cuando el Sr. Starkman dice correctamente que se empezó a distribuir el jabón, todavía no había ningún campo de exterminio. El primero,
Chelmno, empezó a funcionar el 8 de diciembre de 1941 y el segundo, Belzec, en marzo. Auschwitz realizó sus primeros gaseamientos experimentales en enero de 1942.

La fuente de la leyenda fue un rumor que surgió en la Primera Guerra Mundial, difundido por los británicos, según el cual los alemanes estaban usando cuerpos de sus propios soldados para producir jabón y fertilizantes - se demostró que el rumor era falso en 1918. Los nazis recuperaron el rumor, y lo emplearon como una forma adicional de sadismo, empleando palabras actuales, con sus víctimas judías: fueron los nazis los que dijeron a los judíos que se convertirían en jabón, y los polacos lo oyeron de los nazis.

Al final de la guerra, los rusos descubrieron, cerca de Gdansk [entonces denominada
Danzig (JD)] un pequeño laboratorio en el que se usaron partes de cuerpos humanos, probablemente de trabajadores esclavos polacos y rusos, para ciertos trabajos químicos. Estos experimentos posiblemente incluyeron el intento de fabricar jabón con grasa humana (algo que sabemos hoy que es casi imposible), pero al parecer los nazis nunca lograron pasar de la fase experimental, si es que esto fue lo que trataron de hacer. El laboratorio era pequeño, y no se creó hasta cerca del final de la guerra. No se emplearon cuerpos de judíos. El fiscal ruso de Nuremberg presentó el asunto en el juicio, pero tuvo que abandonarlo porque no se pudieron presentar pruebas de que se tratara de experimentos para la producción de jabón.

Se ha de combatir los conceptos erróneos sobre el Holocausto, incluso aunque un grupo numeroso de supervivientes los acepte como verdaderos. Esto no quiere decir que los nazis no habrían sido capaces de cometer esta atrocidad- ciertamente lo eran- pero no lo hicieron. Decir, basándose en los eslóganes antisemitas polacos o los rumores que circulaban en los campos -en Auschwitz era un rumor aceptado- que se fabricó jabón con cadáveres de judíos, simplemente le pone en bandeja el trabajo a los negadores del Holocausto, que pueden demostrar fácilmente que no ocurrió nada de esto. Respeto profundamente los testimonios de los supervivientes, y el Sr. Starkman es uno de ellos, pero esto no quiere decir que estos testimonios no puedan incluir conceptos confundidos.

Atentamente,
Yehuda Bauer
Profesor de Estudios Sobre el Holocausto


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