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Introducción y Notas sobre la Edición


Un  artículo de un periódico de enero de 1993 (Foner) plantea una serie de mentiras y tergiversaciones sobre hechos históricos ocurridos en el campo de concentración de Auschwitz. El artículo mostró el cada vez mayor empeño puesto por organizaciones políticas neonazis de todo el mundo en negar que los hechos conocidos comúnmente como el Holocausto ocurrieron. Conot destacó la necesidad de esforzarse en combatir esa información negadora en su introducción (Justice at Nuremberg):

Al dirigirse al tribunal de Nurembeger en su discurso de apertura, el juez Jackson señaló: 'Lo que hace importante a esta investigación es que estos prisioneros representan siniestras influencias que vagarán por el mundo hasta que sus cuerpos se hayan convertido en polvo'.

Estas influencias, de hecho, se han regenerado como una hierba venenosa. El antisemitismo y los lemas y eufemismos que llevaron a la 'Solución Final de la Cuestión Judía' han vuelto a aparecer. Ha surgido un culto mundial que afirma que el Holocausto nunca ocurrió. Se han impreso un centenar de libros, folletos y panfletos que dicen que la carnicería fue imaginada o exagerada, y que no es más que una invención judía.

Podría despreciarse esto simplemente como el frustrado griterío de una ala radical e irracional, si no fuera por los inquietantes paralelismos con la situación de la era prehitleriana, y el continuo empleo de los métodos de propaganda de los nazis. Un líder neonazi francés, por ejemplo, dice que los judíos que murieron fueron simplemente víctimas de la escasez de alimentos propia de la guerra. Los nazis, de hecho, planearon en un principio hacer que los judíos murieran de hambre, proporcionándoles sólo 186 calorías diarias por cabeza, pero sustituyeron este sistema por métodos más directos después de que las enfermedades que surgieron no sólo diezmaron a los judíos sino que amenazaron con extenderse entre la relativamente bien alimentada población alemana.

De semejante estilo es la teoría según la cual el gas  Zyklon B fue empleado sólo como desinfectante en Auschwitz. Esto fue así hasta otoño de 1941, cuando un emprendedor oficial de las SS planteó que si el Zyklon B mataba piojos, también podía matar a personas. A partir de entonces el gas fue empleado en primer lugar para asesinar a miles de prisioneros de guerra soviéticos, y después a centenares de miles de judíos - la mayoría mujeres, niños y ancianos, considerados no adecuados para el 'exterminio a través del trabajo'. La frase de Hitler 'la magnitud de una mentira siempre contiene un cierto factor de credibilidad, dado que las grandes masas populares... caen víctimas más facilmente de una gran mentira que de una pequeña' vuelve a estar en boga.

El medio más efectivo de combatir estas tergiversaciones es hacer que los hechos sean conocidos por todos, y presentarlos tal cual. En  Nuremberg, el General Telford Taylor, la persona que ha sido el acusador del mayor número de criminales de guerra, dijo: 'Aquí no podemos hacer Historia de nuevo. Pero podemos hacer que se escriba la verdad.'
(Conot, xii-xiii)
 
 

Este artículo se presenta con este espíritu, y en memoria de aquellos que fueron asesinados sin misericordia durante el Holocausto. Es el resultado del esfuerzo combinado de muchas personas, y contiene datos procedentes de muchas fuentes. Me gustaría agradecer en particular la colaboración de
Danny Keren, y en general la de las personas suscritas a la Holocaust Research Information List. Sin su ayuda, este documento no se habría escrito.


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